martes, 18 de diciembre de 2012

Misticismo y aventura Jayu Quta y Puqui, el embrujo turístico de Salinas

Qué insólito resulta, -cuando crees haber conocido todos los atractivos turísticos de una determinada región-, y te enteras que existen otras más. Sin duda, la noticia como que te deja mal parado porque te creías un conocedor ya que lo habías visitado en reiteradas oportunidades; pero al mismo tiempo, te mueve esa curiosidad saber más acerca de ellos.

Así al menos lo sentí cuando una vez más tuve la fortuna de viajar a Salinas de Garci Mendoza, en el departamento de Oruro, el pasado sábado 24 de noviembre, con motivo del lanzamiento turístico de este municipio.

TRAVESÍA TURÍSTICA

Son las ocho de la noche en la ciudad de Cochabamba, cuando me apresto en abordar el bus para llegar a Oruro a eso de la una de la mañana, porque una hora después, a las dos, tengo programado salir hacia la población de Salinas de Garci Mendoza, capital de la provincia Ladislao Cabrera.

Una vez ubicado en el bus que partirá de Oruro a Salinas, sabemos que el viaje que nos queda por recorrer será largo: unas cinco horas aproximadamente, hasta llegar a la comunidad de Jayo Quta (laguna de sal), que será nuestro primer destino.

Son las siete de la mañana y el bus hace su primera parada en la comunidad citada. Desde las ventanas podemos ver que las autoridades originarias, a la cabeza del Alcalde municipal y el párroco de Salinas de Garci Mendoza, nos aguardan para brindarnos una “cálida” bienvenida.

Y así es, ni bien bajamos del bus, ese calor humano se deja sentir a través de los abrazos, apretones de manos, besos en las mejillas y una lluvia de mixturas en una fría mañana, donde los primeros rayos del sol hacen lo imposible por subir la temperatura reinante, que a esas horas no pasa de los 7º C.

EN LAS ENTRAÑAS DEL CRÁTER

Después de los rigores de protocolo que se acostumbra realizar en este tipo de eventos, finalmente llega la ansiada hora de encaminarnos a los encantos de Jayu Quta, pero antes nos invitan a degustar un sabroso desayuno que consiste en mate de “lamphaya”, hierba medicinal de la zona, acompañado de unas tortillas de quinua.

Este alimento mañanero lo degustamos en un pequeño comedor, construido especialmente para atender a los turistas que llegan a esta comunidad, como una parada obligada, antes de proseguir el viaje a Salinas, y de ahí rumbo al salar de Uyuni.

Una vez recuperado las fuerzas con el desayuno típico, llegó la hora de bajar a las entrañas de la gigantesca fosa, cuya dimensión esta sobre los dos kilómetros de diámetro. Más conocido como el cráter Jayu Quta.

Los comunarios cuentan que éste se habría originado a causa de la caída de un meteorito, hace cientos de miles de años. Lo curioso es que éste no es el único, porque unos 10 kilómetros hacia Salinas, también existe otra con las mismas características, y casi de las mismas dimensiones.

Antes de bajar a las entrañas de la formación natural, la presencia de un sendero, un mirador armado en troncas y una pequeña choza construido en el interior del cráter, sin duda me deja sorprendido, porque hace unos cuatro años, cuando llegué por primera vez, nada de esto existía. Para ese entonces los visitantes solo podíamos apreciar el cráter desde alguna elevación rocosa que hacía de mirador natural; hoy los turistas ya pueden darse el lujo de entrar hasta las mismas entrañas o subir al mirador, y desde ahí observar la verdadera dimensión del cráter.

Pero ¿qué de interesante puede tener el cráter como para llegar hasta el mismo corazón? La existencia de una pequeña laguna que en tiempos de lluvia sirve de hábitat a los flamencos, wallatas y otras aves migrantes; y también saber que se convierte en un reservorio de sal, en tiempos de estiaje. Esos son apenas dos de los motivos para que la mayoría de los turistas queden seducidos a bajar a las profundidades: nosotros no fuimos la excepción.

CAPILLA DE JAYU QUTA

Por la forma de su edificación, -similar a un templo mezquita-, el guía comenta que esta reliquia religiosa es única en cuanto al diseño arquitectónico, pues no existe una construcción similar en todo el país; y sin una fecha exacta que precise su edificación, aunque muy quitado de pena se aventuran en decir que pudiera haber sido en el siglo XVI, al observar la estructura arquitectónica, a simple vista se puede deducir que toda la infraestructura, desde el cimiento, hasta las paredes y el techo, fueron edificados en base a las piedras calizas del cráter. Después de unas tres horas de permanencia en la comunidad de Jayu Quta, nuestro tour llegó a su fin, pero mientras nos despedíamos de nuestros anfitriones, me quedé pensativo, hasta

que en mi interior me dije: “Jayu Quta no sería tan especial si no tuviera este enorme cráter y su capilla mezquita”.

RUMBO A PUQUI

El nuevo destino a conocer es la comunidad de Puqui, distante a dos horas de Jayu Quta. El tiempo de viaje para llegar a esta comunidad no sería tanto si el camino estuviera en buenas condiciones; pero, por diversos factores, el tramo que une desde la población de Quillacas hasta Salinas de Garci Mendoza, no puede ser concluído con la implementación de una capa asfáltica desde hace cuatro años. En resumen, a la fecha todo este proyecto se encuentra abandonado y en pésimo estado.

LA ESCENA SE REPITE

Puqui es una hermosa comunidad mucho más grande que Jayu Quta, y con mayor número de población. La escena se repite, pues la manifestación de aprecio hacia los visitantes parece ser norma de conducta en toda la comunidad, quienes a la cabeza de sus autoridades originarias, una vez más nos dan una plácida bienvenida, al mismo tiempo nos llevan bailando hasta la plaza principal, ubicada a unas tres cuadras al este.

EXCURSIÓN TURÍSTICA

El primer lugar a visitarse en Puqui es la iglesia colonial, construida a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Su estructura arquitectónica presenta la forma de cruz latina. “El altar como el retablo fue modificado levemente”, comenta el padre Beimar Salazar, quién en Jayu Quta, incluido Puqui y en Salinas hace de guía religioso.

El siguiente destino a seguir es la zona arqueológica de Puqui, ubicada al sureste a unos dos kilómetros. La travesía por el desfiladero, hasta llegar al mismo recinto arqueológico, nos ofrece un hermoso paisaje lleno de ecosistemas alto andinas: alisos, molles, perales, queñuas y decenas de cactus, además de bofedales y t’olares embellecen todo el recorrido, mientras acompañan al sendero zigzagueante que se abre paso hasta perderse entre las cuevas que existen en el cerro.

Una vez llegado a la entrada de una gigante cueva, del tamaño de una sala normal, la oscuridad reinante parece intimidarnos y no es para menos, pues en medio de ellas, decenas de restos humanos, -conocidos localmente como chullpares-, tienen a estas cavernas como su última morada desde hace cientos de años.

A decir de Vladimir Huarachi “la cultura que vivió en estos lugares fue anterior a la Tiahuanacota, cuya antigüedad estaría entre los 2500 a 3000 años A.C”. Según los comunarios, en la mayoría de ellas, casi una decena, se encuentran los chullpares, pero solo unas cuantas fueron habilitadas para el turismo. Pero acceder a estas concavidades rocosas no es una tarea fácil, pues si la intención es llegar a las mismas entrañas es necesario contar con una cuerda y tener un poco de conocimiento de rapel.

Sin embargo, esto no es ningún obstáculo, pues en la comunidad de Puqui existen guías capacitados, quienes son los encargados de proveer todo el apoyo logístico en todo el recorrido que toma a este complejo arqueológico, que al margen de los chullpares, también existen construcciones de viviendas, silos y terrazas precolombinas.

Pero la aventura turística no termina con solo conocer el sitio arqueológico, porque si usted se siente con suficiente energía como para poder subir hasta la cima del cerro que cobija a los chullpas, su esfuerzo puede ser gratificado con la impresionante vista panorámica del salar de Tunupa, que se encuentra a espaldas de esta elevación.

Parte del paisaje también forma el salar de Uyuni, y hacia la derecha el de Coipasa, además de la mitológica Tunupa, un volcán apagado que a la vez es un icono natural del Salinas. Sobre el salar existente a espaldas del cerro, simplemente es un comentario que le reproduzco sobre lo dicho por los guías locales, porque nosotros no pudimos experimentar esta proeza, por cuestión de tiempo, además que en una sola jornada no podíamos conocer todo lo que uno desea, ya que la estadía recomendada en esta comunidad es por los menos de dos días.



ALBERGUE TURÍSTICO

Para esta estadía la comunidad de Puqui cuenta con un albergue turístico con todo los requisitos básicos. Aquí el turista puede encontrar desde servicio de hospedajes, alimentación y guías capacitados. Además, de cuadratracks para ir a otros lugares donde existen más atractivos.

SALINAS, FINAL DEL RECORRIDO

Nuestro recorrido terminó en la población de Salinas de Garci Mendoza, a dos horas de viaje de Puqui. Aquí, se volvió a repetir el recibimiento de las autoridades, con la salvedad que en este lugar se desarrolló un acto central, con la ofrenda de una mesa ritual en honor a la Pachamama, madre tierra, y las deidades andinas, cuyas plegarias estaban enfocadas hacia el lanzamiento turístico y que éste sea un éxito y traiga prosperidad a toda la provincia Ladislao Cabrera.

Una vez más el padre Beimar ofició de guía para mostrarnos con lujo de detalles la iglesia colonial de Salinas. Sobre las características de esta iglesia, será en otro momento que describiremos sus cualidades.

Ya próximo al ocaso, terminamos nuestra travesía visitando al ingenio minero que durante la colonia funcionó en esta población. El ingenio está a un kilómetro hacia el este de Salinas.

ADIÓS SALINAS

Por las experiencias y los conocimientos compartidos junto a los salineños, sin duda, este viaje fue toda una anécdota en mi vida, y valió cualquier sacrificio humano, digno de repetirse una vez más.

Sin embargo, el mayor sacrificio corresponde a todas esas personas que viven en este jirón patrio, quienes solo buscan una mejor integración nacional a través de la promoción de sus atractivos turísticos.

Mientras agitábamos las palmas de las manos (en el ademán de despedida), tan solo ver la expresión de felicidad en el rostro de nuestros anfitriones sentí la necesidad de expresar, “ustedes son los portavoces de gritar a los cuatro vientos que Salinas de Garci Mendoza es hermosa y enigmática, y se encuentra en Bolivia”, así finaliza una nueva aventura en mi vida.



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