jueves, 17 de febrero de 2011

La Policía Turística patrulla las calles diariamente, aunque con limitados recursos, en bien de los visitantes.

“¿Qué haría usted si fuese víctima de un robo?”, es la pregunta dirigida a una joven pareja sueca que, desconcentradamente, observa aretes en un puesto de venta en la calle Linares. Altos, rubios y bien equipados con indumentaria deportiva de alta gama, llaman mucho la atención de los transeúntes y, claro, de los ladrones también.

“Yo me dirigiría a un oficial de la Policía”, dice espontáneamente el sueco. “No les tengo miedo a los uniformes”, explica y agrega que él, en Suecia, formaba parte del Ejército, así que en vez de causarle miedo, los efectivos vestidos de verde olivo le brindan un sentimiento más bien de confianza.

Sin embargo, la pareja sueca parece ser la excepción de la regla. Según Hugo Aliaga, subcomandante de la Policía Turística de La Paz, muchos visitantes no están conscientes de que existe su unidad, ya que el único distintivo que permite identificar a sus hombres en las calles es una gorra con el emblema que distingue a esta unidad de la Policía.

La seguridad

Aliaga atiende las necesidades de los turistas en su despacho ubicado en la esquina Pando y Chuquisaca. “Nuestro objetivo es garantizar la seguridad del turista y asegurar que tenga una estadía placentera en el país”, explica y agrega que cuenta con 150 hombres distribuidos en todos los departamentos del país.

“Aquí en La Paz tenemos alrededor de 25 efectivos en servicio de patrullaje a pie”, dice el oficial, que está en cargo de la unidad desde hace siete meses. Llegó al puesto con el espíritu vigoroso, comprometiéndose al cargo.

“Me gusta trabajar en esa unidad, ya que a mí siempre me han tratado bien en el exterior”, subraya, mientras se levanta del sillón y agarra su gorro para ponerse en marcha hacia la calle.

Sin embargo, un oficial de esta unidad policial que solicitó mantener su nombre en reserva, sostuvo que la infraestructura, los medios, recursos y el personal son insuficientes para que esta unidad cumpla con éxito sus funciones.

El trabajo diario de este grupo se concentra en prevenir delitos como sustracciones, hurtos y robos por sorpresa, lo que en muchos casos se logra con la sola presencia policial en los lugares más recorridos por los visitantes extranjeros.

“Si estamos, es poco probable que un antisocial le quite la cartera a una turista”, asegura, sin dejar de señalar que, de vez en cuando, los turistas “se aventuran más allá, dónde no está la Policía”, y que aquello los vuelve más indefensos en el caso de que sean agredidos.

A pesar de que en el pasado hubo casos de crímenes contra turistas involucrando violencia contra el cuerpo, Aliaga aclara que tales incidentes “no son muy frecuentes”.

El policía, tu amigo

Página Siete acompañó a una patrulla en una guardia por las calles de La Paz. El recorrido, alejado de persecuciones e investigaciones forenses, más bien apunta a la noción del policía como amigo y ayudante de cada día.

El oficial segundo Demetrio Apaza sostiene que los turistas se le acercaban sobre todo por preguntas respecto a la ubicación de bancos, hoteles y calles. “Nos tienen confianza”, relata y se muestra un poco frustrado, porque a veces a él y a sus compañeros les cuesta conversar con los visitantes, dado que la mayoría de ellos no dominan el castellano ni ellos el inglés.

Por lo tanto, todos los efectivos de la Policía Turística están obligados a tomar cursos de ese idioma que se dictan en el Comando. “Tratamos de conversar”, dice por su parte el cabo Eusebio Nina “ya que a los turistas les gusta compartir historias de su estadía.”

La patrulla se topa con tres jóvenes turistas oriundos de Rosario, Argentina, con quienes entabla una conversación. Aliaga averigua las intenciones de su estadía.

Los jóvenes revelan planes de ir a acampar en La Cumbre, lo que obliga a Aliaga a informales sobre los eventuales riesgos que podrían correr y les recomienda: “No vayan solos, lleven suficiente abrigo y avisen a los policías antes de que entren al lugar”.

Poco después, el grupo policial llama la atención de otros turistas, a quienes brindan, esta vez, una orientación para llegar al Valle de la Luna. Luego, el grupo sigue su camino y desaparece entre los puestos de venta de la calle Linares.

Consejos seguros
# Compañía El peligro de ser víctima de un crimen es latente. Se aconseja a los turistas que, en lo posible, no se muevan solos por las calles de la ciudad que visitan.


# Discreción Es importante que maneje sus pertenencias de manera discreta, no ostentando objetos de valor como cámaras, joyas, billeteras y teléfonos celulares.


# Dinero Si se siente desprotegido y/o inseguro ante cualquier situación (tal como retirar dinero de un cajero automático), no dude de acercarse a un policía solicitándole custodia mientras efectúa esta operación.


# Viajes Cuando desee viajar a otras zonas más alejadas, como la Amazonia por ejemplo, es imprescindible hacerlo con guías experimentados y que informe a efectivos de la Policía Boliviana antes de su entrada a dicha zona.




Cifras de los delitos


Los cuadros estadísticos de los casos atendidos a los turistas, proporcionados por el Comando General de la Policía Boliviana, muestran que el departamento de La Paz es donde se registró la gran mayoría de casos: un total de 1.598 en la gestión de 2010, 527 casos más que en 2009.

Entre ellos, los más frecuentes fueron 1.052 casos de hurto, seguidos de 183 robos, que fueron atendidos en la última gestión. Asimismo, hubo seis casos de atraco (utilizando algún tipo de arma) delito que no había sido atendido ni una vez en 2009.

Las cifras de La Paz son desproporcionadamente altas en comparación con las de los demás departamentos del país, ya que del total nacional, que llega a 2.423 casos en 2010, más que la mitad se registró en este departamento.

En segundo lugar está Cochabamba, con 116 casos atendidos en el mismo año.

Son llamativos los datos del Beni: En 2010 solamente fueron atendidos 66 casos, todos referidos a la indocumentación de turistas.

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