domingo, 20 de mayo de 2012

En Argentina ofrecen a los turistas la Ruta de la Yerba Mate

“El mate es el símbolo de la argentinidad, reconforta el espíritu, permite compartir, es un alimento que nos llena de energía, es el nexo con amigos y también un compañero fiel en momentos de soledad”, dice el presidente de la Ruta de la Yerba Mate, Alejandro Gruber, quien resume en pocas palabras todo lo que representa esta infusión para los argentinos.

En 2010, el mate fue declarado bebida nacional. Se entiende entonces por qué más de uno quedó al borde de un ataque de nervios en las últimas semanas cuando los conflictos comerciales por el precio de la yerba desabastecieron almacenes y supermercados del denominado “oro verde”.

En la Argentina se producen unas 300.000 toneladas de yerba mate al año, de las cuales unas 30.000 se exportan a mercados tan exóticos como Siria y Líbano.

Desde 2004, la Ruta de la Yerba Mate se erigió en un recorrido interesante para conocer la cultura productiva de la yerba mate en las provincias de Corrientes y Misiones. “Es una zona geográfica que identifica la cultura regional y la soberanía alimentaria”, destaca Gruber.

Los miles de turistas que visitan las famosas Cataratas del Iguazú pueden sumar a su visita un recorrido por la Ruta de la Yerba Mate para conocer los cultivos y todos los fenómenos turísticos, culturales y gastronómicos que genera el “oro verde”.

La yerba mate ya no sólo se puede beber con bombilla, sino también disfrutar en un helado, un licor, una salsa para acompañar pastas o hasta en la masa de una pizza o en los tradicionales alfajores argentinos.

Los hoteles que integran esta ruta turística ofrecen mate de desayuno y sabrosos menúes gastronómicos a base de yerba. Y también cuentan en sus habitaciones con jabones elaborados en base a la yerba mate, por ejemplo.

Alimento poderoso

El mate se disfruta como desayuno, merienda, en la casa, el trabajo o de paseo. En charla de amigos, mientras se estudia, en la playa, tanto los días de frío como los más cálidos en el norte del país, donde se bebe el tereré, una versión del mate con hielo y jugos de frutas. El mate cocido, elaborado como si fuera un té y no con la tradicional bombilla, forma parte además de la alimentación básica de los sectores más pobres.

“La yerba mate es un gran alimento y tiene muchas propiedades”, destaca la ingeniera agrónoma Josefina Armendares, consultora de una conocida marca de yerba. Es considerado un poderoso antioxidante por los polifenoles que contiene, además de ser una bebida energizante gracias a la mateína, principio activo del grupo de las catequinas.

“Es una importante fuente de vitaminas, como las del complejo B, la A, C y E, y aporta minerales como el fósforo, potasio, magnesio, manganeso, hierro, calcio y sodio”, detalla Armendares.

El árbol de yerba mate, clasificado como Ilex paraguariensis y que llega a medir en estado silvestre hasta 25 metros, crece exclusivamente en la región que abarca el noreste de Argentina, el sur de Paraguay y el suroeste de Brasil. Los intentos por expandir su cultivo a otras zonas fueron infructuosos.

Los indígenas guaraníes enseñaron a los jesuitas a beber mate y ya a partir del siglo XV comenzaron los cultivos planificados de este producto (Dpa).

Godzilla es el personaje más destructor del cine
Ni guerras, ni ataques extraterrestres, ni desastres naturales se comparan con la destrucción causada por Godzilla. Este monstruo es el que en más ocasiones ha destrozado ciudades, con más de 30 apariciones entre películas y series. Esta suerte de híbrido entre dragón y lagarto apareció en pantalla por primera vez en 1954 en la película Gojira, conocida también con el título de Japón bajo el terror del monstruo, producida por los estudios Toho.

Godzilla ha aparecido en 28 películas japonesas hasta la fecha y en un controvertido remake estadounidense en 1998.


Un conocido refrán tiene origen helénico
En castellano, se suele decir “zapatero a tus zapatos” para poner en su lugar a alguien que trata de hacerse el competente en lo que no conoce. En el siglo IV a.C. un pintor griego llamado Apeles exhibía sus pinturas en público y esconderse para escuchar los comentarios de la gente y así mejorar sus obras. Un zapatero criticó que hubiera pintado pocas tiras en una sandalia; Apeles corrigió la omisión; al día siguiente, el mismo zapatero empezó a criticar la pierna pintada; el artista montó en cólera y le dijo “el zapatero no debe juzgar más arriba de las sandalias”. Tal fue el origen del célebre refrán.

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