domingo, 14 de agosto de 2011

La Muela del Diablo, otro sitio satánico


Este es el testimonio recogido de una joven por La Razón en el lugar. “Yo también hice una petición, pero no ingresé a la cueva. ¡Quiero estar con mi enamorado y tener un hijo con él! Ahora tengo una hija de dos años, pero mi pareja falleció”, agrega.

El volcán apagado está ubicado a 40 minutos en vehículo desde la urbe paceña. En la lengua aymara este promontorio se llama, Auqui Kollo, que significa Cerro Padre y en la cosmovisión andina es una wak’a (un espacio sagrado donde se celebran rituales).

La Muela, según testimonios recogidos por este diario, también es considerada un santuario de Lucifer, donde los fieles le rinden culto los martes y viernes, como ocurría en la curva de la Autopista de La Paz- El Alto, donde fue esculpido un rostro, que según los fieles, era del diablo.

El altar construido allí fue derruido por la Policía y obreros de la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC), luego de hallar cerca del lugar el cadáver de un hombre que se presume fue ahorcado. La Policía sospechaba de que podría tratarse de una ofrenda satánica.

sitio. “Unos amigos siempre hablaban de este lugar. Ellos decían que en la cueva (ubicada en la parte trasera de las faldas de la Muela del Diablo) se practicaban ritos de magia negra y que el diablo les cumplía favores”, cuenta la joven, que ahora tiene 18 años, que prefirió no revelar su nombre.

La muchacha relató que debido a la curiosidad, visitó el lugar junto a sus dos amigas, que cursaban en ese entonces el octavo de primaria, cuando tenía 13 años y que ya en el lugar pidieron favores que, según dice, le fueron cumplidos. Lejos de estos ritos y creencias, la Muela del Diablo es parte del circuito ecoturístico de Mallasa, visitada al año por 10.000 turistas extranjeros y nacionales aproximadamente que practican andinismo y excursionismo.

Sobre los rituales negros, el subalcalde del macrodistrito de Mallasa, Miguel Quispe, indica que “posiblemente este tipo de rituales se hagan en la madrugada”.

El director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de la zona Sur, coronel Daniel Quintanilla, indica que desconoce si en este lugar se practican ceremonias satánicas y puntualiza que entre 2009 y 2011 no hay reportes de crímenes violentos en el lugar.

Entre las rocas de la cima hay nombres de hombres y mujeres pintados. Frente a ellos, en una de las puntas en forma de pieza dental la naturaleza ha esbozado una especie de rostro, de ojos pequeños y nariz grande, sobre el que visitantes han pintado graffitis con pintura en spray, prueba de que no todos se toman en serio el culto a satanás.

Además, hay restos de velas blancas y de colores en los huecos entre las piedras, hojas de coca, decenas de botellas plásticas de alcohol de un litro y los “soldaditos”, o alcohol medicinal que cuesta Bs 1 y con el que suelen embriagarse menores e indigentes por su bajo costo.

En uno de los huecos de la cima La Razón halló la fotografía enrollada de un joven, en el reverso se lee “Alberto S. M. muerto...” .

Cerca, bajo las piedras, está una fotocopia de carnet de identidad de una joven de pollera llamada Catalina C. de 37 años. En el papel hay manuscritos otros nombres.

En las faldas de la Muela está la cueva donde la entrevistada le pidió al diablo enamorar con su novio hasta la muerte. Según la creencia, para que Lucifer cumpla el favor se debe visitar tres veces consecutivas el lugar. “Ese mismo año (2006) murió Miriam en un accidente. Ella fue de excursión con mis compañeros a Copacabana. Ese día, la marea estaba muy fuerte en el Lago Titicaca y se ahogo. Desde ese día, no volví nunca más aquí hasta hoy, pero ya no le pido nada”, asegura.

A los pies de la Muela del Diablo está la comunidad rural de Chiaraque. Sus habitantes consideran a la montaña como una de las más importantes Apachetas de La Paz.

“Según nuestra tradición, el 21 de junio y en el mes de agosto le ofrecemos una mesa a la Pachamama en agradecimiento por los beneficios recibidos durante todo el año”, asegura Germán Quispe, que vive en el lugar hace 46 años.

Sin embargo, informa que personas ajenas a la comunidad le rinden culto al diablo. “Mayormente vienen los martes y los viernes porque son días del demonio. Le ofrecen mesas para pedirle favores”.

Otro comunario, que prefiere no dar su nombre, cuenta que un anciano le pidió al diablo que lo ayude a curarse de una enfermedad y que ahora el mal ya no le aqueja.

El Subalcalde aclara que por un acuerdo con los comunarios de Chiaraque, ellos resguardan la seguridad de los visitantes y la Subalcaldía realiza inspecciones.

La muela del diablo, un sitio turístico

La Muela del Diablo se ubica aproximadamente a 4.000 metros de altura sobre el nivel mar. Es una estructura monolítica de 150 metros de altura que recibe este nombre por el parecido que tiene con la citada pieza dental. Según la Unidad de Turismo de la Alcaldía Municipal de la Paz, la Muela del Diablo es visitada cada año por unos 10.000 turistas, nacionales y extranjeros, que practican excursionismo, andinismo y dan paseos a caballo. Según comunarios, al día lo visitan de tres a 10 turistas.


Comunarios consideran a la Muela una wak’a

Le ofrecen una mesa blanca en junio y agosto para agradecerle por sus favores

Habitantes de la comunidad Chiaraque consideran a la Muela del Diablo como un (una wak’a) sitio sagrado donde se celebran rituales andinos.

Según la cosmología andina, las wak’as son espíritus ancestrales que habitan en piedras, cerros, en el aire, en manantiales, etc., que en reciprocidad con los humanos, responden a sus solicitudes y así crean una alianza mística especial.

Germán Quispe, un comunario del sector, indicó que, según la tradición ancestral, cada año los pobladores ofrecen una mesa a la Pachamama en las faldas de la Muela del Diablo.

“El 21 de junio, de este año le ofrecimos una mesa blanca a la Muela del Diablo como agradecimiento por los favores recibidos y para que nos vaya bien este año, nos proteja, para que no haya más robos de ganado en la comunidad”, afirmó.
La comunidad agrícola de Chiaraque se halla ubicada en las faldas de la formación rocosa y tiene aproximadamente 25 familias.

Añadió también que la ko’a, o quema de la mesa, la efectúan el primero o el último viernes de agosto.
El subalcalde del macrodistrito de Mallasa, Miguel Quispe, ratificó que en el lugar los agricultores de los alrededores e incluso habitantes de la ciudad de El Alto realizan este tipo de rituales andinos en La Muela del Diablo (que nada tiene que ver con los cultos satánicos). En algunos casos, dijo, están acompañados de un yazira o amauta.

“Es una tradición realizar este tipo de rituales andinos, sobre todo en este mes. Los comunarios ofrecen a la Pachamama mesas blancas y, dependiendo de la intención, incluyen fetos de llama y otros elementos. Se conocen que realizan estos rituales por las mañanas y las tardes”.

La antropóloga Luz Castillo explicó que las wak’as son “lugares sagrados para los comunarios y que representan una conexión entre la humanidad y las deidades”.

Agosto, mes de las ofrendas
La propietaria de la Casa Esotérica Pacha Mama, Elena Sariama, explicó que agosto es el mes elegido para que las personas ofrenden las mesas a la Pachamama porque en esta época “la tierra descansa”. “No hay producción, es el mes de la menstruación de la Pachamama, y tiene hambre, estas mesas son su alimento”.


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