lunes, 22 de junio de 2009

Tiwanaku recibió menos visitantes en el Año Nuevo aymara y la gripe A pareció ser la causa



El hijo de Máxima Padilla de Choque fue asesinado en 2000. Una mujer lo empujó al vacío. El año pasado, arrodillada ante el primer rayo de sol del Año Nuevo aymara del 21 de junio, en Tiwanaku, Máxima pidió al Inti (Sol) justicia para su familia, tras años de no hallarla.

Pero “el año pasado se ha hecho realidad la justicia divina. Tardó, pero llegó. Desde el 5 de noviembre la culpable está en la cárcel. Este año he venido a agradecer al Tata”, relató bañada en llanto.

Y rezó en aymara con las manos elevadas al cielo cuando a las 07.23 el Sol ofrendó calor y luz. Como ella, una multitud recibió agradecida al astro rey al inicio del año 5517 del calendario aymara. Fue el Willkakuti (regreso del Sol, en español), el ritual más significativo del mundo andino y que tiene en Tiwanaku su principal escenario.

Aunque las autoridades municipales de la localidad anunciaron días antes que esperaban 30.000 visitantes, gente que asiste consecutivamente al acontecimiento, lugareños y personal de la Alcaldía coincidieron en señalar que la cantidad de turistas presentes fue mermada este año. Sin embargo, no se otorgó un reporte oficial al respecto.

Una razón para ello, al parecer, según entrevistados, fue la epidemia de la gripe A, cuyo riesgo de contagio se eleva en actos masivos como éste; de hecho, una medida que el Ministerio de Salud ha considerado contra la influenza, si se extiende, es prohibirlos temporalmente. Bolivia ya tiene 27 infectados.

Riesgo en el rito ancestral

A las 05.45 y con seis grados bajo cero, según datos del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología, Tiwanaku estaba de pie. Muchos lugareños y visitantes hacían vigilia para regocijarse con el primer rayo del Tata Inti.

Una fila de gente a la puerta del Centro Arqueológico, que cobija la Puerta del Sol y el templo de Kalasasaya —las obras más reconocidas—, alcanzaba dos cuadras de la calle principal para estar en el rito del solsticio.

El gentío interesado en presenciar o ser bendecido por las primeras luces de ese amanecer aparentemente fue menor que en los tres años anteriores, según funcionarios del Gobierno Municipal de Tiwanaku, que estimaban que unas 30.000 personas llegarían para el rito. Sin embargo, según las mismas fuentes, tal vez hubo unos 20.000 visitantes. Añadieron que se había considerado esta posible reducción debido a la epidemia de la gripe A en el país.

En tanto, los trabajadores edilicios llevaban barbijos, al igual que algunos efectivos policiales y de las Fuerzas Armadas que apoyaban la organización, pero la mayoría de los organizadores no tomaron en cuenta esa medida de prevención, que fue casi inexistente entre el público.

María Chacón, quien vive frente a la plaza, comentó: “Desde que Evo fue reconocido Presidente en Tiwanaku había más turistas. Ahora no sé si vinieron menos bolivianos, pero casi no hay extranjeros”.

La percepción de otras 17 personas consultadas por este medio, quienes al menos por dos años consecutivos asisten al Willkakuti, fue que la gente advirtió el riesgo de exponerse a las bajas temperaturas que caracterizan al lugar, particularmente en esta fecha, y de estar en contacto con una muchedumbre en la que alguien podría tener el virus AH1N1.

Helada antesala de la ofrenda

A las 06.48, antes del solsticio, los citadinos ya sentían el dolor provocado por el frío en el escenario ancestral, sensación corporal que además genera el enrojecimiento de esos miembros. Los dedos de los pies comenzaban a adormecerse, preludio del enfriamiento.

La prensa internacional se quejaba; incluso los paceños advertían que ningún recaudo tomado con prendas de abrigo evitaba que antes de la salida del sol a helada fuese protagonista. Pero más tarde esa experiencia se recompensó con la ofrenda del calor y la luz que regala el Sol.

A las 07.01, una comitiva de amautas y mallkus de la región entró en Kalasasaya para ocupar su lugar protagónico frente al altar. Valentín Mejillones era el centro de atención, mallku de Tiwanaku que en enero de 2006 entregó el bastón de mando al presidente Evo Morales.

Las palabras del amauta fueron dedicadas “al corazón del hermano Cielo, la Madre Tierra, sagrada Agua y amigo Fuego”, mientras encendía cuatro antorchas, una en cada ángulo del altar. Fue entonces cuando dio la espalda al público y elevó su agradecimiento.

Los cerros se empañaron del enceguecedor brillo de la primera luz y la multitud elevó sus manos, por fe y ansias de recibir el benevolente calor. Un minuto después, algunos que se quejaban por la helada coincidieron: el frío se fue, llegó el año 5517 de los aymaras.

Ofrenda y música en fiesta de Apaña

¡Jallalla Machaq Marka! (Viva el nuevo pueblo), fue el grito que levantaron al unísono los comunarios y vecinos de la zona de Hampaturi, ubicada a 50 minutos de la ciudad de La Paz, cuando a las 07.17 los primeros rayos del sol alumbraban los rostros y las manos de un centenar de personas congregadas en el cerro Pachajaya, de la comunidad Apaña, durante el recibimiento de ayer en la madrugada al Año Nuevo aymara 5517.

A partir de las 06.00, mujeres y hombres, las primeras cargando en su aguayo productos como coca y alcohol, y los segundos vestidos con ponchos y portando un chicote, ascendieron a dicho cerro, donde una comitiva especial preparaba la mesa dulce para la ofrenda a la Pachamama (Madre Tierra), mientras otros encendían pequeñas fogatas con paja seca del territorio para combatir el intenso frío.

Cuarenta minutos después llegó Juan Del Granado, alcalde de La Paz, acompañado de su esposa, Marcela Revollo, y de una comitiva municipal. Durante la bienvenida, la autoridad municipal virtió algunas palabras para expresar sus buenos augurios por la llegada del Año Nuevo aymara, señalando que esta ocasión debería ser sinónimo de unidad. La autoridad manifestó, además, que éste es el décimo año en que el Gobierno Municipal de La Paz participa en esta actividad, a fin de revalorar las tradiciones y costumbres ancestrales del mundo aymara.

Luego, pobladores del sitio, así como el Alcalde paceño, regaron alcohol y coca sobre las llamas que ardían en el altar preparado por los organizadores, dando inicio al acto central. Minutos después, una “mesa” preparada por los amautas fue puesta sobre fuego por Del Granado y los líderes de la comunidad, entre ellas el subalcalde Rosendo Aguilar.

Hacia las 07.00, el Sol asomaba, mientras tres grupos autóctonos interpretaban ritmos nativos al son de quenas, pinquillos, pífanos y tambores. Fue así como a las 07.20 la multitud levantaba las manos para recibir las primeras bendiciones del Tata Inti (Padre Sol). Lo que vino a continuación fueron abrazos y buenos deseos por el Año Nuevo. El encuentro terminó en fiesta al ritmo de música folklórica.

Datos del escenario

Tiwanaku se halla a 72 kilómetros de la ciudad de La Paz; un viaje de dos horas en minibús.

Su población asciende a 15.000 habitantes. Su principal sostén económico es la actividad turística.

La localidad ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000.

El sitio llegó a contar con una sociedad precolombina compuesta por hasta 100.000 habitantes .

El Centro Arqueológico se halla a aproximadamente 4.000 metros sobre el nivel del mar.

Las ruinas datan del siglo VII, las principales son la Puerta del Sol y el templo de Kalasasaya.

Cada 21 de junio representa el inicio de un nuevo ciclo agrícola y productivo para la región aymara.

También es el día más corto o la noche más larga del año, de acuerdo con el calendario de este pueblo.

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