lunes, 24 de octubre de 2011

UNA ALTERNATIVA A LO PACEÑO PARA LA NOCHE DE BRUJAS "TOUR" NOCTURNO EN EL CEMENTERIO

Anita Paredes se negaba rotundamente a que los paceños fueran enterrados lejos de los tradicionales enterramientos en las iglesias del centro de La Paz. Esta costumbre estaba provocando problemas de salubridad en la ciudad y, por ello, el Mariscal Andrés de Santa Cruz ordenó la construcción, en 1831, de un camposanto en la zona de Callampaya.

Para evitar la negativa del pueblo, se edificó dentro del recinto una capilla. Sin embargo, eso no acalló las protestas de los paceños. Para convencerlos, las autoridades decidieron enterrar allí en primer lugar a un personaje considerado santo.

Exhumaron al obispo Ochoa, fallecido un tiempo atrás y enterrado, cómo no, en una iglesia. Sin embargo, al sacarlo de su ataúd, vieron que el cuerpo permanecía casi intacto y decidieron exhibirlo en la Catedral. Los pobladores acudieron a ver “el milagro” de forma masiva, pues había sido un personaje querido en la urbe, entre los que estaba la fervorosa creyente Doña Anita.

Mientras los feligreses observaban el cuerpo del obispo, un pedazo de la cornisa cayó del techo. Temiendo el derrumbe del edificio, la gente salió corriendo con tan mala suerte que, en medio de la avalancha, Doña Anita cayó al suelo y murió pisoteada por sus conciudadanos. Mientras continuaron los festejos alrededor del cuerpo del padre Ochoa, la que tanto se opusiera al cementerio se convirtió en la primera paceña en ser enterrada en éste, pero de forma discreta. Ella estrenó el camposanto de Callampaya. Sin embargo, nadie sabe el lugar donde se encuentra su tumba.

Historias curiosas como ésta no le faltan al Cementerio General de La Paz. Este 31 de octubre, aquellos que busquen una Noche de las Brujas alternativa pueden acudir a la cita con los relatos de los muertos célebres del primer camposanto de la ciudad. Desde la puesta de sol hasta cerca de la medianoche, dos buses recogerán a los visitantes de la iglesia de San Francisco, lugar donde se enterraba a los muertos hasta 1831, y los llevarán hasta el arco que levantó un monje de esa orden religiosa, Miguel de Sanahuja, por orden del Mariscal Santa Cruz. Durante el recorrido, un guía irá relatando la historia de doña Anita Paredes para crear el ambiente necesario para la ruta.

Una vez dentro, comenzará el recorrido por tumbas y mausoleos significativos, en las que cuentacuentos harán que los visitantes se metan de lleno en las historias.

Pérez Velasco y Bautista Saavedra
Todavía hay quien viene a depositar flores al mausoleo de José María Pérez Velasco, mezcla de art decó y estilo indigenista.
Este personaje nació en La Paz el 2 de marzo de 1854. Empezó a estudiar medicina pero se le recuerda, sobre todo, por su papel en la batalla del Alto de la Alianza, durante la Guerra del Pacífico (1879) y por ser Vicepresidente de Pando, entre otros cargos célebres. Se presentó a las elecciones a presidente pero no fue elegido. Poco después, enfermó y murió en la ciudad que lo vio nacer, el 27 de noviembre de 1904.

Al lado de su mausoleo está un personaje que sí logró llegar a presidir Bolivia: Juan Bautista Saavedra. Fue el fundador del Partido Republicano y, de 1920 a 1925, ostentó el cargo de máximo mandatario del país. Además, fue escritor. Falleció en 1939 en la ciudad de Santiago de Chile.

La tumba de Carlos Palenque
Éste es uno de los puntos más visitados del Cementerio General, algo que se nota con sólo mirar su tumba: es una de las más coloridas. Flores frescas, fotos del desaparecido comunicador y político, y alguna que otra dedicatoria adornan el sitio 14 años después de su fallecimiento.

A la derecha de su tumba, está la del padre Lefebvre, un canadiense que vivió 18 años en Bolivia. También fue aquí, en las calles de La Paz, donde murió mientras trataba de socorrer a un estudiante herido de bala durante el golpe del general Hugo Banzer, que inició su dictadura en 1971.

Memorial a Luis Espinal
Su historia se contará unos metros más adelante, después de recorrer un pasillo iluminado por velas para poder observar las antiguas y bellas lápidas que se encuentran a ambos lados de la vía. Los visitantes llegarán hasta el Memorial a Luis Espinal Camps, el cura, periodista y cineasta de origen español que fue secuestrado y asesinado cuando salía de ver la película Los Desalmados en el cine 6 de Agosto, en 1980.

A mano izquierda, está el Mausoleo de Notables. Los apellidos de los que están aquí enterrados han dado nombre a la mayoría de las calles más importantes de La Paz.

Después, el camino prosigue por las gradas de los mausoleos mellizos: cada monumento mortuorio es igual al de enfrente, pero no a los de los lados.

Mausoleo de los Héroes del Chaco
Este monumento de estilo tiwanacota está presidido por la estatua de Maximiliano Paredes. Sin embargo, aquí se contará la historia de Bruno Racua, el héroe indígena anónimo de Ixiamas que espantó a los brasileños con el fuego de sus gigantes flechas durante la contienda en el Chaco.

El turno de los Héroes del Pacífico
Tras visitar el mausoleo diseñado por Emilio Villanueva, el siguiente punto del recorrido es el lugar donde están enterrados, supuestamente, los Héroes del Pacífico. Y es que no es del todo correcto, pues aquí están José Ballivián, quien murió en 1852, Manuel Isidoro Belzu (fallecido en 1865) y José Córdova (muerto en 1861). La guerra contra Chile comenzó en 1879.

Aquí también se encuentra la tumba de Federico Lafaye, sobrino y ayudante de su tío, Agustín Morales, presidente de la República. Como otros mandatarios de su época, era militar. Uno de los rasgos característicos de Morales era su heredado mal carácter. El 27 de noviembre de 1872, se rumoreaba que iba a haber una revolución para derrocarlo. El Presidente, enfurecido, se peleó con varios de sus ayudantes, entre ellos con su sobrino. Federico, que tenía el mismo temperamento que su tío, no lo dudó y, ante los golpes e insultos de Morales, le disparó las siete balas de su revólver.

El mausoleo de Germán Busch
El penúltimo punto del recorrido es la tumba de otro de los presidentes que ha tenido la República. Tiene una alta columna que está como cortada en la cúspide. Un pilar truncado hace referencia a su corta vida. Ahí está enterrado Germán Busch, quien se quitó la vida. Sobre su lápida hay dibujos y flores que le traen desde anónimos a alumnos del colegio que lleva el nombre de este militar de tendencia socialista.

Otros miembros de su familia eran también maniaco-depresivos: su padre intentó suicidarse, sin conseguirlo; dos hijos de sus hijos también se quitaron la vida.

El mausoleo de José Manuel Pando
Antes de dirigirse hacia la puerta, los visitantes pasarán por el último monumento mortuorio célebre de esta visita: el del presidente José Manuel Pando.

El motivo de su muerte no quedó totalmente esclarecido a pesar de que, tras un proceso judicial que duró una década, se sentenció a muerte a Alfredo Jáuregui, el menor de los tres hermanos sospechosos. En aquel entonces, la ley permitía matar a tantos culpables como víctimas hubiese. Así pues, la justicia colocó dos bolas de color blanco y una negra para que fuera la suerte quien decidiera. Alfredo, que fue encarcelado a los 16 años, sacó la negra.

La visita finalizará en la entrada del cementerio, donde habrá un elemento típico de estas fechas: una mesa de Todos Santos. Aunque la costumbre dice que se colocan en las casas al mediodía del 1 de noviembre, para recibir las almas de los seres queridos, en esta noche alternativa se hará hincapié en costumbres más autóctonas.

La Alcaldía organiza este novedoso tour (hasta ahora, se hacía de día y de modo diferente) con el fin de ofrecer una alternativa a la noche de Halloween. Si tiene buena acogida, se prevé instaurar esta ruta de forma permanente para dar a conocer a paceños y turistas extranjeros este lugar, parte del patrimonio de la ciudad.


Halloween, una fiesta de origen celta

En todo el mundo, cada 31 de octubre desfilan por las calles zombis, brujas, calabazas iluminadas y una serie de seres relacionados con la muerte y las artes oscuras. Incluso, llaman a las puertas preguntando el famoso: “¿Truco o trato?”. Pero, ¿de dónde viene esta celebración?

Aunque haya sido el cine de Estados Unidos el que haya exportado esta fiesta, su origen está en Europa. Los celtas de Irlanda celebraban los cambios de estación. Una de sus fiestas estaba dedicada a Samhai (dios de los muertos), quien representaba el último día de la cosecha y el comienzo del invierno. Los druidas de cada tribu entraban en contacto con los espíritus de los difuntos en la noche, y el pueblo dejaba dulces y comida a los muertos para tenerlos contentos.

Pero llegaron a aquellas tierras los cristianos y, para evitar que los celtas adoraran a ese dios de los muertos, les impusieron la Vigilia de Todos los Santos o All hallow’s eve, lo cual derivó en Halloween. El rey Gregorio III trasladó esta fiesta al 1 de noviembre y su sucesor estipuló que era necesaria una vigilia la noche anterior para preparar ese día. De aquí surgió la fiesta de disfraces. Luego, Halloween cruzó el charco hasta Estados Unidos junto con los irlandeses durante las masivas migraciones desde Europa al nuevo mundo, entre finales del siglo XIX y principios del XX. El cine y las series estadounidenses, que llegan a todo el mundo, hicieron el resto y hoy, grandes y mayores, parecen no resistirse a celebrar la Noche de los Difuntos con disfraces, dulces y calabazas.

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