jueves, 30 de junio de 2016

Ovejuyo, el mirador del otro lado de La Paz

Son las 17:50 y, en pleno invierno, la zona de Ovejuyo está bañada por los rayos del sol, como si recién fuera mediodía. Pasan unos 20 minutos y la luz solar comienza a palidecer, a matizar de colores el cielo. Es una hermosa puesta de sol, un marco natural maravilloso para observar desde las alturas la plenitud de la zona Sur de la ciudad de La Paz.

De complemento, Ovejuyo está al pie del Valle de las Ánimas, una formación rocosa erosionada con decenas de picos que forman figuras fantasmagóricas.

La temperatura cae bruscamente, el viento sopla con fuerza. Las calles están llenas de estudiantes y personas adultas: algunas bajan de los escasos minibuses y buses que transitan por el lugar; otros intentan, ansiosamente, abordar los vehículos para emprender casi un viaje hasta diferentes destinos de la ciudad de La Paz. Desde Ovejuyo hasta el centro el viaje toma al menos hora y media.

Entre la gente que baja de los vehículos está Herminia, una mujer de 30 años, con su esposo Pascual Conde. Ambos regresan del trabajo. Son albañiles y tienen un contrato en Calacoto, donde forma parte de una cuadrilla de "maistros” que construye un edificio. "Mi marido me enseñó el oficio. Yo plancho con estuco las paredes”, dice la mujer con una sonrisa plena.

"La mayoría de la gente que vivimos por aquí nos dedicamos a la albañilería. También hay carpinteros, plomeros y electricistas”, interviene Pascual.

Los esposos Conde son constructores desde hace siete años, el mismo tiempo que viven en Ovejuyo. "Esto era más vacío, ¿no? Ya han construido hartas casas con ladrillo, antes casi todo era adobe”, comenta el esposo.
No saben mucho de cómo se formó la zona. "La hermana sabe más, ella dice que vive aquí 30 años. Dice que la zona se llama así porque criaban ovejas”, afirma Herminia. "Vive en la tienda que está allá arriba”, añade y señala hacia una calle que se abre paso al borde de un río, que los vecinos dicen tiene varios nombres -como Chilcavento Mulajalanta - que en época de lluvia se desborda y castiga a las casas construidas en sus aires.

En la tienda están Hilario Choquevillca y su esposa Viviana. Fundaron el sector donde viven, Nueva Esperanza, en 1999. "¿Por qué le puse ese nombre? Porque siempre hay esperanza”, dice el anciano sonriendo. "Éramos tres vecinos, Gregorio Aduviri, yo y otro que ya no me acuerdo. Hemos tenido que rogar a otros 10 vecinos para que se sumen”, dice.

Hilario cuenta que Ovejuyo primero perteneció a unos terratenientes. "Creo que uno de ellos se apellidaba Patiño. Aquí criaban ovejas. Con la Revolución de 1952 la tierra pasó a manos de los colonos, que nos vendieron a nosotros. También sé que el Gobierno compró algunos lotes para dar a sus trabajadores”, cuenta.

En el libro Historia de los barrios paceños, publicado por la Alcaldía de La Paz, se lee que "Hernán Siles Suazo, en aquel entonces presidente de Bolivia, regaló a los empleados públicos y a los de la Policía terrenos adquiridos de Simón I. Patiño en el año 60. Los terrenos eran desde la curva de Holguín, Los Pinos, Achumani hasta la zona de Ovejuyo”.

"No teníamos agua ni luz”

En otra tienda, que está a unas dos cuadras, Carmen atiende a los clientes que llegan a buscar generalmente pan. Todos la llaman "tía”. "Es de cariño, todos nos conocemos por aquí”, explica la tendera. Vive en Ovejuyo hace 20 años.

"Todo era vacío, no teníamos agua ni luz, el camino era pura tierra”, dice. Carmen vivía cuadras más arriba del sector Arenal, entre las calles Roberto Carrillo y Primavera. Entonces trabajaba "en la construcción” (de albañil). "Tenía que mantener a mis hijos. Después me compré esta casa y puse mi tienda hace tres años recién”, cuenta la mujer de 50 años.

"Por aquí casi todos son albañiles”, añade inmediatamente.
Más abajo de su negocio está un minialmacén, donde se encuentra carne, verduras y abarrotes. Unas cinco mujeres esperan su turno para comprar. Ninguna quiere hablar sobre la zona. "Hable con los dirigentes, ellos saben más”, se excusan.

"Son personas tímidas, pero cuando ganan confianza son muy atentos y cariñosos”, explica Mauricio Angola, un dentista que, junto a su colega, decidió instalar, hace dos meses, un centro médico y odontológico al final de Ovejuyo, sobre la avenida Alfonso Oblitas. "Decidimos instalar en Ovejuyo un centro médico para ayudar a esta comunidad. La gente es reacia a los servicios odontológicos, pero nos recibieron bien y ya nos tienen confianza”, dice.

Y todos los 14 de septiembre esos vecinos "tímidos” desbordan de alegría. En esa fecha festejan la fiesta de su zona con una Entrada que comienza en la calle 60 y se concentra en el polideportivo Ovejuyo.


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