jueves, 6 de diciembre de 2012

Uyuni, la cara poco conocida del salar

El salar de Uyuni (Potosí) es la ventana por la que ingresan turistas llegados de de Estados Unidos, Europa, Asia y Oceanía, los que recorren 800 kilómetros durante tres días para disfrutar del silencio, los espejismos y de los vistosos colores que de manera caprichosa se conjugan en esta parte del planeta.
Sin embargo, al trayecto tradicional (Laguna Verde, Laguna Colorada y los geiser) se debe adicionar otras rutas menos promocionadas como Laguna Hedionda, la iglesia de San Cristóbal, El Valle de las Piedras y los paisajes que se dibujan camino al Silala.

En Laguna Hedionda la presencia de flamencos rosados se funden con el aroma fuerte a azufre, pero eso no impide que turistas europeos copen las instalaciones del eco-hotel Los Flamencos, que en medio del desierto se nutre con energía solar y apuesta por un sistema que protege el medioambiente.

Mueses Calcina, propietario de Los Flamencos, critica el actual sistema de turismo que se desarrolla en Uyuni porque lo considera depredador y asegura que los recursos que los turistas pagan para ingresar a ciertos lugares no se los aprovecha de la mejor manera.

En el Valle de las Piedras, la erosión de cientos de años se ha encargado de formar figuras que con efecto del sol generan un paisaje comparado con la superficie lunar.
La iglesia de San Cristóbal es otro atractivo poco visitado, pues no se encuentra en el recorrido habitual que las operadoras ofrecen, lo mismo que la ruta hacia el Silala donde diferentes volcanes y ojos de agua solo son disfrutados por las vicuñas y las llamas.

Para Raquel Otálora, dueña de una operadora de turismo en Uyuni, explica que el recorrido no se amplía por la falta de caminos y la escasa infraestructura hotelera que hay en el lugar y la mala distribución de recursos.

En este punto, autoridades de las comunidades de Quetena Chico y Quetena Grande la semana pasada optaron por bloquear el acceso a la Laguna Colorada, debido a que el dinero que se cobra (Bs 150 a cada extranjero y Bs 30 a los turistas nacionales) no tienen ningún impacto en el lugar.

La falta de caminos, un débil sistema de guías y el negocio del mercado negro de combustible impiden que rutas alternativas a los recorridos tradicionales se desarrollen y varias zonas potencialmente turísticas ‘sigan durmiendo’, o que de vez en cuando tengan la visita casual de turistas que buscan nuevas sensaciones.






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