lunes, 6 de junio de 2016

El valle pedrusco de los falos

Es un sitio misterioso hasta nuestros días, nadie sabe, nadie supo cómo se formaron. Sólo están presentes día y noche a la diestra de la tierra, parados todo el tiempo, altos, pequeños, unos más delgados, otros más anchos. Al margen de esa representación tienen en común la misma roca que llevan en las venas.

Este lugar es conocido por algunos comunarios de la provincia Sajama del departamento de Oruro, como el "valle de los falos" en alusión a la forma que tienen de un miembro viril masculino.

No es tan fácil llegar allá, se debe tomar una vena caminera que sale de la principal carretera que une Tambo Quemado con la República de Chile, quizá protegido por el nevado más alto de Bolivia, como es el Sajama. Está precisamente tras su presencia.

Curvas y contra curvas para llegar a destino. Una vez ahí, se tiene a la vista ese indómito paisaje rocoso que tiene cientos de metros cuadrados de extensión. Hay rocas que llegan a sobrepasar los cinco metros de altura. Están en grupos y otros muy separados, como si quisieran brindar un mensaje.

Es la naturaleza que presenta a esos personajes misteriosos, pero cuidadores del altiplano boliviano en un recóndito rincón al borde del abismo fronterizo en medio del silencio y olvido, teniendo a sus compañeras las estrellas en la noche y al Astro rey durante el día. La gélida brisa se encarga de acariciar sus imponentes figuras y moldear con su silbido la forma en la cual fueron erigidos.


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