domingo, 7 de marzo de 2010

Desplazados de Laguna Colorada


Hace dos años no llueve en la Laguna Colorada. Sólo el 30 por ciento de esa zona del suroeste de Potosí tiene agua. Si se acaba, los primeros en dejar la región serán los flamencos o pariguanas que deberán buscar otros territorios. El problema es que pocos estanques de la región poseen el alimento que estas aves requieren para sobrevivir.

La Laguna Colorada, que forma parte de la Reserva Nacional Eduardo Abaroa (RNEA), es el principal centro de anidación anual de los flamencos. Un espejo de agua que en el último quinquenio se evapora. “El hábitat de las pariguanas y de otros animales puede desaparecer”, advierte el biólogo Fernando Villarte Baldivieso, del Servicio Nacional de Áreas Protegidas de Bolivia. Villarte visita periódicamente esta zona y ha visto cómo su aridez se ha agravado desde el 2005.

El hogar de los “tococos”

A 4.278 metros sobre el nivel del mar, la Laguna Colorada es uno de los principales atractivos turísticos del parque Abaroa. Volcanes, fumarolas, lagunas coloradas y verdes, además de la flora y fauna, seducen. El año pasado recibió la visita de 80 mil turistas.

El territorio es árido; las precipitaciones, escasas; la radiación solar, intensa, y los vientos, fuertes. “Aquí la temperatura baja por la noche hasta los 25 grados centígrados bajo cero y en el día sube hasta 18 grados”, expone Villarte. Pese a esas condiciones, es el hogar de gatos andinos, vizcachas, pumas, flamencos, cóndores, vicuñas y otros animales.

Por su riqueza en aguas salinas, hipersalinas, bofedales y humedales, la Laguna Colorada fue catalogada en 1993 como un sitio Ramsar (área protegida de importancia mundial). Desde septiembre del 2009, la declaratoria se amplió a toda la región de Los Lípez. Un lugar único, pero del que pueden quedar sólo postales.

En la Colorada no llueve desde el 2008. “El promedio de precipitaciones, hasta hace dos años, era de 80 a 100 milímetros anuales. En los últimos dos años ha bajado a menos de 5 de milímetros”, insiste Villarte. En esa área viven los flamencos o tococos, como los llaman los urus.

En Bolivia habitan tres especies de flamencos: el andino o Phoenicoparrus andinus (de 110 centímetros de alto, pico negro y patas amarillas), la Parina chica, james o Phoenicoparrus jamesi (de 90 centímetros, pico, cuello y patas cortos con leves estrías rosadas en el pecho) y el chileno o Phoenicopterus chilensis (de 100 centímetros, plumaje de tono salmón con coberteras rojas).

“A diferencia del chileno, que habita en varios pisos ecológicos, el andino y el james viven en una área restringida. Estas dos especies se encuentran en situación vulnerable, de acuerdo al Libro Rojo de Vertebrados de Bolivia del 2009”, dice Omar Martínez Flores, investigador del Museo Nacional de Historia Natural. Sólo falta un peldaño para que estén en peligro de extinción.

La pista de la marcha nupcial

Cada agosto, centenares de flamencos copan los 60 kilómetros cuadrados de la Laguna Colorada. Es el momento en el que los machos danzan para intentar seducir a las hembras. Es la época de la reproducción.

Tras esa etapa, viene la construcción de nidos para recibir a una nueva generación. “Los primeros huevos aparecen en diciembre; y en enero y febrero, los primeros polluelos”, reseña María Sol Aguilar Ariñez, bióloga y responsable del Programa Conservación de Flamencos y Humedales en Bolivia.

Los tococos eligen la Laguna Colorada porque es rica en algas. La presencia de las aves es además un indicador. “Donde hay pariguanas es señal de que el hábitat es favorable también para otros animales”, formula Villarte. Con los flamencos conviven otros pájaros migratorios que llegan desde Canadá para alimentarse.

“Cerca del 25 por ciento y 50 ciento de la población global del flamenco andino y del flamenco james, respectivamente, habitan en la Laguna Colorada”, expone Aguilar. De acuerdo con el Censo Aéreo de Flamencos del 2000, la población de tococos era de 75 mil ejemplares. Hoy, es más baja.

Un salvavidas urgente

Según el biólogo Martínez, que realiza con Villarte un nuevo registro de pariguanas, la cantidad de estos animales descendió a 47 mil especímenes en el 2009.

La aridez del sector y la presencia de extraños (turistas) en sus sitios de anidación, sumados a la contaminación y los desechos urbanos provenientes de poblaciones aledañas, ponen en jaque a los flamencos. Ellos se ven obligados a colonizar otros sectores.

En octubre pasado, un grupo de flamencos fue visto en cercanías del lago Titicaca en La Paz. “Es posible que sean chilenos, que habitan varios pisos ecológicos, pero el hecho de hayan llegado allí es llamativo”, refiere Villarte.

La sequedad de la laguna no es el único problema. “Algunos danzarines usan su colorido plumaje para bailar tobas. El andino es el que más sufre”, alerta Villarte.

Ya se reglamentó la actividad turística en la reserva Abaroa para que no afecte los hábitats naturales. Actualmente, biólogos de Argentina, Bolivia, Chile y Perú realizan un nuevo padrón de pariguanas para tener datos exactos sobre su población.

Mientras se esperan los resultados del censo, los flamencos volverán en agosto a la Laguna Colorada para reproducirse. Es posible que sea la última vez se los pueda ver allí ejecutando la marcha nupcial que busca garantizar una nueva generación.

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