jueves, 19 de enero de 2017

Sajama, gran jardín secreto



Lo llaman “El jardín secreto de los incas” y es un destino imperdible. Cuenta con más de 10.000 hectáreas y la mezcla de paisajes naturales con un importante legado cultural le han valido a Sajama el título de Parque Nacional. Allí, los emprendimientos de turismo comunitario intentan presentarlo como la puerta hacia un rosario de posibilidades con sitios arqueológicos, ruinas incaicas, caminos precolombinos y poblaciones de pintoresca arquitectura colonial.

Está ubicada a tan solo tres horas de la sede de gobierno, sobre uno de los ramales de la carretera Bolivia-Chile partiendo de la población de Patacamaya, en un traslado placentero con la Cordillera Occidental como tela de fondo. La primera parada en este tour es Callapa, donde una serie de chullpas brinda su bienvenida desde lo lejos. Es como viajar en el tiempo. “También llamadas torres funerarias, estas chullpas tienen una antigüedad de 800 a 900 años y corresponderían al señorío de los carancas, que significa ‘hombres de espaldas peladas’, es el único legado que nos han dejado”, explica el guía Julio Rengel.

Fotos: Miguel Carrasco, La Razón

Estas estructuras postiwanacotas varían de tamaño de acuerdo con la importancia de los allí enterrados; las mismas, cerca de 50, han sido recuperadas a finales de los años 90 y en la actualidad son utilizadas por los comunarios como centros rituales. “Todas están orientadas hacia el este, donde sale el sol, que es el inicio de una nueva jornada y de una nueva vida, que es parte del pensamiento del hombre andino”.

El itinerario continúa y la siguiente estación es Curahuara de Carangas, ya en el departamento de Oruro, donde el principal atractivo es una iglesia colonial edificada en 1608. Es una de las capillas más antiguas de Sudamérica, conocida también como la capilla Sixtina del Altiplano. Fue declarada “Monumento Nacional” mediante ley del 17 de noviembre de 1960 y alberga a Santiago de Curahuara de Carangas, patrono del pueblo. Su interior luce rebosante de arte pictórico en pan de oro, con representaciones de pasajes bíblicos en pinturas como Jardín del edén, La última cena y El juicio final. Allí aún se celebran misas y otros rituales paganos como bautismos y matrimonios, y su museo conserva un confesionario y un órgano que datan del año de su construcción.

De nuevo sobre ruedas, la ruta altiplánica conduce hacia la comunidad de Tomarapi, que es la puerta de ingreso al nevado más alto de Bolivia, donde aguarda por sus visitantes el Albergue Eco turístico Tomarapi, con capacidad de 11 habitaciones para 35 visitantes, con luz eléctrica, baño privado, agua caliente, calefacción y servicios de restaurante. “Atendemos los 365 días al año ofreciendo tours por los atractivos de la zona, como son las caminatas de cerca de una hora y media hasta llegar a los géiseres (fuentes termales); en nuestro trayecto también observaremos a los camélidos andinos como las alpacas y llamas”, dice Javier Huallpachimarca, gerente general de la empresa comunitaria.

El objetivo comunitario es “desarrollar un sistema de servicios turísticos integrales de calidad, gestionado por una empresa comunitaria, sostenible en términos socioculturales, económicos y técnicos, compatible con los objetivos de conservación del área protegida y que genere beneficios económicos para la comunidad”.

Ante la ausencia de caminos, la próxima ruta es cubierta a pie y tiene como parada los baños termales de Manasaya, con una serie de piscinas de aguas medicinales con una temperatura por demás agradable de 35º, desde donde se observa el nevado que tutela a las comunidades.

Luego, y como cierre al itinerario, resta visitar el Bosque de queñuas, constituido por uno de los pocos árboles que crece a mayor altura del mundo. Dependiendo de la permanencia, se trata de un paseo de más de cuatro horas para placer de todos los sentidos.




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