jueves, 14 de octubre de 2010

“De Tarija la estrella algún día brillará con más vivo fulgor”

Relato del pionero del Turismo Receptivo en Tarija, Dr. Hugo Vaca-Guzmán La imagen que se tenía de Tarija en el concierto nacional era de una ciudad bonita y de clima agradable. Pero Tarija era mucho más que eso hace más de treinta años. Contaba con grandes extensiones de terrenos fértiles, serranías verdes y bosques que acentuaban su belleza natural, siempre ha sido una ciudad hospitalaria, con gente acogedora, amigable, simpática y juventud linda.



Sin embargo, en los 70s y 80s, gran parte del encanto natural no era accesible para la gente. Así, en esa época, cuando llegaban visitantes, recorrían las plazas, un par de lugares conocidos, caminaban calles arriba, calles abajo, y se volvían sin haber tenido la oportunidad de visitar las atracciones y encantos que existían. Entonces me di cuenta de que había un gran vacío en cuanto a paseos organizados que necesitaba ser llenado.



Como sabemos todos, lo difícil es empezar. Había que equiparse, pensar en un transporte y en todo lo que implicaba organizar un paseo de este tipo.



En este afán adquirimos un vehículo con capacidad de 8 a 10 personas, nuevo, 4x4 porque era la única forma de cruzar todos los ríos incluidos en el circuito que planeábamos cubrir. Teníamos luego que determinar el precio. Lo fijamos y mi gran amigo Pepe Virreira, con acierto y sus buenos consejos nos comentaba que el precio era muy bajo, que estábamos regalando el servicio. El monto fue determinado en base a las tarifas que cobraban los buses que hacían servicio a San Lorenzo más el costo del almuerzo. Yo mismo servía de guía.



La idea era cubrir comunidades de los alrededores de la ciudad y al mismo tiempo darle opciones al turista para que viva y sienta la naturaleza. Empezaba llevándolos a San Lorenzo, ubicado al norte que luce la histórica casa del Moto Méndez – nuestro héroe de la independencia, y ofrecía además deliciosos rosquetes cocinados a leña. Más al norte, visitábamos El Picacho, una roca impresionante en el medio del río Guadalquivir y donde un tiempo después hizo su hogar el ex Presidente Jaime Paz Zamora, quién, de vez en cuando, nos visitaba. Luego, al noroeste, el hermoso pueblito de Sella con sus viñedos nos esperaba a almorzar.



Escogí la casa de don Cristóbal Segovia, cuya esposa nos preparaba la comida y atendía y él nos mostraba sus viñedos y los vinos y singanis que elaboraba, de manera artesanal, en una pequeña bodega que habían formado con el tiempo. En ese entonces había puentes ni camino pavimentado hacia Sella y cruzar el río era en si turismo de aventura extrema. Innumerables veces todos tuvimos que bajarnos de la movilidad para empujar y poderla sacar del río.



Después de un rico almuerzo típico acompañado de vino patero y singani destilado en casa, nos preparábamos para otra aventura extrema y cruzar el segundo río para llegar a la famosa poza de Coimata, allí los turistas se iban de larga caminata o se bañaban en la poza. Ya terminando la tarde y después de un hermoso recorrido y un refrescante baño, nos íbamos al Sur a visitar la represa de San Jacinto donde paseábamos en bote y comíamos misquinchos, doraditos y pejerey. El recorrido tenía una duración de 8 a 9 horas.

Recuerdo que comentaba con amigos, y me preguntaban: “¿Qué muestras en el campo, las piedras del río?”, sin embargo, el programa complacía al visitante; otra amiga de San Lorenzo me preguntaba: ¿Por dónde los lleva?, cuando le comentaba que era Coimata, Chorros de Jurina y otros lugares, ella decía: “...por ahí van las cabras”. Eso era verdad, muchas veces la única movilidad que visitaban esos lugares era la nuestra y encontrábamos muchas cabras. Así también otro de mis buenos amigos Manuel Duran Pacheco, alentándome decía: “...estás haciendo historia en esta ciudad”.



Paralelamente creamos nuevas rutas como la de viñedos con la cooperación de don Luís Granier quien aplaudió la iniciativa; también aumentamos los lugares de visita, como la casa de Doña Vita, a quien convencimos que su casa valía la pena mostrarla, y a otros lugares considerados como atractivos turísticos.



Con la sugerencia y apoyo de Pablo Bass Werner llegamos también al altiplano tarijeño, circuito al que llamamos “La otra Tarija” por ser totalmente diferente a los paisajes de valle por los que se conoce a Tarija.



Son numerosas las anécdotas a las que podríamos hacer referencia desde que empezamos con nuestra agencia de turismo VTB!, pero eso lo dejamos para otra ocasión. Por ahora compartimos con ustedes cómo nació nuestra inquietud para hacer conocer los encantos de Tarija, de sus tradiciones y de su gente.



Como familia estamos complacidos de haber llenado el vacío inmenso que existía en este tipo de servicio. Así, invitamos a ustedes a disfrutar de la variedad de paseos que VTB! Tiene para ofrecerle.

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