sábado, 2 de julio de 2016

La isla del Dragón Dormido, un paraíso en el Lago Sagrado

Quillima es una de las comunidades que se encuentra en la isla del Dragón Dormido, donde están las playas líticas más místicas que tiene el lago Titicaca. Quillima es un poblado chico. Sus habitantes cuentan que la Virgen de Copacabana pasó por el lugar, pero como era tan pequeño, se fue a Copacabana. Pero la "Mamita” no quiso dejar solos a los quillimeños, así que los dejó con su prima, la Virgen de Asunción, que es algo celosa, porque es soltera, pero igual de misericordiosa y milagrosa.

Los quillimeños le hicieron un templo, al que bautizaron como Belén, y convirtieron a la Virgen de Asunción en su patrona.

También pasó por Quillima -cuentan sus pobladores- Tumupa, el dios que se hizo humano por el amor a una sirena del Titicaca, a la que contemplaba desde la Isla del Sol.

Es que la belleza de su isla, que tiene la forma de dragón, es irresistible para propios y extraños. Además de la vista impresionante que regala del Lago Sagrado de los incas, el lugar está plagado de leyendas y tradiciones, que sus pobladores han sabido mantener a lo largo de los años.

Samantha Aeschbac, nacida en Suiza, estuvo en el lugar el 21 de junio para recibir el Año Nuevo Aymara. Participó en la ceremonia encabezada por los achachilas y recorrió las playas del Dragón Dormido, ocupadas por gigantescas piedras que dan al lugar un aspecto mítico y misterioso.

"Me encantó el paseo en bote, el paisaje y la tranquilidad que transmite el agua, el cielo tan azul, las islas que están del otro lado el Dragón Dormido, toda su naturaleza y la inocencia de su gente”, dice la extranjera, voluntaria que apoya a Portal Urbano en el objetivo de ayudar a los pobladores de Quillima a posicionarse en la oferta turística del Bolivia, específicamente del lago Titicaca,

Pero no como un destino del turismo masivo, sino exclusivo e inclusivo; es decir, para visitantes que quieren conocer la realidad de otros pueblos, su cotidianeidad y su historia, para conocer su cultura.

"Quillima es mucho más auténtico, autóctono. El sentimiento de su gente, cuando realizan ritos, por ejemplo, es verdadero, muy sentido y original. Es fabuloso poder estar en una comunidad donde en una ceremonia ancestral, al lado no se escucha música moderna”, expresa Samantha.

El cerro negro

Ursula Bustillos, directora general de Portal Urbano, está convencida de las potencialidades turísticas que tiene Quillima. Su principal atractivo es su cerro sagrado (Dragón Dormido), donde, desde siempre, los antepasados de la gente del lugar celebraron ceremonias dedicas a la Pachamama y otras deidades.

La montaña no siempre se llamó Dragón Dormido. Hasta antes de 2002 se denominaba Quillin Collo (Cerro negro) porque su cima había quedado quemada por el fuego en el que los achachilas entregaban las ofrendas a las deidades.

En 2002, los alumnos de la escuela del lugar Juan José Torres representaron la montaña en una maqueta y descubrieron que su forma era de un dragón dormido y lo bautizaron así.

En el cerro se encuentran piedras gigantes en las que, incluso, se advierte pinturas rupestres. En el lugar también se ve chullpares y otros restos arqueológico.

Pero, sin duda, uno de los mayores atractivos del Dragón Dormido es la Piedra campana: se dice que si el que la golpea con otra piedra logra que emita eco su vida será larga.

"Los jóvenes, sobre todo, conocen muy bien la historia y tradiciones de su comunidad, lo que se convierte también en una fortaleza para que Quillima sea un destino turístico más frecuente”, opina Bustillos.

Caminatas y paisajes

Con todas esas historias y rituales, la Isla del Dragón Dormido atrae cada vez a más turistas, sobre todo extranjeros. La muestra es la gran cantidad de fotografías que circulan en la red internet, mostrando la belleza de este paraíso. Los visitantes internacionales que conocieron la isla la recomiendan como un destino imperdible, por la belleza de su paisaje y, sobre todo, la amabilidad de sus habitantes.

Quillima convive en la Isla de Dragón Dormido con otras comunidades, como Santiago de Okola, Sisa Sani y otras, pertenecientes la provincia Camacho del departamento de La Paz. Sus habitantes, que no pasan de las 400 personas, se dedican a la agricultura, la pesca y a la elaboración de chuño y tunta.

Sus comunarios decidieron que a su oferta turística sumarán sus saberes y conocimientos ancestrales en la elaboración de alimentos, en la pesca y otros, para mostrarlos al mundo. En este marco, pretenden instalar un museo donde -decidieron sus achachilas- mostrar su historia y los objetos que hacen su vida cotidiana.

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