domingo, 10 de marzo de 2013

Rurre rechaza trazo de puente por temor a afectar su turismo

El diseño de un puente que unirá los departamentos de Beni y La Paz es rechazado por las autoridades y habitantes del municipio beniano de Rurrenabaque, que temen que la infraestructura afecte a la actividad turística de la localidad, el principal motor de su economía.

El paso, que vinculará Rurrenabaque con San Buenaventura (La Paz), se construirá sobre el río Beni, límite natural entre ambas localidades y tendrá un largo de más de 370 metros.

“En sí Rurrenabaque es un pueblo turístico, visitado por muchos turistas. Creemos que un puente por donde está elaborado el proyecto perjudicaría el casco viejo, y nuestros turistas estarían pues buscando otros lugares más tranquilos”, afirma Elías Moreno, presidente del Concejo Municipal.

Es por eso que se apuesta a que el Ejecutivo cambie el diseño de la obra, para que ésta no “perjudique” –como el trazo actual- al casco viejo, la iglesia ni la plaza principal, según Moreno.

El municipio tiene 169 años de vida y a partir de 1999, el turismo se convirtió en la principal actividad de su economía. El 90% de su gente trabaja, de forma directa o indirecta, en este ámbito, lo que le hace asegurar al alcalde, Yerko Núñez, que la apuesta por “la industria sin chimeneas” va por buen camino.

Antes de que esta actividad prevaleciera, el apogeo de la extracción de madera (1987 - 1998), de oro (1982 - 1987), el narcotráfico (1978 - 1982), cueros y pieles (1966 - 1980), y quina (1964 - 1970) caracterizaba la zona, según el estudio Turismo Sostenible de Karin Allogoewer.

Anualmente llegan a Rurrenabaque 45 .000 visitantes, la mayoría proveniente de Israel, Gran Bretaña, Australia, Francia, Estados Unidos y Alemania. El municipio cuenta con 32 hoteles, 24 operadoras, y equipamiento para restaurantes especiales para turistas, según datos de la Dirección de Turismo de la Alcaldía.

Y las autoridades apuntan cada vez a más. El director de esa oficina, Leoncio Janco, dice que cualquier cosa que se haga en esa localidad “tiene que ser atractiva” para el turismo. Por eso asegura que un puente en medio del área urbana les perjudicará.

En la actualidad, Rurrenabaque y San Buenaventura, separados por el río Beni, se vinculan a través de las catrayas, embarcaciones que trasladan pasajeros por 1,5 bolivianos cada viaje. Se presume que un puente perjudicaría a este negocio, debido a que se podría cruzar el río sin necesidad de ir por el afluente.

No obstante, Alcibiades Mendía, presidente de la Asociación de Catrayeros de Rurrenabaque, sostiene que con la construcción de la obra “no van a desaparecer” esas embarcaciones, El pasaje de los “taximotos” en esta localidad es de tres bolivianos, lo que le hace presumir que para cruzar al otro poblado costará al menos cinco, por ser ya un transporte interdepartamental. “Nosotros continuamos nomás, no va a haber problema, igual va a haber personas que van a cruzar”, afirma.

Hasta abril se conocerá si el puente se construye por otro trazo, afirma Moreno. Y es que según cuenta, tras arribar a un “consenso” con las autoridades de la Administradora Boliviana de Carreteras se concluyó que “debía hacerse un segundo estudio, por la segunda alternativa”.

Desde el otro lado de la orilla, en San Buenaventura se resalta que la construcción del puente se debe realizar sí o sí.

Rolando Gonzales, presidente del Comité Cívico de este municipio, sostiene que para esta población no es ningún problema el diseño que al final se adopte en el proyecto, pero deja en claro que el puente es obra “irrenunciable”, ya que está “casado” con el ingenio azucarero que se construye en esa localidad y la vía que va hacia Ixiamas.

Dejar la práctica extractiva
Dentro de las proyecciones de la Alcaldía de Rurrenabaque está la de consolidar al turismo como actividad principal que impulse su economía.

El alcalde Yerko Núñez dice que de esa manera la población no recurrirá a la “vieja práctica” extractiva de explotar las pieles y carne de animales y las maderas. Eso “significaría volver al pasado”.

Núñez, en el cargo desde 2000, es uno de los protagonistas del cambio del paradigma de “auge extractivista” por el del turismo.

“Éste es un pueblo que brinda al visitante selva y pampa y en ambos los turistas se encuentran con flora y fauna. La biodiversidad es pilar fundamental para llevar adelante las políticas que tiene el gobierno municipal, para que hoy nos beneficiemos del turismo nosotros, pero que el día de mañana nuestros hijos y nietos también lo puedan hacer”, afirma.

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