miércoles, 26 de diciembre de 2018

El Palmar, donde los bosques de palmeras juegan con el viento



Con el sol naciendo en los tejados, partimos en busca de los soldados gigantes del Área Natural de Manejo Integrado El Palmar El Palmar, en el municipio de Presto de Chuquisaca. La comunidad que se encuentra en esta reserva natural lleva el mismo nombre y culminó un proyecto de casi tres años para fortalecer su turismo. CORREO DEL SUR fue invitado por la asociación Huellas a descubrir cómo juegan las palmeras con el viento...

Los viajeros, un grupo de dueños de empresas de turismo y medios de comunicación, miramos expectantes el camino pasar, abrirse en cada curva un poco más y ofrecerse eterno. En un día pudimos capturar en nuestros ojos a El Palmar y mostrarlo fuera.

Esta área natural guarda a una especie de palmera única en el mundo, que da el fruto de janchicoco, un coco del tamaño de una almendra, que es la base de dulces y licores y de toda la vida de los palmareños.

La carretera hacia ella cruza por varios pueblos al ras del camino, por Yamparáez, Tarabuco, Kayambuco, Morado K‘asa y Presto. Entre el asfalto y la tierra, te sientes observado. Ojos curiosos te miran escudriñadores tratando de adivinar de dónde vienes y si trajiste algo para ellos. Son niños y no siempre están alejados de alguna necesidad.

El camino te muestra pampas extensas de tierra y plantas verde opaco. Un cañón a lo lejos que parece jugar con los ojos, pasa con el sol de naranja a rojo y morado. Después de casi cinco horas de viaje entre piedras, tierra y ojos adormilados que producen un musical vaivén de cabezas, podemos divisar una palmera.

La primera caminata

Melodías alegres nos reciben y estamos prontos a salir a hacer la primera caminata, que nos mostrará el encanto de El Palmar.

“El área protegida tiene una extensión de 59,484 hectáreas y es el hogar de dos especies de jucumari (oso andino) y el puma de monte”, según nuestro guía Santos Escalante. Bajamos en fila india zigzagueante el sendero empedrado que sube y baja a su antojo hasta Yana K’ocha (Pozo Negro).

En el camino hay bosques de palmeras “jugando con el viento”, comenta Escalante. Él nos va revelando los secretos de las palmeras de 50 metros, que hacen puentes cuando caen, y de su fruto que es la materia prima de su vida.

La meta del sendero, una doble cascada de agua turbia, está rodeada por paredes cavernosas. Hay allí dos pozos: el principal, con una profundidad de ocho metros, tiene la forma de una olla. Nadie de nosotros se atreve a nadar.

El ascenso comienza por el empedrado pero se desvía por un camino de tierra, con las palmeras más cerca, que ofrece miradores naturales. Al final de la cuesta, las caras de los aventureros reflejan ya los dos kilómetros de caminata.

Un nuevo albergue

El motivo de la visita es la inauguración de un nuevo albergue para turistas y la entrega de certificados a los comunarios capacitados en gastronomía, guiaje y administración.

“La idea es que ellos solos desarrollen el turismo, que representa la base de su economía principal”, recalca el director de Huellas, Marcelo Arze. Con música yampara, entre monteras y ojotas, alrededor de una pucara festejan el fin y el comienzo del camino.

El proyecto ejecutado por la ONG Huellas y financiado por el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) significa para los palmareños una oportunidad y una esperanza de no emigrar en busca de progreso. Los ha vuelto hospitalarios; no es que no lo fueran antes, ahora se sienten motivados por la riqueza que tienen y que puede servirles para su subsistencia. En su sonrisa sincera y recurrente se advierte el fruto de su trabajo. Se sienten felices.

Una fábrica

Al almuerzo le sigue la visita a la fábrica de alfajores, galletas y chocolate de janchicoco, que están buscando se industrialice. Y la tarde culmina con el proceso abreviado de cómo hacen un tejido conjunto con la naturaleza, pues casi todos los elementos provienen de ella.

El Palmar se imagina como un escape. Un lugar para perderse entre las palmeras y la hospitalidad yampara. La última mirada atrás deja en las retinas un arcoíris de lanas teñidas con flores y un sabor en la boca a “leche de jucumari”, un licor de janchicoco con el que nos despide el guardaparque Juanito Escalante.

Al ir, el cielo se tornaba venturoso, con un sol amable. Durante el día se le fueron asomando unas nubes espesas hasta convertirse en amenaza de lluvia tormentosa. Era el camino que nos esperaba. Pero de regreso a Sucre, finalmente, no nos alcanzó ni una gota.

El albergue de el palmar

Para brindar una mejor atención a los turistas, el Área Natural de Manejo Integrado El Palmar, inauguró un albergue con capacidad para seis personas. La construcción cuenta con un comedor, sala de descanso, baño y cocina.

En este albergue trabajan 22 cocineras y cocineros, por turnos. Si el número de visitantes excede la capacidad del lugar, se habilita las casas de algunos comunarios para dar hospedaje a todos. La única condición es que se les avise con tiempo.

La noche en el albergue tiene un costo de Bs 40 y la comida, precios de acuerdo al menú. Por Bs 70 se disfruta de una visita guiada por la reserva de palmeras en grupos de hasta cinco personas.

El Palmar tiene otro lugar que espera visitantes denominado el Cóndor Bañana, donde es posible admirar bandadas de cóndores pero que requiere de una larga caminata.

Janchicoco busca industrialización

El producto estrella del Centro de Transformación El Palmar, es una galleta especial de janchicoco que “en 2017 y 2018 se distribuyó en un total de 30.000 raciones para el desayuno escolar del municipio de Presto”, indica la directora de la ONG LÍDER responsable del Centro, Marta Leytón.

Los trabajadores esperan poder brindar el producto estrella del área natural, la galleta de janchicoco, a las comunidades aledañas con el mismo fin.

En el Centro trabajan 18 palmareños cuyas edades oscilan entre los 13 y los 35 años. En un 80% son menores de 17 años. Por la ausencia de educación secundaria en la zona, ellos encuentran en la fábrica una opción para no emigrar.

Los trabajadores fueron capacitados en la fabricación de cinco diferentes productos a base de janchicoco: alfajores, chocolates, muffins, galletas y panqueques. También realizan licores macerados de: pino de monte, loma cedrón, zarzamora silvestre, kirusilla, muña y chirimoya y mermeladas artesanales de durazno, papaya y zarzamora.

Con la presentación de estos artículos ganaron el primer lugar en la categoría de productos transformados en la Feria Regional del Programa ACCESOS del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierra (MDRyT) realizada en Sucre, en noviembre de 2018. Y en la Feria Nacional del mismo Programa y categoría, lograron un sexto lugar.




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