domingo, 16 de diciembre de 2012

Zipline, una aventura en el cielo de Yolosa

Es lo más cercano al vuelo de un ave. Con las manos libres y extendidas como si fuesen alas a punto de elevarse en el aire, el arnés puesto y la adrenalina que sensibiliza todos los sentidos, se abre el paisaje vasto de Yolosa en un recorrido a 200 metros de altura por el cielo de Nor Yungas.

El zipline, también conocido como maromas o tirolínea, es una aventura única en Bolivia que la ofrece la empresa Zip The Flying Fox. Consiste en trasladar a personas por un recorrido de tres montañas a través de más de 1.550 metros de cable de acero.

Sostenidos por un arnés y a una velocidad que puede llegar a 85 kilómetros por hora, los visitantes tienen la oportunidad de observar la flora y fauna del lugar desde un punto de vista aéreo inédito.

El proyecto fue creado por Alister Mathew como un complemento al recorrido que se hace en bicicleta por el llamado “camino de la muerte”. Desde su inauguración, hace dos años y medio, alrededor de 7.000 personas han gozado de esta experiencia.

“Vi que en la zona no había más atracciones para que las personas que vienen al ‘camino de la muerte’ en bicicleta tengan un plus que los haga quedarse mayor tiempo en el lugar. De esta forma pensamos en el zipline para reactivar la economía de Yolosa con el turismo y dando empleo a los jóvenes de la comunidad que hoy son nuestros guías”, dice Matthew, quien ideó el proyecto.

Yolosa, en Nor Yungas, vio perjudicada su economía cuando dejó de ser un paso obligado hacia Coroico con la inauguración de la nueva carretera. Hoy se ha convertido no sólo en el punto de arribo de quienes recorren en bicicleta los casi 365 días del año el “camino de la muerte”, sino también un sitio de interés gracias al zipline.

Como Superman o Superchica

El encargado del zipline, José Luis Estrada, se asegura de que el arnés y todos los dispositivos de seguridad estén listos antes de iniciar la aventura por el cielo yungueño, mientras explica cómo las características topográficas del lugar fueron ideales para establecer el descenso en los cables de acero.

Existen dos tipos de descenso: el común, donde la persona viaja sola, o con un guía, casi sentada en el arnés, y la más “extrema” llamada Superman.

En esta posición se utiliza un arnés que cubre toda la parte delantera para que la persona vaya prácticamente echada y boca abajo, muy semejante a la clásica pose que el “hombre de acero” hace en el aire o a semejanza de un ave en pleno vuelo. Esta experiencia se realiza con un guía que acciona los frenos en cada parada.

Sólo un pequeño impulso hace falta para dejar fluir toda la adrenalina al observar las montañas verdes cubiertas de vegetación, el aroma de las frutas que se desvanece poco a poco a esa altura, mientras el río Cedro Mayo fluye a decenas de metros abajo.

En sólo unos segundos se llega desde la partida, en la montaña de Cedro Mayo, hasta la primera parada en el cerro que pertenece a la comunidad de Santo Domingo. En este trayecto se superan los 200 metros de altura.

Una vez ahí, el arnés es enganchado al segundo cable y se inicia el tramo más veloz en el zipline, en el que se alcanza una velocidad de 85 kilómetros por hora, dependiendo del peso del pasajero.

Un ligero cambio en el aire se siente con fuerza a esa altura. Gracias a que en la posición Superman las manos están libres, es posible tomar fotografías, filmar el recorrido o simplemente abstraerse del tiempo mirando el paisaje y sentir que se está justo entre la tierra y el cielo.

La segunda parada se realiza en la montaña que pertenece a la comunidad de Yalaca.

Aterrizando en Yolosa

La parte final del recorrido, que se caracteriza por ser más lenta y larga, comprende desde Yalaca hasta Yolosa.

En esta última parte se observa, más allá del paisaje, la llegada de los ciclistas y vehículos a Yolosa, mientras los pobladores desde la tierra, acostumbrados a que los exploradores de la aventura y de su cielo aterricen uno a uno en la población, están siempre dispuestos a recibir visitantes.

Ni el clima, la hora o la edad son impedimentos para que las personas puedan experimentar el descenso, resaltan los guías. Han sido parte de esta experiencia embarazadas, niños e inclusive, en una oportunidad, una pareja que decidió hacerlo desnuda,

“Cuando estás haciendo el Superman, o en mi caso Superchica, se siente una gran adrenalina al principio por la velocidad, las emociones se aceleran al máximo. Es muy divertido”, dice Elena Cavaros, de Inglaterra.

“El paisaje, la vista y la altura parecen ubicadas estratégicamente para disfrutarlas”, expresa el australiano Dylan Stephenson. Como ellos, los visitantes siempre rescatan la vista y el paisaje que se aprecia desde la altura.

Pero además de la riqueza natural que guarda Yolosa, en esta población, que es el punto culminante de experiencia de recorrer el “camino de la muerte” en bicicleta, se vence el miedo a las alturas y se puede surcar el cielo con la visión de un ave.

Para animarse
Costo El precio para vivir la experiencia del zipline en Yolosa es de 185 bolivianos para visitantes nacionales y de 220 bolivianos para extranjeros.


Contacto Para programar la experiencia el teléfono de contacto es 2313849.


Internet La página Web de Zip the Flying Fox es www.ziplinebolivia.com


Beneficio Por cada visitante que decide vivir la experiencia del zipline, la empresa dona un dólar para que se realicen obras y servicios en beneficio de las comunidades involucradas con el proyecto: Cedro Mayo, San Martín, Yalaca y Yolosa.

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