viernes, 16 de septiembre de 2011

Allkamari, turismo místico en Palca

A 40 minutos de La Paz, a una altura de 3.800 metros, el hotel Boutique Eco-resort Allkamari, dentro del Valle de las Ánimas en la comunidad de Palca, es un lugar sagrado para los habitantes de los Andes.

Al ingreso, por el camino de Apaña, el paisaje es una mezcla de viviendas de ladrillo y de adobe de hasta dos pisos, pero a medida que se avanza por la vía las construcciones desaparecen, dejando entrever en el fondo a los hermanos Illimani y Mururata.

Cada recodo exalta, como único y exclusivo cuadro natural, catedrales góticas y obeliscos labrados por el viento. En el campo crece la paja brava y pace el ganado, cuidado por los niños.

Tomando el camino cuesta abajo, frente de la iglesia de La Misericordia Virgen del Pilar, se puede visualizar la Estupa, un monumento tibetano construido con el objetivo de apaciguar y armonizar las energías de todos los seres para crear un ambiente de paz y benevolencia.

El hotel cuenta con cabañas ubicadas en una extensión irregular del terreno con vista a los nevados. Da la bienvenida al visitante la Kiva, un espacio de recogimiento espiritual, conocida también como recámara de paz, y, en este caso, lugar donde se realizan varios tipos de ceremonias, entre ellas el chamanismo de la selva peruana, otras tradicionales andinas y de la cultura nativa norteamericana.

El proyecto nace 20 años atrás como una necesidad de Miguel Kavlin de echar raíces en Bolivia, y como parte de las enseñanzas aprendidas a través de su experiencia personal a lo largo de tantos años fuera del país.

La historia nace cuando Kavlin llega al país y, caminando por los alrededores, se sitúa en una parte del terreno pedregoso y poco uniforme y es cuando percibe que ése es el lugar desde donde debe compartir las enseñanzas recibidas, por lo que decide comprar una parcela de tierra que le permita conseguir sus sueños.

A este lugar asisten hoy gran cantidad de personas: paceños, desde El Alto hasta la zona Sur, de otras ciudades del país y también extranjeros de varios lugares del mundo, en especial de Estados Unidos, quienes llegan para participar en ceremonias de curación, con ofrendas para los nevados poderosos, los achachilas que cuidan el valle.

Nacimiento al ser chamánico

El nacimiento a la vida chamánica puede realizarse de diversas maneras, según sea el destino del “tocado” a ser chamán, pues puede darse el caso de que no es el “tocado” el que busca, es “el espíritu” -como ellos lo designan- quien lo llama a ser el depositario de los rituales, la historia y el conocimiento de su comunidad con el fin de ayudar a quienes lo necesiten.

La iniciación puede acontecer tanto en el ámbito externo como el psíquico, como apunta Joan Halifax y puede venir marcado por determinadas señales, que ya se presentan en el nacimiento. Puede acaecer bajo la guía de otro chamán y en ocasiones es un fenómeno espontáneo que agarra desprevenido a su protagonista.

Una de las características esenciales es el re-nacimiento a un nuevo “estado de conciencia” a partir de experiencias en el mundo onírico, ser atrapados por un rayo o visiones tras varios días de ayuno, según las diversas culturas en el mundo donde pervive esta práctica ancestral.

Cuando el ahora chamán Miguel Kavlin cursaba la carrera de química en la Universidad de Mckenna, al sur de California, salió con unos amigos a dar largas caminatas por el alto desierto Ioshia Tree National Park -lugar de formaciones de piedras de cristal y cuna de iniciación de chamanes ancestrales- y comenzó a experimentar encuentros paralelos al “mundo objetivo”, como escuchar cantos de pájaros que producen especiales estados de conciencia o la apertura de portales en las quebradas de las montañas.

Este pasaje marcaría la vida de Miguel, pues produjo en él gran regocijo, pero al mismo tiempo inconformismo con el mundo tecnológico en el cual vivía y, por consiguiente, una búsqueda existencial y de encuentro consigo mismo.

Tras años de búsqueda y de encuentro con maestros de diversas culturas, este chamán tuvo un sueño muy particular, en el que un murciélago lo mordía y él aceptaba la mordida, no como una afrenta, sino como algo benéfico.

Dos días después recibió una llamada con la noticia de la llegada de un chamán proveniente de Perú. Fue invitado a participar y al término de tres ceremonias con Agustín Rivas Vásquez -ahora su maestro- decidió internarse en la selva peruana para trabajar en ese camino y fortalecerse con las prácticas rituales chamánicas.

Después de siete meses regresó a su casa de Brooklyn, en Nueva York, con permiso de auspiciar ceremonias, las cuales se llevaban a cabo en su departamento los viernes por la noche.

Maestros del chamanismo, un rompecabezas cósmico


Estos “maestros técnicos del éxtasis”, como los denominó el investigador Mircea Eliade, no encuentran origen en un solo lugar, pues están distribuidos a lo largo de todo el globo, desde Groenlandia, pasando por Siberia, el Ártico, África y Australia, hasta llegar a Norteamérica, Mesoamérica y el Amazonas, al sur de este continente, lugar del que extrae sus conocimientos “el chamán de Allkamari” al momento de realizar las ceremonias amazónicas, ayudado por el brebaje de la ayahuasca.

Miguel explica que la Banisteriosis caapi -comúnmente conocida como ayahuasca- es una liana que se enreda sobre los árboles de la selva tropical. Su nombre significa “soga de la muerte” o “soga del alma” en quechua, el idioma de los incas.

Combinada con las hojas del arbusto de chacruna (Psychotria viridis), la ayahuasca se vuelve un poderoso y efectivo brebaje para ayudar a la gente en general y a los chamanes en particular a entrar en el “real” mundo de los espíritus, disipando las ilusiones y limpiando la contaminación incurrida en este mundo irreal de la vida cotidiana.

En una dimensión psicológica, el chamán es un guía dentro de un camino oscuro que linda con la muerte, donde el paciente deja atrás lo inservible para sí mismo, y si el recorrido es exitoso, el resultado es un hombre nuevo.

Como consecuencia de un proceso largo en su entrenamiento, lo que conlleva una serie de dietas, reclusiones en la soledad e incluso abstinencia sexual, el chamán llega al conocimiento de que la realidad depende del estado de conciencia en el que se vive y que las realidades de los estados alterados son tan reales como ésta: todas se interrelacionan.

También sabe que ningún estado de conciencia es superior a otro. Por lo tanto reconoce su humilde posición en el universo y vive en una constante reorganización de su propio devenir.

Para llevar a cabo los viajes de sanación, recurre a la utilización de plantas medicinales a las cuales ha sido sometido en repetidas ocasiones hasta obtener la maestría en sus principios activos.

Ha sido instruido en la preparación de éstas, a las cuales debe dar un tratamiento especial, un “soplo” de tabaco, un ícaro o canción para otorgarles más fuerza. Asimismo, conoce las dosis que deben ser ingeridas por los pacientes en los ritos de sanación, los cuales se desarrollan al compás de cantos o rezos e instrumentos musicales, como tambores o campanas, que en varios casos forman parte de su propio atuendo.

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