lunes, 10 de abril de 2017
La Casa Vieja enamora al visitante por su vino
Degustar un vino, es sin duda alguna, una experiencia maravillosa. Sentir su sabor y describir con el paladar aquel dejillo natural procesado artesanalmente de la uva que se produce en los viñedos del valle tarijeño.
Existen grandes exponentes de esta labor, pero es en la Casa Vieja donde mejor se los puede sentir, no solo por la presencia imponentes de los sabores de estos vinos, sino por la calidad de atención de su gente, el paisaje natural que traslada al visitante a estar en un lugar de ensueño.
La Casa Vieja tiene una data de 400 años aproximadamente. Desde hace 45 años es que se hacen vinos en aquel lugar con el sello que lleva "Doña Vita". Son vinos pateros, hechos artesanalmente y conocidos a nivel mundial.
Visitar aquel lugar es una experiencia inolvidable, porque ni bien uno ingresa allí, se encuentra con un panorama singular. Dos o tres encargados que muestran una fila de copas de vino, nueve en total y de yapa, una de singani. Aquellas copas desfilan por las manos de los visitantes una a una, y con ellas, el sabor de la variedad de vinos que se producen en esos viñedos.
No cabe duda que la emoción de los sabores, se mezclan con los aires de los chistes chapacos, muchos de ellos, que hacen sonrojar por la intensidad de sus mensajes. Asimismo, entra por los oídos la hermosa música del Sur del país, en una simbiosis de chacareras, gatos, cuecas y otros ritmos de esas latitudes. Pero la visita no termina ahí.
Salirse sin degustar la tradicional gastronomía tarijeña sería un crimen, por ello, se invita a estar unos minutos más en la casa, esta vez con un paisaje diferente con vista a los viñedos, de fondo se observan unas serranías, cuyas nubes del firmamento parecen descansar sobre ellas. Un paisaje de película que solo se puede apreciar en ese bello lugar, denominada también como la tierra de Uriondo.
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