martes, 4 de octubre de 2016

Cal Orck'o Huellas y algo más



Esta historia comienza varios años antes con la concreción de un proyecto destinado a preservar las huellas que se encuentran en el farallón de Cal Orck’o, a unos cinco kilómetros del centro de Sucre. La mentora fue la ex directora de Turismo del municipio, Roxana Acosta, que con gran esfuerzo y el apoyo del Gobierno Municipal de Sucre, la Fábrica Nacional de Cemento S.A. (FANCESA), la entonces Prefectura de Chuquisaca y el aporte económico del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), comenzó a ver su destino a principios de 2005 con la construcción de las obras de infraestructura que serían el escenario de los monstruos prehistóricos.

Recuerdo haber sido citado por Carlos Calvimontes, en mayo de 2005, y luego de varios correos electrónicos, acordamos su visita en Buenos Aires donde me explicó el proyecto. Más allá del entusiasmo personal, vi que era un desafío enorme, digno de convencer a un equipo de excelentes paleoartistas que estaban en Argentina, para trabajar en conjunto con los mejores artistas de Bolivia –que personalmente destaco; son extraordinarios.

Calvimontes sostenía, y con razón, que el trabajo debía ser avalado por un científico, y le propuse al paleontólogo Sebastián Apesteguía, del Museo Argentino de Ciencias Naturales.

Así fue que para septiembre de 2005 fuimos a Sucre como jurados para seleccionar a los artistas bolivianos, y para hacer un cálculo de materiales del proyecto. El resultado fue ampliamente satisfactorio en cuanto a la elección de los artistas que trabajaron con un alto grado de responsabilidad y profesionalismo.

Los trabajos artísticos se iniciaron el 3 de octubre de 2005, y desde el primer día, formando un grupo de más de 50 personas –pues se sumaron unos cuantos jóvenes de la Escuela Taller de Sucre–, comenzamos a desarrollar la fauna que habitó la región de Sucre hacía casi 70 millones de años.

Dinosaurios, cocodrilos, tortugas, reptiles y mamíferos fueron las magníficas representaciones que comenzaron a salir del “taller de la montaña” con un grado de realismo inigualables. No era para menos, dentro de los paleoartistas de amplia trayectoria debemos citar a Jorge González, Jorge Blanco, José Luis Gómez y Santiago Druetta, todos con un gran dominio científico de las piezas representadas, y avaladas por Apesteguía, el director científico.

Con mínimas interrupciones, el trabajo escultórico finalizó a fines de marzo de 2006. Luego, los artistas bolivianos que quedaban terminaron el trabajo de pintado, con las piezas ya ubicadas en la actual posición.

A principios de febrero de 2006, un guía turístico que vio nuestro trabajo en la montaña, con extrañeza me preguntó si esto iba a funcionar. Le pregunté ¿cuántos turistas llegaban a Sucre al año? Me dijo que aproximadamente 23.000. Recuerdo mi contestación: “Entonces prepárense para recibir a 100 mil turistas al año”.

Revisando una estadística que salió en abril de 2007, aún antes de cumplir un año de su inauguración, el parque ya tenía 86.000 visitantes y hoy supera las 172 mil visitas anuales.

Haber dirigido tan magnífico grupo en el Parque Cretácico fue para mí un orgullo personal, dentro de los muchos trabajos que realicé. Todo es mucho más fácil cuando hay predisposición y profesionalismo en sus componentes. Creo que más allá de la calidad escultórica de las piezas, es también resaltable el tiempo en el que se ejecutó.

Apenas siete meses, teniendo en cuenta que una de las figuras, el titanosaurio (argentinosaurus) es inmenso y mide 36 metros de largo.

En lo personal, soy un agradecido al haber trabajado con verdaderos maestros, y me resulta muy difícil nombrar a todos. Recuerdo afectuosamente a Ramiro Numbela, Roger Aráoz, Javier Portugal, Rolando Rocha, Edgar García, los hermanos Porcel, Sulma, Suely, Dennis, Abel, Araníbar y muchos más, acompañados eficientemente por el ingenier o Sergio Bonilla, Leonor Villarroel y personal de FANCESA; también a los eficientes y voluntariosos ayudantes de la Escuela Taller. También, por supuesto, a Roxana Acosta en ese entonces de la Dirección de Turismo de Sucre y a Carlos Calvimontes de FANCESA, que confiaron en nuestro trabajo.

Algún día volveré a la maravillosa Sucre, pero lo primero que tengo en mente es recorrer los cinco kilómetros que separan la ciudad de aquel Parque Cretácico que nos dio la oportunidad de mostrar cómo era la vida en un pasado remoto, y que hoy, apreciando el magnífico trabajo realizado, cautiva nuestra imaginación.

*Ex Jefe Paleoartista (Argentino) Parque Cretácico


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