viernes, 10 de enero de 2014

Paisaje natural será declarado como parque departamental

La Apacheta de Wakayllani, una curiosa formación natural será declarada Parque Departamental por el Gobierno Departamental de La Paz, con el objetivo de rescatar los valores geográficos y espirituales que se encuentran escondidos en sus montañas, informó el investigador Oswaldo Rivera Sundt a EL DIARIO.

Según informó el experto, la Gobernación paceña efectuó una investigación con el objetivo de trabajar y rescatar uno de los valores geográficos que todavía permanecen escondidos entre las montañas de Wakayllani que se encuentran ubicadas en cercanías a la Muela del Diablo.

Rivera, responsable de haber realizado el estudio de fundamentación de la importante zona, por encargo de la Asamblea Departamental de La Paz, investigó sobre los misterios que encierra este sitio.

La Apacheta de Wakayllani es un paso elevado que era parte de un antiguo camino precolombino, éste fue establecido en la separación de dos vertientes: la que da a la ciudad de La Paz y la que se dirige a Río Abajo, en las proximidades de Lipari.

El lugar se caracteriza por mostrar la virtud de comunicar dos importantes circunstancias naturales, se halla a espaldas de la Muela del Diablo, otro de los importantes referentes que tiene el municipio.

Según el investigador, Wakayllani se convierte en uno de los sitios sagrados que tuvo desde sus inicios la historia precolombina, donde el hombre reverenciaba a la naturaleza, por encontrarla tan superlativamente bella, mostrando desde las alturas hasta la profundidad de sus barrancos.

LOS ALREDEDORES

Desde el lugar se pueden disipar varios alrededores, por ejemplo se puede apreciar también la majestuosidad y resplandor del Illimani y la Muela del Diablo, sin dejar atrás la vista panorámica de toda la ciudad de La Paz. Esta recientemente descubierta apacheta busca convertirse en un ícono para todos los paceños.

La vista del lugar muestra un espectáculo excepcional, el mismo va variando de acuerdo al paso del día; el atardecer y amanecer se imponen con mayor fuerza.

El especialista sostuvo que la posición del sol va jugando con los acantilados, produciendo profundas sombras que contrastan con los rayos del sol que son los que le dan brillo y color a las paredes y espacios donde se asientan.

“Solo así y desde estas alturas se puede entender la historia geológica de la magnífica hoyada, donde hoy se asienta la ciudad de La Paz, además en el horizonte se observa la presencia del altiplano, que dibuja su fin en un vórtice petrificado, en un conjunto de acantilados que se suceden, mostrando el gigantesco vacío de los suelos que se fueron, aquellos que ya no existen”, relató.

Se dice que “los topónimos” son las denominaciones de rúbricas que dejaron los antepasados, que se observan en todo el lugar, quienes colocaban los nombres de cada lugar, a manera de verdaderos letreros sonoros.

Según relató el profesional estos servían para identificar los sitios por sus propiedades físicas y especificidades, así como para definir su producto finamente elaborado a través de sus creencias.

Agregó que los topónimos tenían mucha utilidad a lo largo de los antiguos caminos precolombinos que partían desde el epicentro de la cultura andina, Tiwanaku, para que los viajeros reconocieran el lugar por el que estaban pasando.

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