martes, 1 de noviembre de 2016

TURISMO ENTRE TUMBAS El patrimonio y la sostenibilidad de los cementerios bolivianos




Ansiedad. Esa es la sensación que siente la arquitecta cochabambina, Claudia Patricia Dueri, pues está a punto de conocer a uno de los presidentes más importantes de la historia de Bolivia y Latinoamérica, Víctor Paz Estenssoro, a quien visitará por primera vez en el Cementerio General de la ciudad de Tarija.

“A veces en vida no tuviste la oportunidad de conocer a estas personas, pero de muertas, tienes una relación más directa, porque visitas sus tumbas y les empiezas a hablar, de repente, tienes un encuentro increíble”.

Dueri es la presidenta de la Red Boliviana de Espacios Funerarios y de Culto, quien pretende que los cementerios empiecen a ser tomados en cuenta por su valor histórico cultural que tienen para el país, siendo el objetivo consolidar un presupuesto propio para la administración de estos centros. Generalmente, lo recaudado va a las diferentes direcciones de Ingresos de los gobiernos municipales, desde donde disponen el uso de esos recursos, que no siempre retornan a los cementerios.

Cientos de cruces apiladas, gigantescas construcciones, monumentos imponentes, estrellas de David, retratos, coca, comida y una serie de elementos que marcan nuestra cultura sobresalen desde los ataúdes o nichos, entre las silenciosas calles de los cementerios latinoamericanos. Una sociedad reflejada a través de sus cementerios, cuyo mantenimiento no sólo depende de la denominación de patrimonio.

Nombrar a una obra o lugar patrimonial depende de la voluntad de las autoridades municipales y nacionales, pero el problema está más en su mantenimiento porque se requieren recursos económicos para que conserve la esencia, ése sería el principal problema en Latinoamérica, afirmó a su paso por Bolivia, el presidente de la Red Iberoamericana de Cementerios Patrimoniales, Luis Noel Dulout.

Dulout es un antropólogo argentino que se desempeña en su país como profesor de la Universidad Nacional de Catamarca, dedicado a la investigación de cementerios con tesis doctorales sobre camposantos judíos, como de sus características espaciales y culturales.

“La declaración de patrimonio es fácil de conseguir, lo difícil son los fondos”, apuntó el investigador, que espera unir más sitios a esta Red, siendo una de las razones de su paso por Bolivia, donde ya se consiguieron las declaraciones de patrimonio de los cementerios de Sucre y el judío de La Paz.

En el primero están guardados los restos de personajes que marcaron la historia del continente, como ex presidentes y otros notables, mientras que en el segundo, están enterrados cientos de judíos que llegaron al país escapando de los horrores de la Segunda Guerra Mundial.

Luis es un apasionado por los cementerios, y desde el año 2001, gran parte de su vida profesional la dedicó a estudiarlos, aunque eso no quiere decir que sea fiel de alguna religión, cree en las energías, porque eso está científicamente comprobado.

“Claro que hay muchas energías liberadas en los cementerios”, acotó, al explicar de que el carbono -14 se desprende de los cuerpos, como los procesos de liberación de la masa en estos lugares, recordando una charla con un boliviano, también conocedor de esa área, César Beltrán, quien dirige el cementerio de Estocolmo en Suecia.

“El cementerio es un fiel reflejo, aunque no seamos conscientes de mucha información de las características de nuestras sociedades”, refiere Dulout, tras dar una conferencia en uno de los auditorios de la Universidad Católica Boliviana en su sede de Tarija.

Este estudioso de 43 años, de barba bien cuidada y ojos claros, destaca la monumentalidad de los cementerios de las principales capitales latinoamericanas, especialmente de Argentina, Colombia, Perú o México, pero algo que le empezó a llamar la atención y hasta maravillarlo, son los pequeños camposantos rurales, destacando los andinos.

Recordó unos pequeños cementerios en Argentina, cuyos templos cumplen al mismo tiempo la función para cuestiones funerarias, como para las misas semanales, siguiendo la antigua usanza de los campos en América y Europa.

Poco a poco, con el pasar de los años, los cementerios en las principales ciudades, fueron segregándose por religiones o creencias, siendo el de Tarija, también algo llamativo para él. “Es raro encontrar un camposanto judío al interior del Cementerio General, donde alrededor hay nichos y tumbas de católicos u otras religiones”.

Dentro de los cementerios rurales, no deja de impresionarle los andinos encontrados en Bolivia, que tienen covachas de adobe, que desde su punto de vista, si no son preservados, pronto pasarán a ser promontorios de tierra, perdiendo un importante legado histórico-cultural.

"¿Con qué objetivo se declara patrimonio el cementerio, qué es lo que queremos preservar?", es para Dolout, la pregunta básica que se debe hacer para dar la declaratoria de patrimonio. Al tener esta valoración es importante que el Gobierno Municipal dé ese reconocimiento, y posteriormente se busque la denominación nacional. “Ya con la declaración de patrimonio de la Alcaldía y el Gobierno es bastante importante”.

El tercer paso es la declaratoria internacional, ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), aunque en esa instancia existe una serie de requisitos con ampulosa documentación histórica como cultural que sustente la declaratoria.

Pero más allá de la declaratoria de patrimonio, el problema está en el mantenimiento de estos sitios. Una de las soluciones es la consolidación de los cementerios-museos, donde se trata con criterios museísticos de preservar todos los elementos físicos, sin invalidar la posibilidad de seguir utilizando el camposanto.

El ejemplo que la Red Iberoamericana de Cementerios Patrimoniales pretende implantar en Latinoamérica es el consolidado en el cementerio de San Pedro en la ciudad de Medellín- Colombia, donde había problema de saturación.

Este centro, mediante las declaratorias de patrimonio y de cementerio-museo empezó a realizar la revaloración de las fachadas, pero en aquellos mausoleos abandonados o faltos de pagos fueron cremados los cuerpos, siendo colocados en urnas con sus respectivas identificaciones, dejando el anterior espacio disponible para una refacción en base a las características originales en la parte externa; mientras que en el interior, habilitaron columbarios o pequeños nichos para que la gente pueda comprar más espacios.

“Por lo tanto, los espacios de dos o tres ataúdes, ahora tienen 30 a 40 restos de cenizas, lo que permite que se gestionen los fondos para el mantenimiento como reconstrucción del cementerio”.

La denominación de patrimonio más la de cementerio- museo permite todo un estudio del sitio, con la capacitación de personal para la atención de turistas, generando un ingreso extra de recursos económicos, permitiendo además, la realización de diferentes actividades tanto en el día como en la noche.

La realización del inventariado más los catálogos del cementerio son otros pasos administrativos que consiguen un rescate histórico como un mejor manejo de dicho lugar.
Otro punto importante, además de la capacitación del personal, en base al estudio de Dulout, es el tratamiento psicológico del personal de los cementerios. “Imagínate estar cinco o seis veces al día en actos de entierro”.

Recordó a dos sepultureros en La Plata (Argentina) que se convirtieron en alcohólicos por los traumas que sufrieron al estar a diario en los momentos más difíciles de cada familia.

En Bolivia, Sucre es la ciudad que empezó desde el 2004 con un proyecto similar, con jóvenes guías que fueron capacitados para hacer los circuitos turísticos, pero todavía faltan procesos administrativos para que tenga un fondo propio.

El camposanto de Tarija formará parte de la Red Nacional de Cementerios Patrimoniales

Tras la visita de expertos de la Red Iberoamericana de Cementerios Patrimoniales, determinaron que el principal camposanto de la ciudad de Tarija cuenta con elementos suficientes para ser declarado patrimonio nacional, al igual que los cementerios de otras ciudades capitales como Sucre, Cochabamba y La Paz.

El turismo de cementerios es una tendencia que cada vez atrae a más personas alrededor del mundo. Pues, al parecer, esta exótica experiencia permite conocer las ciudades desde una perspectiva diferente; a través de la última morada de sus más célebres personajes.

El Cementerio General de Tarija es hogar de personalidades tan importantes como el cuatro veces presidente Víctor Paz Estensoro, el ex alcalde de origen judío Isaac Attie, el primer promesante “chuncho” Aurelio Arce, el compositor Nilo Soruco Arancibia, el poeta Octavio Campero Echazú, entre otros.

La presencia de estos personajes, sumada a la belleza arquitectónica de mausoleos históricos como el de la familia de Moisés Navajas, el mausoleo de los Antonianos y el del Ejército convirtieron al camposanto tarijeño en un atractivo histórico y cultural, digno de pertenecer a la red patrimonial.

El administrador del principal recinto funerario de Tarija, Ariel Zamora Gutiérrez, celebró este “paso positivo”, porque el cementerio recibirá más apoyo de las autoridades locales como nacionales. Además, respecto a la administración de los recursos económicos, si éste ingresa a la red nacional, la idea es que los fondos recaudados ingresen a una cuenta propia y sean destinados para realizar las mejoras necesarias.

“Actualmente lo recaudado en los servicios de entierro y de ocupación de nichos, es cobrado por la Dirección de Ingresos del Gobierno Municipal y sólo una parte regresa al cementerio”. También aseguró que es necesario que tengan más poder de decisión para usar los fondos y cubrir sus necesidades.

Actualmente el cementerio es una unidad dependiente de la Secretaría de Obras y Servicios Públicos del Gobierno Municipal de Tarija, por lo que debe gestionar a través de dicha instancia, el dinero para las refacciones como otros gastos.

Sin embargo, la intención de declarar al cementerio de Tarija como patrimonio, no es reciente. Según el historiador Elías Vacaflor Dorakis, tras asistir a una cátedra de la UNESCO en 1998 en la ciudad de Oruro, presentó un proyecto al entonces alcalde, Óscar Montes Barzón.

Esta propuesta contemplaba cuatro variantes. La primera era declarar al Cementerio General de Tarija patrimonio histórico-cultural de la Provincia Cercado; la segunda variante era denominar al cementerio “Isaac Sasson Attie”, en homenaje al Alcalde que ordenó su construcción.

Por último, el proyecto planteaba un recorrido histórico de las tumbas como mausoleos destacados, además de denominar las calles interiores con los nombres de los “santos y vírgenes” más importantes de la historia religiosa de Tarija, como San Roque o la Virgen de Chaguaya.

Este proyecto, 18 años después, fue nuevamente expuesto hace dos semanas en el encuentro realizado en la Universidad Católica Boliviana de Tarija, junto a la Red Boliviana e Iberoamericana de Cementerios Patrimoniales y tuvo más aceptación que en aquel entonces.

La integración de Tarija a la red de cementerios patrimoniales “es un hecho”, y esta vez sí tendría el visto bueno del alcalde Rodrigo Paz Pereira. Todavía queda un largo camino por recorrer.

“Lo primero que debemos hacer es sacar la historia del cementerio y de sus personajes, aunque eso ya está en la Dirección de Turismo y Cultura gracias a los aportes de don Elías Vacaflor; lo segundo es recuperar las construcciones históricas”, acotó Ariel Zamora.

El cementerio cuenta con tumbas que datan de 1832 y eso enriquece aún más su historia.

Aunque el cementerio tarijeño es rico en historias y bellas edificaciones, no tiene una ruta turística permanente, como en la ciudad de Sucre, que dispone de guías que trabajan de lunes a lunes, haciendo las delicias para los turistas. Zamora no descarta que ese sea un tercer objetivo, en pos de ingresar a la red.

Para Zamora, el cementerio es un lugar de paz, en el que se juntan la tradición con la religión para llenar de historias y cultura el lugar.

Más allá de las autoridades y poetas, que sin duda alguna dejaron huella en la historia local y nacional, personalidades locales como José Antonio Lema, más conocido como “Gringo Limón”, o doña Pastora Vega Gallardo, cuyo saice conquistó los corazones y paladares de miles de bolivianos; dejaron rastro en el alma de la gente, siendo parte de la cultura popular de la ciudad.

Sin duda alguna “Gringo limón” y “doña Pastorita”, estarán felices de pertenecer a un cementerio patrimonial y de entretener a cientos de personas, tal como lo hicieron en vida.

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