domingo, 25 de octubre de 2009

Ruta a la Muela del Diablo está en pésimas condiciones y la Alcaldía no tiene un proyecto para reconstruirla

El camino que conduce a la Muela del Diablo, un atractivo turístico ubicado al sur de la ciudad, se encuentra en malas condiciones, razón por la que no hay servicio de transporte público al lugar. La Alcaldía hasta ahora no definió un proyecto para su mejoramiento.

Laura Salas, maestra de profesión y directora de la escuela Chiaraque, nombre que también lleva el pueblo que está en las faldas de la Muela del Diablo, debe caminar a diario 45 minutos desde El Pedregal, en la zona Alto Calacoto, para llegar a su fuente laboral.

“Es complicado, cuesta mucho, pero ya estoy acostumbrada, son 20 años que trabajo aquí y hago lo mismo”.

Salas lamentó que ese mismo trajín lo tengan que realizar unos 10 de los 45 niños que asisten a la escuela, pues viven en la zona Sur. “Para ellos sí es difícil, es que son pequeños, pero es que no hay vehículos”.

La ruta

La vía a Chiaraque es de tierra y angosta, en la que sólo cabe un motorizado. En los costados presenta grietas, unos huecos que se asemejan a unos cráteres, que dan al precipicio, lo que disminuye más aún el espacio para las movilidades. El suelo, en general, es arcilloso, por lo tanto resbaloso, más aún en época de lluvias, cuando incluso, según Salas, la tierra cae al camino y es imposible transitar “sin hacer algunos esfuerzos”.

Desde El Pedregal hasta la población de Chiaraque son unos tres kilómetros de una ruta serpenteada que va en ascenso en una pendiente pronunciada. A medida que se asciende, es posible ver toda la extensión de la hoyada paceña.

El director del establecimiento, Martirian Blanco, reconoció que es dificultoso transitar por esta ruta, porque se la hace caminando, pero él destacó su vocación de servir a la comunidad, que le permite cumplir su tarea sin reparos.

Dijo que los comunarios demandaron hace tiempo el arreglo de la vía, pero aún no recibieron una respuesta del municipio. Salas consideró que tal vez la dejadez de las autoridades obedece a que los habitantes de Chiaraque no son numerosos.

En la Subalcaldía de Mallasa informaron que hay un proyecto para contratar un bus, que de manera exclusiva traslade a los alumnos desde sus casas a la escuela, para evitar la caminata. Lucio Ticona, quien tiene una tienda en el medio de la ruta que conduce al poblado, frente a un cementerio que está al aire libre, aseguró que los comunarios utilizan el camino a diario, porque deben sacar sus productos a la ciudad o para comprar algunos artículos.

Relató que el camino era mucho peor, casi se asemejaba a un sendero, pero que con el tiempo y la maquinaria de la Subalcaldía, se mejoró, pero “sólo hasta ahí, pues no hay proyectos de asfaltado o ensanchamiento, pese a que cada año se escucha que ya arreglarán la ruta”.

Los argumentos

El subalcalde de Mallasa, Érik Rojas, admitió la falta de atención a este sector de la ciudad. Reconoció que, tanto por la comunidad que se encuentra en las faldas de la Muela del Diablo como por la necesidad de fomentar el turismo, es de vital importancia la construcción de la vía, pero justificó la ausencia de un proyecto al expresar que “no hay los recursos económicos suficientes”.

Según su percepción, se precisaría “un monto elevado” para llevar a cabo el estudio de factibilidad y la reconstrucción del acceso, aunque no dijo cuánto.

Rojas explicó que la definición de un proyecto de esta magnitud corresponde a las autoridades de la Alcaldía central, pues en el Macrodistrito se trabaja con presupuestos menores, que atienden demandas puntuales.

Por ejemplo, explicó que se maneja el presupuesto del Fondo de Atención Vecinal, que es limitado, y que se invierte sobre la base de la consulta a los ciudadanos. En el caso de Chiaraque, se dispone de 120.000 bolivianos, monto que en 2010 está destinado a la conexión de agua potable, con la compra de tuberías y otros materiales.

Otro fondo, que es para el conjunto del Macrodistrito y se denomina Respuesta Inmediata, se lo invierte en el mantenimiento de las vías; entre ellas, la que conduce a Chiaraque, y para la adquisición de maquinaria. Ambas tareas tienen asignados 600.000 bolivianos.

De acuerdo con el Subalcalde, la zona es inestable, lo que exigiría que antes de construir una vía, se deba encarar un proyecto de intervención para estabilizar el terreno a través de la edificación, por ejemplo, de muros laterales. Esto ya fue planteado a la Oficialía Mayor Técnica, pero no hay recursos para la atención, porque “no es la única tarea que se tiene”.

“No podemos negar que es vital, prioritario para acceder a la Muela del Diablo y atender a todas las familias que están ahí. Aunque no sean muchas, tienen necesidades urgentes a transportarse los niños y los mayores, es vital”.

Un mejor acceso fortalecería la actividad turística que se desarrolla por la Muela del Diablo. Rojas mencionó que tomando en cuenta la imperiosa necesidad de mejorar el acceso, la Subalcaldía replanteará el proyecto a las autoridades ediles, porque los comunarios de Chiaraque ya demandaron la mejora de la ruta hacia su población.

Unos 150 turistas visitan el atractivo

Cada fin de semana, entre sábado y domingo, unos 150 turistas, sobre todo extranjeros, visitan la Muela del Diablo, que se encuentra a 18 kilómetros de la ciudad de La Paz.

El número de visitantes sube hasta 1.200 sólo cuando se llevan a cabo ferias, como la gastronómica, en el pueblo de Chiaraque, que está en las faldas del atractivo.

El cerro recibe ese nombre por su semejanza con una muela, además por el “endemoniado” esfuerzo que se debía hacer para llegar a él, debido a la distancia, situación que cambió poco.

Se trata de un volcán apagado, que ofrece senderos para caminar, escalar rocas, disfrutar de paisajes naturales, paseo en bicicleta de montaña, observación de aves y áreas para acampar. Se encuentra a una altitud de 3.780 metros sobre el nivel del mar.

En la Subalcaldía de Mallasa informaron que este atractivo turístico no tiene una administración directa del Gobierno edil; si bien éste invierte en su mantenimiento, son los comunarios y las agencias de viaje que reciben los réditos de la excursión al lugar; los campesinos, en calidad de guías, y las agencias, a través de sus programas, que incluyen este punto como un lugar para la caminata.

Las agencias forman grupos de hasta 12 personas para visitar la Muela del Diablo, luego los trasladan en vehículos hasta el pueblo de Chiaraque. Si se efectúa el paseo individual, es más complicado, ya que los motorizados del transporte público sólo llegan hasta el final de El Pedregal, una zona del sur de la ciudad, que está a seis kilómetros, desde donde no hay servicio, entonces sólo se puede llegar subiendo la cuesta o con motorizados privados. Desde las alturas de la Muela, la vista es plena, pues se puede observar la ciudad de La Paz en su extensión, además se disfruta de la cadena montañosa de la Cordillera de Los Andes.

228 personas viven en Chiaraque

La comunidad Chiaraque, ubicada en las faldas de la Muela del Diablo, al sur de la ciudad, está formada por 36 familias, que suman unas 228 personas, las que se dedican principalmente a la agricultura.

Es una población reducida tanto por el número de sus habitantes como por la extensión que ocupa. A pocos metros de llegar al lugar, se la divisa como una hoyada en medio de cerros y montañas, al igual que la ciudad de La Paz.

Chiaraque significa en español ”hombre de negro”, y, según una leyenda, se dice que la Muela del Diablo era un Inca y el Illimani estaba celoso de él, así que le voló la cabeza con una honda. De ese modo se explica la presencia en la zona de una roca en forma de corazón y otra en forma de cabeza.

La gente siembra zanahorias, nabos, habas y otros, cría ganado vacuno, ovino y porcino, y vende sus productos en los mercados de la ciudad, pero que también los destina para su propio consumo.

Otro grupo, aunque menor al anterior, se dedica a trabajar en la urbe paceña como obrero o trabajadora del hogar, lo que les obliga a dirigirse a diario a la ciudad.

La escuela Chiaraque alberga a 45 estudiantes de nivel inicial y primario, de los cuales unos 10 viven en El Pedregal, una zona del Macrodistrito Sur, lo que significa que deben caminar hasta 45 minutos todos los días para asistir a sus clases.

La población de esta comuna sigue las tradiciones católicas y también las costumbres aymaras, como la Pachamama y las wakas sagradas (cerros que representan divinidades).

La comunidad no tiene una fecha de celebración, por ello festeja el 2 de agosto, Día de la Reforma Agraria; el Año Nuevo aymara, el 21 de junio, y durante el festival gastronómico, en agosto o septiembre.

La zona

La Muela del Diablo es un atractivo turístico que se halla en la jurisdicción de Mallasa.

El acceso es muy dificultoso debido a que la vía está en malas condiciones.

Chiaraque es la población que se encuentra en las faldas del atractivo turístico.

Pese a estos problemas, unos 150 turistas visitan el lugar cada fin de semana.

Las dificultades de acceso se hacen más evidentes para los pobladores.

Por la necesidad de trabajar, deben caminar 45 minutos a diario para ir a la ciudad.

La Alcaldía, pese a estar consciente de esta situación, no tiene ningún plan.

Dice que es una zona inestable, y antes de intervenir se precisa un estudio geológico.

El mantenimiento de la carretera de tierra está en manos de la Subalcaldía de Mallasa.

El Gobierno edil no tiene un proyecto vial para la zona, pero sí un plan de conexión de agua.

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