domingo, 23 de septiembre de 2012

El madidi, posiblemente el área más biodiversa del mundo, aún guarda especies por descubrir.

Tiene una extensión de 18.957 km² y se encuentra al noroeste de Bolivia. Ocupa el 1,7% del territorio nacional y representa tan sólo el 0,037% de la superficie terrestre y marítima del planeta. Sin embargo, podría ser el área más biodiversa del mundo, aseguran expertos como el director de Wildlife Conservation Society (WCS) en Bolivia, Robert Wallace. Se trata del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi. El 21 de septiembre de 1995, mediante el Decreto Supremo N°24123, se declaró este espacio como lugar protegido. Desde antes y hasta ahora, la región ha sido estudiada por numerosos científicos bolivianos y extranjeros. Pero, a pesar de todas las investigaciones realizadas hasta el momento, todavía queda mucho por estudiar.

Para conocer exactamente qué se sabe y qué falta por investigar en la zona, el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) acaba de publicar una compilación con los trabajos que 50 científicos han realizado sobre la fauna y flora del área:

Conocimientos científicos y prioridades de investigación en el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi. Antes han aparecido otros libros sobre ciertas clases de animales o vegetales, o acerca de alguno de los ecosistemas del parque, que cumplió 17 años el viernes. “La importancia de este libro radica en el hecho de que concentra el conocimiento acerca de todos los grupos de organismos vivos existentes en el Madidi”, explica el responsable de monitoreo de la conservación del Sernap, Héctor Cabrera.

Wallace destaca la característica que hace del parque un lugar “único” en el planeta: su gradiente altitudinal, que va de los 150 a los cerca de 6.000 metros sobre el nivel del mar. Es esto lo que le confiere su rica biodiversidad.

Hasta la fecha, se ha identificado 193 familias y 8.244 especies de plantas vasculares (aquellas que tienen raíces, tallo y hojas), de las que 93 son endémicas. Sin embargo, como señala Cabrera, aún queda mucho por descubrir, y es por eso que las previsiones de los estudiosos auguran que se podrían llegar a registrar 12 mil especies vegetales. En cuanto a mamíferos (de todos los tamaños), aves, peces, reptiles y anfibios, se ha hallado 1.465 tipos de vertebrados, que podrían llegar a ser 1.868. En cuanto a aves, hay 917 identificadas y se estima que alcanzarían 1.088 en un territorio de casi 19 mil km² (en toda Norteamérica hay 800 tipos).

Los desconocidos del Madidi

Los insectos apenas están estudiados, señala Wallace, y todavía hay mucho por hacer en el campo de la ictiofauna o, lo que es lo mismo, apenas se tiene información sobre peces.

Los primeros trabajos de investigación sobre los animales acuáticos en la vertiente oriental de los Andes bolivianos comenzaron en 1924. Son conocidos en el ámbito científico los de Pearson, cuyos trabajos hablan de 155 especies de peces, de las que 27 fueron nuevos hallazgos para la ciencia (no se habían hallado antes en ningún lugar).

Otros estudios realizados por diferentes instituciones, entre ellas la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), han logrado aumentar el conocimiento que se tenía sobre peces. Sin embargo, Guido Miranda, experto en el tema y uno de los colaboradores del libro, ha estado investigando in situ desde 2001 y asegura que, aunque hubo científicos dedicados a este campo durante años, el mayor vacío de información sobre peces de Bolivia afecta al área del Madidi y, en su mayoría, lo que se conoce es de zonas aledañas al parque, pero poco se sabe de la ictiofauna de su interior. Opina que, con más estudios, aumentará “significativamente” el registro de tipos de especies. “Seguro que muchas de ellas podrían ser nuevas especies para la ciencia”.

Algo similar sucede con anfibios, reptiles y plantas no vasculares (líquenes, musgos...); hay mucho por estudiar todavía.

Las amenazas que afectan al parque merecen también captar la atención de los científicos. Se tiene conocimiento de ellas (la apertura de caminos, la agricultura, las ilegales caza, turismo y extracción de madera y otros), pero no cuál es su magnitud.

Lo que sí está claro son los servicios ambientales que otorga el Madidi: su bosque tropical es importante para mitigar los efectos del calentamiento global, tiene grandes reservas de agua y, por su tamaño y variedad de hábitats, es un área clave para la conservación de la fauna terrestre más carismática de Sudamérica: el jaguar, el oso andino, el tapir, el chancho de tropa, la londra y parece que también para el cóndor y el marimono. Además, puede servir para monitorear si el cambio climático está afectando al comportamiento animal.

De la flora y fauna que existe en el Madidi, 182 especies están en peligro pero bajo la protección del parque. De ellas, 108 son vegetales y 74 vertebrados, de los que 35 aparecen en el Libro Rojo de Vertebrados de Bolivia en las categorías de “Vulnerable”, “En Peligro” o “En Peligro Crítico”.

A pesar de las amenazas, el director de WCS se muestra optimista: “Dentro del parque, el nivel de deforestación es muy bajo”, especialmente en las zonas más profundas. Incluso, en algunas áreas se ha recuperado especies, como en los alrededores de los ríos Tuichi y El Hondo, donde había campos de madereros que afectaban el entorno. Por ello, a pesar de que los peligros existen, Wallace valora positivamente la gestión del parque, vigilado por unos 30 guardaparques, según Cabrera.

El origen de esta compilación se remonta a 2009, cuando personas del sector académico propusieron al Sernap convocar un coloquio con expertos para poner en común experiencias de investigación y de aprovechamiento de recursos en el área. Luego hubo un taller de tres días en el que se reunieron casi 40 investigadores de la fauna, la flora y los ecosistemas del Madidi. A raíz de estos encuentros, los asistentes, a los que se sumaron otros estudiosos hasta conformar medio centenar de expertos, comenzaron a escribir sus averiguaciones para componer las 178 páginas del libro.

Hay que investigar más

“La investigación, a nivel nacional, es muy dispersa. Y la misma realidad corre a nivel de las áreas protegidas”. Así reza la conclusión a la que llegó el Sernap tras una auditoría, cuenta Cabrera, y el otro motivo que impulsó la creación de la compilación. De los 50 científicos que han participado, nacionales son el 80%, vinculados a alguna de las instituciones académicas que realizan investigación en el país, como la Colección Boliviana de Fauna, el Herbario Nacional de Bolivia y el Instituto de Ecología de la UMSA, así como organizaciones no gubernamentales (WCS y ACA-Amazon Conservation Association) y el Missuri Botanical Garden de Estados Unidos.

Los extranjeros cuentan con una larga trayectoria de trabajos en el área, como Stephen Beck, un alemán que ha estudiado in situ durante más de 30 años.

Hay alrededor de 350 ejemplares en el libro que, espera Cabrera, sea un precedente de otros sobre el resto de las áreas protegidas bolivianas y, también, de nuevos tomos sobre el parque Madidi. Éste, aunque queda mucho por descubrirse, ya se ha consagrado como un tesoro de la naturaleza.

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