viernes, 8 de enero de 2016

Uyuni vivió una fiesta aparte

Bolivia nuevamente vivió una fiesta con el paso del Dakar, esta vez no fue tan pomposa como en las anteriores versiones, aunque sigue siendo el país que mejor recibimiento hace a la prueba mundial que por tercera vez pasa por territorio boliviano. Desde el fin de semana las calles de Uyuni fueron recibiendo visitantes de distintos lugares, en los dos últimos días las carpas armadas ganaron las calles de la ciudad potosina, la fiebre del Dakar se había asentado en la ciudad colindante con el famoso salar más grande del mundo. El comercio en Uyuni se vive desde muy temprano, los puestos de comida son los que más clientes atrae y los que más agotan sus ventas, ni que hablar de los souveniers que inundaron los calles, la gente busca recuerdos sobre el rally que amenaza en migrar a tierras extranjeras, propiamente, a África.

No hay mucho espacio en los hoteles, la mayoría tiene reservas de meses, los alejamientos también están llenos, solo quedan algunos cuartos en casas particulares, pero el precio es similar a un hotel en alguna capital departamental.

Pese a eso, la gente llega, se da formas para quedarse en Uyuni, hay muchos espectáculos que invitan a la distracción, pero la espera está puesta en el paso de los vehículos.

La tricolor se abre paso para formar un callejón teñido de rojo, amarillo y verde, la gente cumple llenando las calles, pero no en la continuidad que fue en las dos versiones anteriores. Se espera que la fiebre dakariana aumente esta jornada con la prueba exclusiva por los bordes del Salar y el sábado cuando se despida la competencia de suelo boliviano.


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