jueves, 16 de mayo de 2013

Silala, oasis andino



Agua dulce y cristalina en medio del desierto. Hasta parece el sueño de alguien extraviado en las arenas del Sahara. Pero es Bolivia y el Silala, en medio de una geografía árida, de arena y piedra, no es una fantasía. Parte del potosino cantón Quetena, la vertiente se convierte en un oasis que nace en el ombligo del municipio de San Pablo de Lípez, en la hoyada del cerro Cabana (volcán apagado). Se halla entre los hitos 73 y 75, a sólo tres kilómetros de la frontera sudoeste, con Chile.

Ubicado a unos 400 kilómetros de Uyuni, el lugar se ha constituido en el foco de atención de autoridades nacionales y de turistas.

Estos últimos han comenzado a llegar hasta el lugar, luego de conocer Uyuni, el salar y otros atractivos de la zona, para convencerse de que en medio del “desierto andino” (como lo denominan los técnicos de la Gobernación potosina), existe un lugar por donde las entrañas de la tierra se manifiestan en forma líquida.

“En cualquier lugar, sólo basta cavar unos 20 o 30 centímetros y comienza a salir el agua; hay varios ojos (vetas del líquido) en el terreno, pero el principal está a un kilómetro de aquí”, explica el teniente Edwin Sarmiento, parado en el cuartel que se levanta a dos kilómetros y medio de la frontera con Chile, señalando hacia más adentro del territorio boliviano.

Turismo aventurero

Sarmiento estuvo, entre 2012 e inicios de 2013, a cargo del Puesto Militar Adelantado de Infantería Mayor José Mendizábal, unidad creada hace cinco años en el Silala. El objetivo: resguardar la zona fronteriza y que los diez soldados destinados a ese cuartel sienten soberanía y presencia del Estado.

Sobre las aguas del Silala, “son manantiales subterráneos”, define el secretario de Desarrollo Agropecuario de Potosí, Raúl Mendizábal. Se trata de grandes cantidades de líquido volcánico (volumen aún no cuantificado) almacenado hace varios siglos y que al salir a la superficie genera el flujo de unos 200 litros por segundo.

El gobierno del presidente Evo Morales ha mostrado estar decidido a tomar acciones en vista de que el recurso hídrico es usado por Chile sin restricciones ni compensaciones; así que optó por “cerrar”, de forma paulatina, el torrente que fuera canalizado por el país vecino, de forma ilegal, hace más de 50 años.

Un paquete de al menos cinco proyectos está comprometido; el inicial, un criadero de peces, está en funcionamiento desde marzo. Más adelante, se pretende construir una planta hidroeléctrica, una embotelladora de agua e invernaderos para cultivar vegetales y hortalizas.

En los planes está asimismo el bombeo del líquido hacia la Laguna Colorada, en Uyuni, hogar de los flamencos que se está secando lentamente por distintas razones naturales (escasa precipitación pluvial) y humanas (minería).

En torno al cuartel no hay más habitantes. Con la producción de truchas se prevé que el Silala forme parte del circuito turístico de la Reserva Nacional Eduardo Abaroa, integrado por la Laguna Colorada, la Verde, la Blanca y el desierto donde se ubica la llamativa formación conocida como Árbol de Piedra.

Hay tareas pendientes para avanzar hacia el objetivo, reconoce el gobernador potosino, Félix Gonzales; la principal de ellas, determinar las rutas y señalizarlas para conducir bien a destino.

Hoy, no existe transporte público, por tanto, el viajero debe contratar los servicios de las empresas de turismo situadas en Uyuni.

Pampa, montaña, desierto y hasta un terreno rocoso, llamado Valle de Piedras, resultan embriagantes por la variedad de formas y colores que aportan al paisaje. El paseo no incluye llegar hasta las aguas del Silala, a menos que todo el grupo manifieste su deseo de ir hasta allí.

Se puede viajar en vehículo propio, sabiendo que el camino no es asfaltado, sino de sendas de piedra y tierra que fueron marcadas por otros carros. El último surtidor de gasolina, antes de salir de Uyuni, es el de la mina San Cristóbal. Hay que llevar un bidón adicional de por lo menos 40 litros.

La temperatura es fría en general. En invierno desciende hasta los diez grados bajo cero, con nevadas ocasionales. El clima mejora en verano, pero no del todo; la máxima temperatura es de 12 grados, con gélidos ventarrones al atardecer.

No hay restaurantes ni tiendas. Hay que llevarse alimentos y agua embotellada.

Como no existe señalización, llegar a Quetena Chico (donde está el Silala) pone a prueba el sentido de ubicación de los más expertos. Hay mapas a la venta; pero también se puede contratar un guía o pedir ayuda en el Regimiento de Infantería Loa, asentado en Uyuni, para trasladarse sin problemas, ya que cuenta con equipos GPS.

En el mejor de los casos, el viaje dura unas cinco horas, si se va por los “atajos” que sólo conocen los uniformados o los choferes de las empresas de turismo. Es arriesgado hacerlo sin conocer el terreno o de noche. Un día es suficiente para recorrer todo el Silala, tomar fotos y disfrutar del paisaje cuya monotonía de arena y montaña se rompe con el paso de las aguas cristalinas que pintaron de verde los alrededores.

Hay dos opciones para pasar la noche: dormir en el vehículo con el abrigo respectivo o llegar hasta el hotel de sal Tayka, ubicado a unos diez kilómetros (al pie del volcán Tunupa, en el salar de Uyuni). El hotel cuenta con agua potable, energía eléctrica provista por motores generadores, ducha caliente, alimentación y habitaciones cálidas.

Transporte

No hay transporte público. En Uyuni existen empresas de turismo que hacen el servicio, el costo por personas oscila entre los Bs 120 y Bs 150 . Lo más recomendable es ir en vehículo propio.

Hospedaje

Dormir en el coche es una opción, la otra es viajar diez kilómetros hasta el hotel Tayka, cuya tarifa por noche oscila entre los $us 80 y $us 200, debido a las comodidades que ofrece a los viajeros.

Alimentación

No hay estaciones de combustible ni venta de abarrotes o restaurantes. Se aconseja llevar provisiones para tres días por si hay contingencias. Lleve gasolina extra en bidones.


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