lunes, 3 de octubre de 2011

Tomatitas, de refugio familiar a zona de inseguridad

“Tomatitas era el lugar ideal para salir al campo un domingo”, recuerda Marcelino con cierta nostalgia. “Sobre todo para las familias amplias como la mía”, agrega. Y es que la confluencia de los ríos Coimata, Guadalquivir y Erquis, limpios y caudalosos, permitían refrescantes baños. Había varios lugares habilitados para compartir parrilladas y al estar cerca de la ciudad de Tarija, Tomatitas era un destino atractivo para las familias que se preparaban los domingos para disfrutar de un día de campo. “Tomabas el micro en el (Mercado) Campesino y en quince minutos estabas aquí”, argumenta Marcelino.

Fueron estas ventajas las que animaron a muchos vecinos de Tarija a cambiar su lugar de residencia. La expansión de la ciudad, los lotes baratos y las buenas comunicaciones impulsaron a una migración local de familias buscando ubicarse en un barrio residencial tranquilo. “Era un lugar barato y no demasiado lejos del trabajo”, comenta Don Iván, un padre de familia que se instaló en el barrio a principios del siglo. “Pero sobre todo vinimos aquí porque era un lugar tranquilo y bonito”, señala.

También se instalaron, aunque de manera desordenada, pobladores del interior del país en alguna de las 11 comunidades que conforman el Distrito 2 de la primera Sección de la provincia Méndez.

El crecimiento urbanístico de la zona dejó beneficios en la localidad, generó puestos de trabajo y nuevos servicios, aunque aún insuficientes. Pero a raíz de los asentamientos, el paisaje inevitablemente se fue deteriorando. “El río, que ya estaba en fase de agotamiento, se convirtió en un vertedero descontrolado, incapaz de soportar el aumento demográfico”, cuenta doña Ana, vecina de Tomatitas, que ha vivido en carne propia el desarrollo del barrio. “El lugar se convirtió en un espacio sucio y las familias dejaron de venir a disfrutar los domingos”.

María, una joven de Tarija que también vivió los cambios que sufrió la localidad y participó en el proceso embrionario de lo que hoy se ha convertido Tomatitas, explica: “Yo venía con mi familia cuando era pequeña, nos bañábamos en el río y almorzábamos parrillada en el parque, aunque nunca estuvo demasiado cuidado”.

Años más tarde, el lugar se convirtió, sin una pretensión premeditada, en escenario ideal para fiestas campestres estudiantiles. “Era lo suficientemente lejos como para pasar inadvertido y lo suficientemente cerca para pasar todo el día y regresar a casa a una hora prudente; había trago barato y pocas miradas indiscretas”.

Finalmente, la oferta turística del trago barato y la impunidad se impuso sobre el turismo campestre familiar y hoy botillerías, pensiones y locales exhiben sus carteles, ofreciendo chicha de uva y vino patero barato, como reclamo de un turismo con ideas muy claras. “Ojalá no fuera así, pero es lo que hay (…) Nosotros sólo ofrecemos al cliente lo que viene a buscar”, comenta el dueño de una pensión que no quiere ser identificado.

Ahora los vecinos de Tomatitas denuncian el mal estado del barrio y acusan a las autoridades de dejadez absoluta y de ver con pasividad cómo un referente turístico familiar de Tarija se degradaba convirtiéndose en una zona roja de inseguridad.

“El barrio se ha convertido en una zona roja de inseguridad”, señala la profesora Haydee Ramírez, miembro del Comité de Vigilancia del Distrito. “Muchas familias se han ido a otras zonas más tranquilas y otras muchas lo están pensando”, comenta con cierta impotencia.

Sobre el tema del alcohol, Ramírez llama a la responsabilidad de todos los implicados. “Si bien hay locales que se comportan de forma correcta, es necesario que todos hagamos un esfuerzo. El problema es de amplio calado y hace falta medidas en todos los sectores, que implique a vecinos, colegios, adolescentes en su solución”, afirma y añade: “es necesario recuperar el turismo familiar de antaño y para eso necesitamos una localidad tranquila”.



elAPUNTE.

“Más autonomía resolvería nuestros problemas”



Haydee Ramírez, miembro del Comité de Vigilancia, alega: “Necesitamos más inversión, una subalcaldía con autonomía que pudiera gestionar recursos propios sería una solución, porque sino sólo conseguimos cosas mediante bloqueos. A corto plazo, necesitamos rompemuelles en la avenida principal, porque el problema del tráfico es gravísimo y está provocando muchos accidentes; hay otras propuestas, como construir la paralela que descongestione el tráfico en el centro y la triple vía peatonal”.

“También falta alumbrado y vertidos en las comunidades que reduzcan la contaminación del río”, explica Ramírez y añade: “hay proyectos consignados en el POA 2012, como la construcción de dos módulos policiales, pero habrá que hacer seguimiento para que se ejecuten; no es posible que contemos sólo con un policía para las 5.000 personas que vivimos aquí”.



losDATOS

- Un único policía se ocupa de la seguridad de las once comunidades de Tomatitas.

- La oferta de “trago barato” desplaza al turismo familiar a un segundo plano.

- La migración local y del interior del país hizo que se crezca hasta los casi 5.000 habitantes.

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