domingo, 8 de julio de 2012

Caxias do Sul esconde, en la zona meridional de Brasil

Son 130 los kilómetros que separan a Caxias do Sul de Porto Alegre, la capital regional, y 130 los años que han pasado desde que comenzó una migración masiva de italianos al sur del país, corriente de la que también formaron parte miles de colonos alemanes, polacos y de otras nacionalidades europeas.

En el sur de Brasil, fronterizo con Argentina y Uruguay, los italianos encontraron tierra en abundancia y con un relieve y condiciones climáticas parecidas a la que habían dejado atrás, motivo por el cual hicieron de la industria vitivinícola uno de los pilares del desarrollo de esa región, que hasta hoy se destaca como el principal productor de uvas y vinos del país.

Ese flujo masivo de mano de obra procedente del Véneto, la Toscana, Lombardía, Campania y otras regiones italianas, que se instaló principalmente en las montañas del sur, hizo que los dialectos, costumbres, folklore, gastronomía, arquitectura y otros aspectos de la “italianidad” se incorporaran a las tradiciones e identidad de los gauchos de Brasil, según la historiadora Liliana Henrichs, directora de Memoria y Patrimonio del Municipio.

“La región y Caxias do Sul, en particular, respiran italiano y la población de ese origen se enorgullece de su tradición, aquí nadie niega que es brasileño, que es gaucho (gentilicio de los de Río Grande do Sul) pero entre los brasileños esta población quiere resaltar su italianidad”, señala la historiadora.

No es casualidad que el parque central de la ciudad tenga el nombre Dante Alighieri y que la iglesia de Sao Pellegrino sea el principal punto turístico, ni que las familias tradicionales tengan los apellidos Nespolo, Corlatti, Comerlato o Postiglione, entre muchos otros.

De origen humilde en su mayoría, los colonos, que huían de la pobreza, las guerras y las transformaciones socioeconómicas producidas por la unificación de Italia en la segunda mitad del siglo XIX, construyeron sus propias casas y en ellas reprodujeron la arquitectura campestre del país habían dejado atrás, estilo que aún se preserva en diferentes barrios de Caxias do Sul.

Trabajadores y organizados

“Ellos (los primeros inmigrantes) eran un pueblo trabajador, organizado, que daba prioridad a sus espacios, cantinas y templos, en los que se denotan las circunferencias y los ángulos”, señala el arquitecto y urbanista Jorge Fandinho.

Para Fandinho, los primeros inmigrantes de Caxias do Sul “entregaron una gran contribución al desarrollo urbanístico de la ciudad, pues tenían el referente de las grandes construcciones en Italia y trataron de hacerlas similares en Brasil, con otros materiales y sin ayuda profesional”.

Una réplica de la Caxias do Sul de finales del siglo XIX, construida en uno de los puntos turísticos de la ciudad, reproduce las casas levantadas con madera de pino, basalto y piedra, los materiales más baratos y que los colonos tenían a mano.

En Caxias, la segunda ciudad de Río Grande do Sul, con 450 mil habitantes, muchas de las casas y cantinas construidas por los colonos italianos han sido convertidas en pequeños “museos” que reciben día a día a visitantes seducidos por la gastronomía y la próspera industria vinícola de la región.

“La ciudad guarda en su memoria la herencia cultural y costumbres dejados por los colonizadores y este legado se ha insertado en el ambiente tradicionalista gaucho”, opina Henrichs.

La Fiesta de la Uva, que se celebra cada dos años y es una de las más tradicionales del sur de Brasil, es la expresión palpable de toda la italianidad que respira Caxias do Sul, explica Gelson Palavro, director de esa festividad que nació en 1931 y que sólo fue interrumpida en los años de la Segunda Guerra Mundial.

La presencia de los presidentes de la República en la inauguración de la fiesta es una especie de amuleto para los propios mandatarios. “El único presidente que no nos honró con su presencia en la Fiesta de la Uva fue Fernando Collor de Mello y después fue destituido”, recuerda Palavro.

La Feria

Las costumbres y tradiciones de los inmigrantes que colonizaron la región, preservadas por los oriundi (descendientes de italianos), reviven cada dos años en otro evento de la italianidad, la Feria Agroindustrial, una fiesta paralela a la de la uva en la que los negocios se hacen al calor de la música, la gastronomía y los mejores vinos de la región.

Quien visita Caxias do Sul y otros municipios de la Sierra Gaucha se solaza con paisajes bucólicos y lugares pintorescos que seducen a los turistas, en su mayoría atraídos por la producción artesanal de vinos, la principal actividad económica de los habitantes de la región.

“La producción de vinos dejó de ser una simple fuente de recursos para Caxias do Sul y se transformó en un arte para mostrar las tradiciones y costumbres italianas que pasan de generación en generación”, destaca Eliseu Zanoni, un pequeño productor de la región.

Caxias do Sul, cuyo nombre es un homenaje al Duque de Caxias, un militar y político brasileño (1803-1880), reserva al turista un viaje a lo más profundo de la cultura italiana que ha sido preservada en Brasil durante más de un siglo por millones de oriundi que se sienten tan brasileños como italianos (EFE Reportajes).

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