domingo, 25 de octubre de 2015

Visitas guiadas. El Chapare cuenta con dos atractivos turísticos, “El Parque Hormiga” y “La Jungla”

En algún momento, las personas sueñan con la idea de salir de la ciudad para disfrutar de una mini vacación en compañía de la familia o de los amigos; más en esta temporada de calor, donde el espejismo de una piscina templada o del río fresco se convierte en un deseo recurrente en la mente, cuando diariamente el termómetro en la ciudad sobrepasa los 30 grados de temperatura.

En algunos casos, la sola idea ya es un respiro en la jornada de trabajo; pero, en otros se convierte en una meta a la cual hay que llegar el fin de semana... y Villa Tunari es una gran opción de descanso para hacer realidad este espejismo.

Este paradisiaco lugar se encuentra a solo 161 kilómetros o cuatro horas de viaje sobre la carretera nueva Cochabamba - Santa Cruz. Aquí los visitantes tienen la posibilidad de realizar algunas actividades recreativas y turísticas, como visitar el Parque Carrasco, el Parque Hormiga, La Jungla o practicar algún deporte de aventura en el río Espíritu Santo. Un vez allá las posibilidades son muchas y por eso el fin de semana pasa volando.

EL PARQUE hormiga

Después de un breve descanso, saboreando de un delicioso pescadito a la parrilla, sobre la carretera de ingreso del pueblo, es momento de seguir con el paseo y visitar el Centro de Preservación La Hormiga, distante a 11 kilómetros de Villa Tunari, prosiguiendo por la carretera nueva al Beni.

Transcurren algo más o menos de 20 minutos de paseo en auto, cuando se llega al acceso principal del Parque. Es una suerte que no sea difícil de ubicar gracias a la señalética del camino y también porque la gente del lugar nos da muchas referencias.

Un dato curioso es que la puerta de ingreso al Parque es un kiosco enmohecido, parece antiguo pero no lo es, a simple vista parece estar perdido en medio de la selva. Allí se encuentra Rolando Mamani, quien además de ser el encargado y gerente es el guía local.

Rolando tiene 35 años y desde hace siete años trabaja en este parque, aunque solo hace cuatro que empezó a recibir a los visitantes. “El objetivo principal del Centro de Preservación es proteger a las diferentes especies de animales de la región, de diversos factores que los amenazan. Una vez que se considera que el animal está apto para la reinserción se lo devuelve poco a poco al monte o a los ríos”, asegura Mamani.

Este parque cuenta con una extensión territorial de casi siete hectáreas. El recorrido programado para los visitantes no va más allá de las dos horas de paseo y evidentemente no se recorre ni cinco kilómetros. “Todo depende del turista, si es muy curioso se camina hasta las dos horas; pero si no lo es, volvemos en una”, asegura Mamani.

El guía comienza su labor e ingresa al sendero principal mientras va describiendo algunos de los animales que están dentro del parque. De cerca un tímido tejón va siguiendo el camino.

“Tenemos cinco variedades de monos: están los aulladores, capuchino, mono araña, ciciro y los nocturnos. Cada uno de ellos tiene su manera de comportarse y cohabitar con las otras especies”, afirma Rolando.

vida silvestre

A medida que la delegación ingresa a la selva un tejón pequeño, que no ha llegado a la madurez, llamada por el guía como ‘Descarada’, va siguiendo el paso y además obstaculizando la visión del camarógrafo para estar ella siempre en primer plano.

Rolando Mamani asegura que esta tejón llegó con su manada de cinco miembros hace tres meses y que desde entonces se convirtió en un guía más, negándose a reinsertarse en la selva, aunque ya solo le queda un miembro de su familia en el parque.

En el recorrido se puede observar un pequeño estanque con crías de yacaré, unos recién nacidos y otros de algunos meses. “Los yacarés en esta zona del Chapare llegan a medir hasta dos metros y medio de largo, los machos, y dos las hembras”, afirma Rolando Mamani, esa explicación no disminuye el temor que se siente al acercarse a ellos, aunque solo midan 20 centímetros.

El camino prosigue y mientras se está disfrutando de la vista que tienen otras especies que están con sus crías a lado, como es el caso del jochi pintado, el taytitu, el conejo de monte, cada uno en posición de ataque para proteger a sus crías. Mientras se pasan madrigueras, tierras enmalladas o estanques Rolando hace gala de sus conocimientos y explica el ciclo de vida de cada uno de ellos, desde el proceso de crecimiento, alimentación, apareo, crianza.

Una de las bondades de este parque es que los turistas tienen posibilidad de tener contacto directo con ellos, particularmente los menos peligrosos.

‘Descarada’, la tejón, ahora está guiando el circuito, perdió completamente la timidez y va jugueteando entre los pies de los visitantes y solo se detiene frente a las jaulas el tiempo necesario para que Mamani brinde un poco de información al respecto.

En medio del recorrido un grito aturde a la delegación, es que “Blanquita’, una boa anillada se cruza en el camino.

El guía la toma en las manos y explica que es inofensiva, pero que la ingenuidad y desconocimiento de los pobladores de la región hace que la persigan para matarla porque la creen venenosa por sus colores.

La experiencia con ‘Blanquita’ enseña a los visitantes a mirar un poco más el suelo, es así como se percatan de otras especies que cohabitan este terreno; como las ‘tucanderas’, hormigas gigantes, que para protegerse pican al intruso

llegado a propiciarle un gran dolor, puesto que su picadura es similar al

de un impacto de bala.

“Por eso en la selva no hay que golpear cuando sentimos que algo está caminando, a veces podemos ahorrarnos un gran dolor”, afirma el guía.

Poco a poco el recorrido sigue, y casi a cada paso se descubre otras especies, tanto de animales como de plantas, con belleza particular y singularidad, definitivamente algo que no se puede observar y apreciar cuando se vive en la ciudad.

El recorrido continua hacia lo más denso de la selva, Rolando Mamani asegura que en este sector existe gran variedad de árboles silvestres; poco a poco “Descarada” se aparta de la delegación y Rolando asegura que ella no ingresa tal vez por el temor de perderse y de no poder volver al parque.

Algo que ahora es comprensible puesto que ‘Descarada’ sabe que está viviendo en el paraíso.

La jungla

Para terminar un fin de semana especial nada más divertido que despertar la adrenalina del cuerpo y no hay mejor lugar para ello que “La Jungla”, parque eco turístico. El cual se encuentra a siete kilómetros de Villa Tunari, en la zona de Chipiriri, a 300 metros del cruce principal, cuenta con señalética adecuada. Atiende los 365 días del año y el ingreso es Bs 25 para nacionales y Bs 45 para extranjeros.

El costo contempla el servicio de un guía que velará por la seguridad del visitante. Iván Nogales, propietario y gerente del parque, afirma que este proyecto surgió hace 20 años, cuando él tuvo la idea crear un columpio gigante en su domicilio, para que así sus tres hijos se queden sin llorar. “Al poco tiempo los vecinos comenzaron a llegar con la idea de disfrutar de estas atracciones, y un poco como para que ya no vengan comenzamos a cobrarles; pero aun así seguían llegando incluso desde la ciudad’, recuerda Nogales.

Es así como las cosas comenzaron a tener forma y poco a poco se vio la posibilidad de convertirlo en un centro recreacional. “Abrimos las puertas al público en 1995 y desde entonces comenzamos a crear una especie de administración básica y comenzamos a expandirnos”, asegura el propietario.

Actualmente el parque cuenta con columpios gigantes que van desde los cuatro a los dieciocho metros de altura, también cuenta con dos rondanas de 80 y 200 metros de largo y un río para poder refrescarse.

Nada causa más vértigo que lanzarse desde el columpio de 18 metros, pero pronto comenzarán a construir uno de 22 metros de alto. Luego de una jornada de gritos y de mucha adrenalina el apetito se despierta por suerte este lugar cuenta con un restaurante para satisfacer el apetito o la sed; sin dejar de mencionar que también alquilan el sector de parrilladas.

Así se puede finalizar un fin de semana especial al cobijo de los árboles y la brisa fresca en el rostro.


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