domingo, 5 de abril de 2015

La magia de Cotacajes, una comunidad anclada en el pasado

Es cerca del mediodía y el sol está en el cenit. El sonido del pututu moviliza a los pobladores que poco a poco comienzan a concentrarse en el patio de la escuela de su comunidad.

La falta de agua potable mantiene en alerta a los comunarios de Cotacajes. En el cabildo asumirán determinaciones porque durante décadas han luchado por el servicio y, a pesar de los reclamos, continúan bebiendo agua de la acequia que atraviesa el poblado.

Uno por uno llegan los lugareños. Muchos arriban con sus picotas o azadones, debido a que interrumpieron las faenas en sus parcelas. La mayoría se dedica a la producción de yuca, vaina, estevia, arroz y camote. En el lugar, la caña de azúcar crece como hierba, abundan los árboles de cítricos, de palta, plátano y achiote.

“Es tierra bendita porque los frutales nacen de las pepas que se arrojan en el suelo”, aseguran.

Llegar a Cotacajes, en el municipio de Cocapata, distante a 160 kilómetros de Cochabamba, es como retroceder en el tiempo, por siglos.

Las cerca de cien familias conviven con la naturaleza y los animales silvestres como lo hicieran sus abuelos.

JUSTICIA COMUNITARIA

En Cotacajes rige la justicia comunitaria y los pobladores sienten temor por terminar en los calabozos. Huir de las celdas sería fácil, por el forado que hay en el techo, pero no se conoce de ninguna fuga.

La limpieza de canales, el arreglo de la escuela y otras tareas comunitarias son realizadas en sábado. Quienes no participan son pasibles a sanciones económicas.

El pututu vuelve a sonar. El “pututero”, como llaman a Antonio Arce, de 68 años, imprime toda la fuerza de sus pulmones porque sabe que es la única manera de convocar a la comunidad. En este pueblo, erigido en el límite con el departamento de La Paz, no hay otro medio de comunicación.

Es su último año en la tarea de “pututero” porque su labor demanda mucha energía y él ya se siente cansado para esta responsabilidad.

La comunidad tendrá que elegir a su sucesor, debido a que en Cotacajes las viviendas no tienen líneas telefónicas y no reciben señal de celular. El pututu es el único medio de comunicación efectivo.

El anciano señala, con la mano derecha extendida, la punta del cerro situado al frente del río que bordea el poblado. En la cima se levanta una imponente antena de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones, pero la cobertura no alcanza al poblado.

En casos de urgencia, los comunarios se han visto obligados a escalar la serranía para captar la señal y comunicarse con sus hijos que están en la ciudad o con sus esposas que se encuentran fuera del país.

MITOS Y ARQUEOLOGÍA

Ningún forastero puede abandonar Cotacajes sin antes haber conocido la riqueza arqueológica que guardan sus entrañas.

En la zona se observan vestigios de los muros de piedra de la época prehispánica.

Los comunarios aseguran que el territorio estuvo habitado por culturas precolombinas y fue el principal camino para trasladar oro desde el Río de La Plata hasta el Alto Perú, por mandato del inca Atahuallpa, quien ordenó resguardarlo de los españoles.

El tema los entusiasma y Remy Rodríguez, quien vivió toda su vida en el mágico poblado, rememora la leyenda sobre una cascada situada en un lugar inaccesible, donde se habría ocultado el codiciado oro.

Como prueba de sus testimonios no dudan en mostrar las vasijas de cerámica encontradas en sus chacos y los rastros de las tumbas precolombinas que son evidentes a simple vista, pero están vacías.

Las narraciones apuntan a que no solo se trata de mitos y leyendas. Un estudio publicado por Albert Meyers e Isabelle Combès en 2011, sobre las razones por las que no fue descubierto el Paitití, menciona a Cotacajes como una de las zonas más ricas del Alto Perú.

Otra anécdota de los comunarios alude a que una vez atraparon un puma a la vera del camino, justo en la curva que ahora se encuentra debidamente señalada para que permanezca en la memoria de Cotacajes.

Es fácil perder el hilo de la historia por la distracción que crea el constante sobrevuelo de halcones y buitres, el revoloteo permanente de las coloridas mariposas y los graznidos de los loros en un paisaje paradisíaco, rodeado de caudalosos ríos y verdes montañas.

RESOLUCIÓN

El sonido grave del cuerno de res se escucha por tercera y última vez. Las principales autoridades ya están reunidas y Saucedo Espinoza Rojas, quien hace pocos meses fue elegido como el secretario ejecutivo del Sindicato Agrario Cotacajes, lidera el cabildo.

La decisión está tomada. La denuncia será formalizada legalmente para que la Alcaldía del municipio de Cocapata, el más joven de Cochabamba, fundado el 6 de febrero de 2009, resuelva la falta de agua en la comunidad.

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