lunes, 9 de junio de 2014

Rurre renace con la mirada en el turismo

La población porteña de Rurrenabaque, a través de sus autoridades, planea reposicionarse junto a sus comunidades como uno de los principales centros turísticos de Bolivia con el fortalecimiento del turismo. Ello, luego de que a principios de año el desborde del río Beni afectara a este municipio y sus comunidades.


Según la identificación de daños posteriores al desborde del río, el municipio cuantificó más de 200 casas destruidas. Para ello, esta Alcaldía está brindando predios a las familias para la construcción de sus nuevos hogares. A ello se suman tres cuadras de la avenida Costanera, que fueron arrasadas por la violencia de las aguas a poco más de un mes de ser inauguradas.


"Me parece que es fundamental pensar en un buen defensivo del río que venga desde la montaña, es decir, un muro de protección de toda la ribera y solamente ahí necesitaríamos unos 100 millones de bolivianos para dormir tranquilos. Creo que el río Beni debe pasar por Rurre pero no llevárselo”, señala el director municipal de Turismo, Leoncio Janco.


Página Siete visitó el lugar el pasado 30 de mayo, la fecha escogida en el municipio para celebrar el Día de la Tradición Porteña. "Nuestra principal fuente de ingresos es el turismo, tenemos que cuidar la flora y la fauna, el medio ambiente en el cual vivimos”, explica el alcalde porteño, Yerko Núñez.


Mauricio Saravia, presidente del Consejo Regional Tsimán Mosetén (CRTM), con sede en Rurrenabaque, explica que luego del desborde del río Beni, a principios de año, las comunidades fueron afectadas en dos ocasiones. La primera fue el 8 y 9 de enero, y la segunda entre el 28 y 29 de febrero con las "llenuras” del río. Saravia cuenta que 13 comunidades indígenas, entre los ríos Quiquibey y Beni, quedaron afectadas.


"Gran parte de la comunidad de Asunción del Quiquibey, territorio mosetén, se ha desbarrancado y se perdieron como 10 casas”, dice Saravia. Asunción del Quiquibey está a dos horas y media de Rurrenabaque en bote y depende de este municipio.

Saravia cuenta que en esta comunidad la actividad turística era la principal fuente de ingresos económicos para sus habitantes.


"Tenemos dos albergues que ahora están en riesgo, una ‘llenura’ más y se van”. El dirigente indígena considera que la organización en este tipo de situaciones es clave porque es necesario buscar y gestionar fuentes de financiamiento para turismo, salud, educación y proyectos productivos.


Las comunidades de Carmen Florida, Real Beni, San Antonio y Asunción del Quiquibey fueron las más afectadas, según Saravia, puesto que el agua llegó a sobrepasar los ocho metros de su superficie. De esta manera, los principales productos registrados con pérdidas fueron el arroz, el maíz, la yuca y el plátano.


Maura Vásquez trabaja en la elaboración de productos derivados de la caña de azúcar en la comunidad de Carmen Florida. Además, los comunarios de este lugar se dedican a la plantación de cítricos y plátano.
Una vez por semana participan de la feria dominical de Rurrenabaque para generar ingresos. Vásquez cuenta que Carmen Florida depende también de las visitas turísticas gestionadas por los operadores locales de turismo.


"En la riada hemos tenido grandes pérdidas porque las plantas de cítricos han sufrido bastante. En la caña se perdió el trabajo de todo un año en una semana”, asegura.
La productora de caña cree que la idea del municipio de enfocarse en el turismo hacia la reconstrucción va a ser beneficiosa para todas las comunidades, no sólo para la suya.


Leoncio Janco indica que, según estudios realizados, más del 70% de la población porteña se beneficia directa o indirectamente del turismo. El otro 30% se dedica a actividades comerciales y de intercambio con municipios colindantes. Janco cuenta que luego de las inundaciones de principios de año los turistas "escaparon” de Rurrenabaque.


La autoridad relata que desde marzo se hizo una campaña, a través de los medios de comunicación, a nivel nacional, para volver a vender este destino turístico. Janco explica que se optó por el turismo para la reconstrucción porque identificaron que era "el mejor medio”. "Rurrenabaque se ha construido con esa visión y cambiarla de la noche a la mañana sería loco, sería muy complicado”, dice el encargado de Turismo.


En un año regular llegan 50.000 visitantes por año a Rurrenabaque y a los destinos subsecuentes , según Janco. "Rurrenabaque sí se dedica al turismo e influye en los demás municipios. Beneficiamos a toda la región”, dice la autoridad.


"En 15 días pusimos a Rurre como si no hubiera pasado mucho porque era para llorar; toda la población trabajó, encabezada por el alcalde, día y noche para ello”, dice Janco.


Tanto el alcalde Núñez como Janco coinciden en que una de las apuestas es fortalecer el turismo nacional y en que el municipio, de conseguirse los fondos necesarios, se reconstruiría en dos años. "Estamos de pie para buscar el crecimiento y recuperar nuestros 50.000 turistas que hemos perdido en enero y febrero”, finaliza Núñez.

En Rurre cada viaje es una historia nueva

El sólo navegar por las caudalosas y relajantes aguas del río Beni sería suficiente para salir de una ajetreada rutina en la ciudad. Pero los paisajes y actividades que ofrece la ceja de selva amazónica en Bolivia van más allá de lo que se piense, se haya dicho o escrito.
Miles de historias se escriben en Rurrenabaque, desde que el sol asoma en medio del verdor del monte hasta que la luna lo obliga a remojarse en el horizonte ribereño.
De camino a la estación de El Bala, una de las puertas al Parque Nacional Madidi, salta un sábalo a la lancha y el guía sonríe mientras lo coloca debajo de una de las maderas que fungen como asiento en el bote motorizado. Más adelante se ve cómo un comunario descalzo pesca con arpón en mano. El paisaje plomizo está difuminado por la niebla pero ello no implica que haga frío. Se siente la frescura del amanecer ribereño. Son las seis de la mañana.
Los rayos solares se abren campo entre las nubes y el bote se acerca a la estación de El Bala. Los tres guardaparques explican, cada cual a su tiempo, que el Madidi es una de las áreas protegidas más importantes del país debido a que alberga a 1.898 especies animales y concretamente a 1.230 aves. Tras ellos se extiende un sendero que invita a los turistas a internarse en la selva. Los animales parecieran llamar a los visitantes desde las entrañas silvestres de este lugar, a que ingresen y conozcan su hogar. Será en otra ocasión, con mucho gusto, pues la embarcación tiene que partir hacia la comunidad de Carmen Florida.
Sus habitantes son bastante amables e inmediatamente llega la delegación preparan jugo de caña en un trapiche de tres cuerpos y lo sirven en tutumas, previo rocío de jugo de limones y toronjas frescas. Es momento de retornar a Rurre con un par de tabletas, por qué no, de "empanizau” o chancaca.
Ya en destino es necesario degustar de aquellos sabores que ofrece el río en forma de pescado, de los que los porteños hablan tan bien y de los que sus cocineros y chefs saben preparar. Más de 20 formas de preparar los frutos acuáticos se muestran también en presentaciones impecables y suculentas.
En la tarde se espera la visita al corazón de la selva para atravesarla "volando”. El bote se encausa nuevamente por las aguas del Beni hasta atracar en la comunidad de Villa Alcira. El ascenso por el bosque es acompañado por el silbido del pájaro siringuero e infinitos sonidos y formas naturales.
Luego de 45 minutos de subida toca deslizarse por encima de todo. Los árboles más altos quedan a la par. La última parada deja la sensación de libertad.
El retorno es silencioso. Las aguas mansas y la luna escoltan al astro amarillento, ya casi anaranjado, allá a lo lejos.

Atractivos turísticos
Pampas del Yacuma El visitante puede conocer al delfín rosado (bufeo), lagartos, caimanes, tortugas, la anaconda sicuri y garzas en medio de las aguas del río Yacuma.
Parque Madidi Son casi 2.000 hectáreas de selva ubicadas en el departamento de La Paz. Los visitantes nacionales pagan 10 bolivianos, mientras que los extranjeros pagan 80.
Canopy Es un sistema de cuerdas para atravesar "volando” el paisaje selvático que ofrece la comunidad de Villa Alcira. Los operadores turísticos tienen variedad de ofertas para familias y grupos.

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