lunes, 8 de mayo de 2017

Thamari: Guardián de pinturas rupestres



Pareciera que la comunidad potosina de Thamari hubiese sido diseñada especialmente para la práctica del turismo de aventura... Esto por sus impresionantes paisajes, quebradas profundas y su gran cantidad de pinturas rupestres y petroglifos envueltos con un halo de misterio y mitos.

Thamari (“caminar bien”, en quechua, porque hace siglos era un lugar bastante rocoso) está ubicada en el Distrito 18 del municipio de Potosí, en la provincia Tomas Frías, y se perfila como uno de los principales circuitos turísticos de la Villa Imperial.

A 36 kilómetros de la capital potosina se caracteriza por su agradable clima, con una temperatura máxima promedio de 24 grados centígrados y una mínima de ocho.

Está en las faldas de unas montañas con negras cavidades y grietas, exactamente en la hondonada de una cabecera de valle y rodeada de quebradas de roca arenisca que va cambiando de rojizo a amarillento y blanquecino. Llenas de asperezas y monotonías, donde cada recodo, cada colina y cada encañada huraña y melancólica varía de color de acuerdo con la luz del crepúsculo. Allí tienen sus madrigueras vizcachas, liebres, zorros, zorrinos, comadrejas, cóndores y águilas, entre otras especies.

Contra malos espíritus

En la hondonada se divisa una extensa campiña adormecida por el transcurso de los años y salpicada de caseríos, construidos con barro y piedra, que están cubiertos de techos de paja y coronados por pequeñas cruces. Estas, según las creencias de los lugareños, sirven para ahuyentar a los malos espíritus.

Algunas casas todavía conservan corrales para los animales y una que otra, molinos de piedra. En varias, sin embargo, la paja fue reemplazada por la calamina y las fachadas se pintaron de blanco.

En época de lluvias, aquí mismo se pisa una alfombra de un verde indefinido, con diferentes matices en función a los sembradíos: de maíz, de habas, de papas y otros cultivos. Los terrenos son fértiles y los huertos floridos desprenden un aroma a manzanales, duraznales y perales. En esta vasta extensión ciertos sectores están poblados por álamos, sauces llorones, queñuas, molles, quishuaras, cayara, coca cocas, huira huiras y una variedad de cactus y matorrales donde anidan perdices. La brisa está cargada de perfume a thola (planta silvestre).

Al pueblo de Thamari, que atesora mucha historia por rescatar, se ingresaba con bastante dificultad hasta hace poco, pero ahora el camino está asfaltado. De lejos, parece una hermosa faja plateada.→

En este lugar quedan restos de lo que fue la vistosa hacienda de la familia Zambrana.

En el sector de la cueva Pucka Ala, donde no hay habitantes en unos tres kilómetros a la redonda, de acuerdo con la tradición oral transmitida por generaciones, merodearían “demonios y duendes”.

Una sorpresa

Motivado por impulsar el turismo comunitario y de aventura Marcelino Vedia, concejal del municipio de Potosí que forma parte de la Comisión Jurídica y de Turismo, realizó en marzo del año pasado y en coordinación con los comunarios un recorrido de exploración por las comunidades de Cabanías, Thamari, Thacka Thacka, y Huarihuari.

En esa primera caminata participaron 24 excursionistas. Las autoridades de la comunidad y los propios comunarios convencieron a los visitantes de que fueran a la cueva Pucka Ala. Les contaron que sus antepasados no les permitían dirigirse hasta ese sitio porque creían que allí había demonios y duendes. En el ingreso de la cueva se había echado sangre, de acuerdo a la versión de los habitantes de la zona.

“Nos decían que una vez que se entrara el sol nunca deberíamos pasar por el lugar, por el temor que tenían a los demonios y duendes que existían en la zona”, comenta uno de ellos a ECOS.

—Ya que están aquí, les rogamos que podamos ir a Pucka Ala para ver por qué nuestros ancestros nos prohibían pasar por ese lugar —se armaron de valor al notar el gran número de aventureros. Fueron 18 personas. Los demás estaban exhaustos.

“Caminamos durante 45 minutos, el acceso era muy peligroso pero, por la curiosidad de los participantes, nos arriesgamos a llegar a la cueva. Una vez en el lugar, grande fue la sorpresa para todos porque lo que había en la cueva no era sangre, como nos dijeron, sino pinturas rupestres de color rojo”, relata el concejal.

La autoridad edil acota que al lado de Pucka Ala hay otra cueva que también tiene pinturas rupestres, aunque con otra coloración.

Además, durante la primera caminata habían encontrado unas huellas diminutas.

Las autoridades de la comunidad presumen que sean de “duendes”. Hay fotografías de esas pisadas. Posteriormente, hicieron otras dos caminatas en Thamari.

Los petroglifos están en la quebrada Yana C’acka.

Hipótesis

Según la historia, antes de la llegada de los españoles a lo que ahora es Potosí, en Kari Kari no había lagunas artificiales. Situadas a una altura de 4.078 metros sobre el nivel del mar (msnm), fueron obra de los ibéricos para el tratamiento de los minerales.

Las quebradas de Cabanías, Pucka Ala, Peras Mayu, Lama Mayu y Wisuro están ubicadas a 3.000 msnm, por debajo de las lagunas de Kari Kari; todas cuentan con ojos de agua.

“Los habitantes de esa época se debieron asentar allí por los ojos de agua, los terrenos fértiles y el clima de cabecera de valle. Ellos han debido ser los que pintaron en sus ratos libres toda la vivencia que tuvieron; en otras palabras, serían los primeros habitantes potosinos”, opina Vedia.

Solicitud de cooperación

El Concejal, preocupado por el estudio y la preservación de las pinturas rupestres, solicitó apoyo al alcalde potosino, Williams Cervantes, a la espera de la puesta en valor del lugar descubierto. Hizo gestiones con la Sociedad de Investigación del Arte Rupestre de Bolivia (SIARB), con el fin de elaborar proyectos conjuntos para el registro, preservación, conservación y difusión de los sitios encontrados, y recomendó la compra de vehículos destinados al fomento de la actividad turística por esa zona.

Asimismo pidió al pleno del Concejo Municipal autorización para trasladarse hasta el Ministerio de Culturas, en La Paz. Al obtener el permiso se entrevistó con la responsable de Turismo de esa cartera de Gobierno, quien le aseguró que enviaría el 11 y 12 de agosto del año pasado un técnico arqueólogo para que realice una valoración de las pinturas. Hasta ahora, casi un año después, nadie llegó.

Explicación inicial

El profesor Eddy Bolívar, maestro de Ciencias Sociales y miembro de la Sociedad de Arte Rupestre de Bolivia, explica a ECOS que las pinturas y petroglifos existentes en el lugar son representaciones múltiples, pintadas en diferentes periodos, que requieren de un estudio técnico a profundidad. Para ello, se necesita financiamiento.

Por ejemplo, algunas pinturas muestran a hombres armados con arcos y flechas cazando auquénidos. Más allá, un guerrero sostiene una flecha. En el lado izquierdo yace la imagen de un humano sin vida. Y al derecho, un animal es perseguido por otro guerrero.

Hay una variedad de figuras de humanos y de animales, especialmente auquénidos en diferentes situaciones. Al parecer, algunas datan del periodo de la Colonia, por la vestimenta de los hombres en las pinturas rupestres.

“Por el momento son suposiciones porque hasta ahora no se han hecho estudios en el lugar. Potosí es un referente del arte rupestre en Bolivia, hay una gran cantidad de lugares que deben ser estudiados por especialistas, pero para ello se necesitan fondos. Hay que hacer una prospección geológica, catalogación, registro, etc.”, dice Bolívar.

Las pinturas rupestres y los petroglifos están ubicados en diferentes sectores de Thamari: por caminos de herradura, cuevas y otros sitios. Pese a las inclemencias del tiempo se encuentran bien conservadas. De todos modos, el experto recomienda cuidarlas de la gente depredadora. •

Proyecto de Turismo Aventura Comunitario

El circuito por la comunidad de Thamari, en el Distrito 18 del municipio de Potosí, provincia Tomas Frías, está vigente desde hace un año pero, ante la indiferencia del Ministerio de Culturas y de la Alcaldía potosina, las autoridades de la comunidad decidieron promocionarlo por su cuenta, en coordinación con él a través del denominado Proyecto de Turismo Aventura Comunitario, informa a ECOS el concejal Marcelino Vedia.

El recorrido por el circuito turístico cuesta 100 bolivianos, monto que comprende pasajes de ida y vuelta y alimentación consistente en comida típica del lugar: jarwi lagua, k’alapurka y la rica chicha de maíz. Las visitas se conciertan con anticipación.

Como se trata de un atractivo turístico nuevo, aún no existe transporte público. Ya en la zona, la caminata dura aproximadamente seis horas.

Se aconseja llevar ropa ligera e impermeable para protegerse de la lluvia, calzados con trilla o huella profunda, gorras o sombrereros de ala ancha y bloqueador solar.

Para que los visitantes puedan pernoctar en el lugar se construyen y refaccionan ambientes cómodos, con ducha y servicio higiénico, que estarán concluidos hasta julio de este año.

“Invitamos a todos los bolivianos y extranjeros a visitar la comunidad de Thamari y la cueva de Pucka Ala”, expresa Marcelino Vedia.

Los interesados en visitar la comunidad de Thamari y la cueva de Pucka Ala deben hacer sus reservaciones llamando al celular 60455599.



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