lunes, 27 de junio de 2016

Tradiciones y necesidades convergen en Porongo



Hay un municipio situado a escasos 18 kilómetros de la ciudad capital que guarda celosamente las tradiciones y costumbres del oriente boliviano, incluso hay quienes consideran que allí se ha trasladado la vieja Santa Cruz. A Porongo acude una gran cantidad de personas especialmente en tres fechas del año: su aniversario, el 22 de febrero; Semana Santa y para la fiesta de San Juan, justamente por lo rico de su programa cultural. Sin embargo, también hay necesidades insatisfechas y una de ellas es el vertedero.

Para llegar allí hay dos vías: cruzando el puente del Urubó, sobre el río Piraí, y por La Guardia. En los cuatros barrios que conforman el área urbana de este municipio y en sus 49 comunidades del área rural están distribuidos sus 15.201 habitantes, según el censo de 2012.

“Porongo no solo se caracteriza por la hospitalidad de su gente, sino porque hasta ahora conserva esas costumbres que se veían hace años en Santa Cruz”, dice Génesis Sandoval, directora municipal de Turismo, al destacar que lo primero que impacta cuando el turista llega es el templo jesuítico colonial, que ha sido declarado monumento nacional, así como la plaza y las comidas típicas que ofrecen los vecinos los siete días de la semana.

Pero eso no es todo. Ramiro Téllez, de la Dirección de Cultura, resalta el papel de la Orquesta Misional San Juan Bautista de Porongo, que ya ha recibido varios reconocimientos, así como el ballet municipal y las ferias del pescado y del achachairú.

Atractivos
Sin embargo, esto no es todo lo bonito de Porongo, sus comunidades rurales también cuentan con atractivos turísticos y culturales que son demandados por los visitantes. Es el caso de Pozo Colorao, donde se adora al Divino Niño; Terebinto, pueblo antiguo que conserva a la Santa Cruz de antaño; Surutuvia, comunidad citricultora y donde está el complejo Santa Lidia; Sombrerito, donde aún se puede encontrar a carretones jalados por bueyes y las muy demandadas cataratas de Espejillos.

Lo que hace falta
Como dice el dicho: ‘No todo es color de rosas’, los pobladores también tienen demandas. Karina Mamani, de la comunidad Pozo Colorao, y Aracelli Roca Gil, del barrio 24 de Junio, coinciden en que el vertedero municipal pone en riesgo la salud de los habitantes, por lo que no descartan el inicio de protestas en los próximos días. La falta de entidades bancarias es otra necesidad, pues deben salir a la ciudad capital a pagar las facturas de servicios básicos. Piden también el mantenimiento y asfaltado de caminos a las comunidades


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