sábado, 9 de enero de 2016

La comida típica atrapa a los turistas del Dakar



A pesar de que es de madrugada, Leonor Mamani ya ha armado su puesto de comida cerca de la terminal de buses de Uyuni. A esa hora son varios los turistas que se sientan en las sillas de plástico y piden un plato criollo. Es el caso de Víctor Fernández y su sobrino Ronald Rodríguez, quienes llegaron para ver pasar a los coches, motos, cuadriciclos y camiones del famoso Dakar, la carrera más dura y peligrosa del mundo.

Víctor nació en Huayllamarca, en la provincia orureña de Nor Carangas, pero radica desde hace 15 años en Sao Paulo, Brasil. Es por ello que tiene un dejo portugués cuando empieza a contar que vino de visita a Bolivia para observar el paso de la carrera. “No encontramos un lugar (un restaurante) para comer bien, por eso hemos venido aquí, aunque tenemos que esperar a que se desocupe un asiento”, dice. Su pedido es un ají de gallina.

A esa hora, la gente prefiere reemplazar el desayuno por la comida de Leonor, quien ofrece a los comensales ají de carne, kawi, jolke, picante de pollo y ají de fideo, principalmente. Es justamente este último plato que atrae a un par de japonesas, quienes después de ver y sentir el aroma se deciden por elegirlo.

A tres cuadras de la rampa por donde han cruzado los vehículos del Dakar, en la avenida Ferroviaria se han armado toldos donde se ofrece una variedad de alimentos, aunque el que más llama la atención es el chancho a la cruz.

A los pies del monumento al ferrocarril, Misael Garnica cuida que el calor del carbón sea el adecuado para que la carne adquiera la consistencia como para servirla con mote de maíz y papa ‘khati’ (con cáscara). “Chatito Fernando” —como prefiere que le llamen— cuenta que es el segundo año que visita Uyuni, aunque reconoce que esta vez las ventas son menores a la anterior gestión. “A estas alturas ya estábamos acabando, pero ahora hemos vendido menos de la mitad; aunque no faltan clientes, porque le gusta a la gente”.

Así como este alimento es la predilección de los visitantes del occidente del país, lo que llama la atención de los del oriente es la k’alapurka potosina, que en Uyuni la ofrece Ninfa Montecinos.

“Oiga, pídase una k’alapurka”, sugiere Gary, quien junto a sus tres amigos no deja de maravillarse con la sopa que tiene una piedra caliente en medio del plato y que ocasiona que salga un vapor fuerte. Los cuatro arribaron al municipio potosino para observar el paso de los vehículos, aunque Gary lamenta la falta de información sobre la salida y llegada de la carrera.

El calor en Uyuni es intenso a media mañana, y más todavía dentro del toldo rojo donde sirve Ninfa, pero ello no impide que las personas sigan preguntando si tiene la k’alapurka, como un grupo que ha llegado desde Cochabamba, cuyos integrantes visten chalecos y chamarras como si fuesen corredores del Dakar. Las alternativas en esta turística ciudad son diversas durante cada jornada por estos días, aunque la gastronomía típica nacional libra una carrera aparte frente a la comida chatarra. Y hasta el momento la está ganando.

Hoteles suben tarifas hasta en un 300%

Turistas que llegaron a Uyuni para observar el paso del Dakar expresaron su molestia por la subida de los precios en los hoteles. El viceministro de Defensa del Consumidor, Guillermo Mendoza, lamentó que la gente que se siente perjudicada no presente ninguna denuncia.

Gloria llegó desde Santa Cruz hace un par de días, reservó una habitación en el centro de la ciudad, por 200 bolivianos la noche. No obstante, cuando llegó a la urbe, le informaron que el monto del alquiler de una habitación se había incrementado a 700.

“Estoy de acuerdo (con) que suban los precios, porque son fechas en las que se busca ganar un poco más, pero me parece exagerado que lo hagan de 200 a 700 bolivianos”, afirmó la dama, quien prefirió no dar su apellido.

El viceministro Mendoza viajó a Uyuni con la finalidad de recibir el reclamo de los turistas, pero hasta ayer no se presentó ninguna denuncia formal. “Hay bastante reticencia del usuario para reclamar, es un problema serio porque la gente sigue siendo tímida o se muestra indiferente ante el dolor de la estafa”, dijo.

La autoridad afirmó que se encontró un descontrol en los precios, principalmente en los alojamientos, por lo que coordinó con los funcionarios del municipio para intentar una solución.

Benjamín Aguilar y su familia se alojaron en uno de los colegios del municipio, que solo ofrece techo debido a que los precios en otros lugares son muy caros. “Un alojamiento que queda lejos del centro está cobrando 250 bolivianos por persona, solo el cuarto, sin baño privado y sin ninguna otra comodidad”, contó Benjamín, quien compró una carpa para descansar junto con su esposa y sus dos hijos. Lo mismo hizo otra gente.

“Uyuni es una ciudad turística, por eso la gente más bien debería entender que no es bueno cobrar mucho, a fin de atraer a los visitantes”, añadió Mendoza, quien recorrió por diversas calles de la ciudad para informar sobre los derechos de los usuarios.


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