lunes, 4 de abril de 2011

El Museo San Francisco estrena tres modernas salas para revivir su historia

El Museo San Francisco promete a sus visitantes una experiencia más que religiosa. Este año estrena tres nuevas salas de exposición, donde se recrea la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, la Revolución de 1809 de La Paz, la Guerra del Chaco, entre otros hechos históricos, que tienen una íntima relación con la vida de los franciscanos.

Silencio infinito. Óscar León, guía del museo, ingresa a la sala Misión Franciscana, Jesús es Verbo, no sustantivo y señala orgulloso la diminuta figura del fraile dominico Bartolomé de Las Casas. “No es franciscano, pero es el creador de los derechos humanos”, dice.

El objetivo en ese ambiente es plasmar a través de maquetas y muñequitos la labor evangelizadora y el trabajo de los franciscanos. También se narra la historia de la llegada de Cristóbal Colón al continente americano y hechos de la época de colonial.

Montar estas salas no fue nada fácil. León y varios voluntarios investigaron y recopilaron información durante más de tres años. “El museo se ha caracterizado por mostrar el arte sacro, pero no queremos que sólo se centre en esa parte artística”, explica León.

Al rescate de la historia paceña

La segunda sala se llama Fray Juan de Dios Delgado. Una cama, una mesa, una silla y una maleta fueron suficientes para recrear el espacio de no más 4x4 metros, donde residió el religioso antes de 1809. El fray había participado en las reuniones con los líderes de la Revolución del 16 de Julio de 1809 y algunos de esos encuentros se realizaban en estas mismas instalaciones.

“Los franciscanos también ayudaron y estuvieron presentes en las luchas independentistas”, comenta León y una de las maquetas transporta al pasado, pues escenifica los últimos minutos de vida de Pedro Domingo Murillo, antes de ser ahorcado. En la escena destaca la figura de Fray Delgado, quien se encargó de enterrar los restos de algunos de los héroes de la revolución paceña.

Vicenta Juariste de Eguino, una de las mujeres que participó en esas jornadas revolucionarias, recibe a los que serían los libertadores, entre ellos Simón Bolívar. La escena ocurrió luego del ajusticiamiento de Murillo.

El infierno de la Guerra del Chaco

Al ingresar a la tercera sala, denominada Fray Fernando Villamil, se puede apreciar fotografías, prendas, medallas, relicarios, pasaportes y otros objetos del religioso, uno de los personajes más importantes de la comunidad franciscana, al convertirse en uno de los primeros capellanes de guerra.

Fray Fernando Villamil, al igual que otros franciscanos, participó en la Guerra del Chaco (1932-1935). “Varios franciscanos fueron como capellanes de guerra al campo de batalla para curar a los enfermos y a los heridos, que eran miles”, relata León.

En las paredes se exhiben varias fotografías de otros sacerdotes. León recita de memoria sus nombres y cuenta con solemnidad una breve biografía de cada rostro. “En una de las fotos se encuentra uno de los presidentes del país, es René Barrientos Ortuño”, concluye.

La iglesia de San Francisco, considerada un patrimonio de los paceños


Óscar León dice orgulloso que la iglesia y el convento de San Francisco son un patrimonio arquitectónico y cultural de la ciudad de La Paz.

“El templo fue construido en ese entonces en las afueras de los límites de lo que se consideraba la ciudad paceña, a orillas del río Choqueyapu, y con una cercanía notoria a los indígenas”, dice León, mientras recuerda que La Paz, en esa época, estaba dividida por el río, separando las dos ciudades: la indígena y la española.

La infraestructura de la iglesia San Francisco se caracteriza por tener un estilo barroco mestizo y considerada única en el país, según la explicación del guía.

León dice que la mayor parte de la construcción fue trabajada por manos indígenas.

El convento tiene aproximadamente 500 años. La construcción original fue destruida por una nevada alrededor del siglo 17. La actual infraestructura fue concluida a principios del siglo 18.

El primer templo fue construido con materiales sencillos: adobe y paja.

La infraestructura actual de la iglesia y el convento fueron edificadas con piedra labrada. En 1753 se cubrieron la cúpula y los cruceros.

“Es importante destacar la sencillez de los franciscanos, ellos buscaban acercarse a la gente pobre”, cuenta.

Otro dato interesante es que se desconoce la identidad del arquitecto de la iglesia. Se cuenta que el terreno fue donado por Diego Baena, un minero que descubrió un tesoro cerca del río Orco, según el portal historiadelarte.us.

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