miércoles, 2 de mayo de 2012

Misticismo y aventura Calistía, el embrujo del turismo místico

A unos 30 kilómetros de la comunidad de Pongo, siguiendo por el camino a la población de Independencia, se encuentran las cuevas de Calistía; las cuales constituyen un enclave natural con formaciones rocosas de naturaleza sedimentaria que, -debido a la acción erosiva de la lluvia y el viento-, han logrado socavar interesantes cuevas y gigantes bloques pétreos aptos para el turismo místico y de aventura.

Calistía pertenece al distrito de Ch’alla, en la provincia Tapacarí, y es el hogar de esas misteriosas formaciones geológicas y precisamente debido a su origen dudoso es que los lugareños han planteado algunas teorías del origen.

En primera instancia, -por las características de su petrificación-, y a simple vista se podría deducir que hace cientos de miles de años este lugar debió estar bajo el agua, porque se observan algunos rasgos ondeados que se crearon gracias a los sedimentos marinos.

Otra versión que se maneja entre los habitantes del lugar es que esta estructura fue parte de un antiguo volcán activo y las formaciones rocosas son producto de la erosión las lavas en su descenso a las praderas comenzaron a enfriarse, hasta adoptar esas curiosas formas serpenteadas, que hoy se pueden ver ascendiendo a la cima de las cuevas.

Al margen de las dos teorías, donde seguramente un estudio geológico será el que determine los efectos y el año de su formación, el lugar a pesar de no aglomerar muchas rocas sedimentarias, como ocurre en la “Ciudad Pétrea de Tallija”, de esta misma provincia, en donde las formaciones rocosas existen a montones, Calistía es un lugar mágico y lleno de “encantos”, pero al mismo tiempo: mítico.



Turismo místico

Si bien Calistía no puede presumir de numerosas concavidades: en total unas cinco, pero en el reducido espacio geográfico que se encuentra, el lugar ofrece deslumbrantes e insólitas experiencias, que tan solo ingresar a sus dominios uno siente que se le sobrecoge el cuerpo, debido a las inmensas e intimidantes rocas donde se alojan las cuevas.

Con mayor fuerza se siente esa sensación cuando se está por ingresar a las mismas fauces o pasajes de las cuevas, que a tiempo de ofrecernos su incomparable belleza natural, éstas de por sí despiertan ese miedo a seguir explorando, y eso que las cuevas no son tan profundas como uno pudiera imaginarse.

Este sentimiento no se debe a la profundidad o la envergadura que pudiera tener cada cueva, sino a su aspecto, pues la sola presencia de pequeños estanques pantanosos de aguas color verde-negruzco, cohabitados de plantas que nunca han visto el sol, son una de las causantes.

Además, a todas estas descripciones habría que añadirle los cuentos sobrenaturales que los comunarios tienen como entremés para cualquier visitante.

Uno de ellos da cuenta que el lugar es habitado por el mismo demonio, por eso que a ciertas horas el lugar se vuelve bastante pesado. Cierto o no, la verdad que al solo aproximarse al ingreso de las cuevas, el piso que a un principio aparenta ser una hermosa e inofensiva alfombra verde de bofedales, en el primer paso amenaza a hundirse, gracias a la humedad reinante dentro de las cuevas.

El eco provocado por el goteo de las aguas, que al escurrirse de las fisuras rocosas caen sin cesar en medio de la oscuridad, es el otro factor de miedo que infunden las cuevas.

Por si esto no fuera suficiente, la presencia de un picaflor y un canario, ambos de colores plomizos y nativos de la zona, al solo ver la figura de personas extrañas que invaden su privacidad, a través de maniobras rasantes de vuelo y una estridente cacofonía, comienzan a volar de cueva en cueva, todo con la intención de espantar a los ocasionales visitantes. La verdad estas maniobras funcionan, especialmente si uno se encuentra solo.

Debido a estos sucesos, los comunarios de la zona prefieren evitar acercarse a estas cuevas, ya que ellos aducen y creen que Calistía es un lugar “encantado”.

Estas creencias se hacen más latentes cuando el sol está próximo a entrar en el ocaso, pues ellos dicen que esa es la hora más pesada.

Las experiencias vividas de familiares o amigos que osaron adentrarse por inmediaciones de estas cuevas, dan mucho para contar. Uno de los cuentos más recurrentes refiere a que las personas, generalmente pierden la noción del tiempo, y por consiguiente el juicio.

De lugar místico a viviendas temporales

Pero no todo en Calistía es superstición, porque uno de los promontorios rocosos donde existen dos cuevas, ocasionalmente y en ciertas épocas del año es ocupado por los pastores, quienes junto a sus ovejas, llamas y burros hacen de estas formaciones naturales en sus moradas por una o dos semanas.

Por ejemplo, una de las cuevas que tiene mayor techo rocoso es habilitada como dormitorio y cocina, mientras la otra de menor proporción es utilizada en calidad de corral para las ovejas y llamas. Sin embargo, para que esta gente decida ocupar estas cuevas, previamente, la tradición indica que deberán pedir permiso a los seres tutelares del lugar, mediante el ofrecimiento de una mesa ritual, consistente en hojas de coca y alcohol.

Futuro destino turístico

"Calistía, a pesar de todo lo narrado, nos ofrece la otra cara de la medalla, donde lo sublime de la madre naturaleza se antepone a toda leyenda o creencia, mostrándonos todo su encanto reflejada en sus cuevas, pasajes y atalayas rocosas que por sus imponentes alturas parecen buscar tocar las nubes del cielo azulado.

Asimismo, Calistía, gracias a su localización, su altitud, su suelo, la bondad de sus recursos hidrológicos que permiten que el lugar sea una hermosa pradera alto andina, hace que esta región se convierta a futuro en un destino perfecto para el turismo místico y de aventura.

No solo eso, parte del entorno natural es de destacar su fauna nativa, tales como el zorro, las vizcachas y las citadas aves líneas arriba, que hacen de este lugar su espacio de hábitat: los unos como puntos de caza, mientras los otros como moradas permanentes.

Completan el paisaje elevadas montañas onduladas rojizas y grisáceas que por su formación geográfica le han dotado de una interesante peculiaridad al entorno, ubicándolo como un destino perfecto apto para la gente que anda en busca de aventura.

Recomendaciones

Una de las formas de llegar es tomando el transporte público que va en dirección a la población de Independencia, y pedir que le deje en esta zona. Pero, tome en cuenta que las flotas o trufis pasan solo a horas determinadas, por lo que se recomienda tomar sus precauciones.

Si viaja en transporte privado, siga la ruta interdepartamental Cochabamba-La Paz, hasta la comunidad de Pongo, y de ahí el camino a Independencia, por unos 30 kilómetros más.

Desde ya se sugiere llevarse la suficiente provisión de alimentos, como para el tiempo que desee quedarse. Tampoco existe ningún hospedaje por lo tanto no hay oferta de servicios, pero no se desaliente, existen operadoras de turismo en la ciudad de Cochabamba que le pueden subsanar esos problemas, previo un paquete turístico. O en su defecto busque más información en la oficina de turismo de la Alcaldía de Tapacarí, llamando al teléfono 4376712.

otros sitios turísticos

Entre otros lugares que visitar se encuentran: Japo Q’asa, el atractivo interesante son las singulares “laq’autas” o casas de barro, pueblo trilingüe, con vestimenta y música autóctona y originaria. Imcalaqaya, sitio arqueológico, con habitaciones incaicas, que en épocas pasadas eran alojamientos itinerantes. Tallijlla, su belleza reside en las atalayas rocosas empotradas. Además de Chullpa Pucara, lugar de chullpares o monumentos funerarios. Leon Q’asa, lugar de paisajes de montañas rojizas y de sitios arqueológicos, presenta viviendas prehispánicas en forma de cúpula y muchos escenarios más.



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