viernes, 4 de febrero de 2011

Cascadas cristalinas y vegetación seducen a los visitantes de Los Yungas

“Si vas a Coroico una vez, volverás siempre”, reza el dicho que se refiere a la riqueza de los atractivos naturales de este lugar, como sus tres cascadas, además de su amplia y variada vegetación que se luce con flores como las orquídeas.

A poco más de 20 minutos en automóvil desde Coroico, se encuentran tres cascadas o caídas de agua que parecen salidas desde los picos más altos de las montañas, llegan a tener de 15 a 40 metros de altura.

Rodeadas de una vegetación imponente y tupida, turistas y visitantes aprovechan para refrescarse en ellas y tomar fotografías.

Durante el trayecto que lleva a las cascadas se puede apreciar árboles de cítricos y plátanos, así como sembradíos de coca y café en varios poblados como el de Cruz Loma, cuya plaza y templo están muy cerca del camino.

El trayecto a las cascadas también se puede realizar a pie por el mismo camino de tierra, por el que pasan los vehículos, atravesando de tanto en tanto las terrazas, espacios utilizados para la siembra y establecidos por niveles o pisos que están en lugar desde la época precolombina.

La primera caída de agua está al lado de la carretera. Allí el agua forma una poza poco profunda.

La segunda cascada está también al lado del camino, aunque la caída de agua se encuentra algo escondida, por ello el ambiente que la rodea es algo oscuro y da la sensación de estar en una especia de cueva.

El tercer torrente es el más grande y se puede acceder al lugar pagando un boliviano a los encargados de la mantención de los accesos a la montaña.

Sólo éste tiene un mirador de madera, un lugar destinado al cultivo de orquídeas y sendas que llevan a diferentes lugares por donde la fuerza del agua se abrió camino en el transcurso de los siglos.

En su primer tramo, la cascada forma una poza algo profunda para luego seguir su camino en una caída de piedras hacia otra poza y luego perderse entre la vegetación.

La fuerza de la caída del agua, combinada con el viento, muestran su real magnitud al humedecer constantemente los alrededores y a los visitantes que se acercan demasiado.

Protegidas por árboles y plantas, la luz del sol hace que durante el día las cascadas tengan varias facetas por el cambio de luz.

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