domingo, 24 de agosto de 2014

Ciclismo en el camino de la muerte, una experiencia inolvidable

Todos los días del año, excepto Navidad y Año Nuevo, grupos de turistas nacionales y extranjeros se preparan para ser parte del descenso en bicicletas de montaña desde la Cumbre hasta la población yungueña de Coroico, una aventura llena de leyendas, sensaciones y emociones extremas que cada uno de los aventureros se lleva consigo como un recuerdo de su estadía en La Paz.
La empresa Gravity Assisted Mountain Biking (GAMB) hace 15 años apuesta por potenciar el turismo en la ciudad de La Paz y la localidad de Coroico. Entre sus actividades con mayor éxito se encuentra el descenso en bicicleta de montaña por el camino de la muerte, ubicado en los Yungas del departamento de La Paz. El recorrido comienza en la Cumbre para descender por el camino de la muerte hasta llegar a la localidad de Coroico. El tramo tiene una distancia de 64 kilómetros.
El punto de partida de la travesía se encuentra en la Cumbre a 4.600 metros de altitud, el sitio más alto entre La Paz y los Yungas, rodeada de una cadena montañosa nevada cubierta durante la mañana por una ligera capa de neblina que desciende hasta la carretera, lugar en el que se reúnen grupos de turistas para dar inicio a una aventura emocionante e inolvidable, con dosis de adrenalina.
En la Cumbre a pocos metros de una laguna gélida, se ubican los guías de la empresa GAMB, encargados de velar por la seguridad y resolver las dudas de cada una de las 14 personas que conforman los grupos de travesía.
Derren Patterson, experimentado guía de GAMB, es uno de los encargados de explicar a los turistas las instrucciones que deben tomar en cuenta mientras descienden por la carretera. Durante el trayecto en varias partes de la ruta explica las características particulares que tiene el camino, el método de cómo manejar la bicicleta de montaña, cómo se utilizan los frenos, las maniobras en las curvas, las reglas de tránsito, cómo adelantar y la posición correcta del cuerpo durante el descenso.
"En caso de presentarse algún percance los guías de GAMB nos encontramos capacitados para reaccionar correctamente. Tenemos un certificado en primeros auxilios y rescate con cuerdas. Además, contamos con todo el equipo necesario para hacer este trabajo. Un kit completo de primeros auxilios y uno de rescate que incluye oxígeno, camilla, cuello ortopédico, radios de comunicaciones, entre los más importantes”, detalla Petterson.
Luego de recibir las instrucciones y los equipos, el grupo de turistas comienza a descender en una sola fila con una distancia de 10 metros entre bicicletas para evitar colisiones. El primer tramo se lo hace en 15 minutos hasta llegar al sitio denominado El Sapo.
Según Alistair Matthew, dueño de GAMB, cuando llegan a El Sapo mientras el grupo toma un descanso y saca fotografías del pasaje. Los guías verifican que todos los integrantes se encuentren bien para continuar con el trayecto. En caso de presentarse algún percance se actúa de inmediato.
Durante el descenso se puede sentir el cambio de clima, de frío a cálido, y percibir la vegetación que empieza a mostrarse en las montañas, con una tonalidad de verde tenue, próximas a San Luis, la siguiente parada del trayecto. "Al llegar a San Luis se disfruta de un refrigerio mientras los guías cuentan leyendas acerca del camino, sobre las cruces y las construcciones de los hoteles”, señala Matthew.
La leyenda más recordada por los guías es la de un hombre llamado Tomás, de personalidad extrovertida y amable, que por voluntad propia y para ganar dinero guiaba el tráfico en una curva cerrada con muchas complicaciones para que los camiones y automóviles no sean parte de accidentes. Su peculiar instrumento de trabajo eran dos banderas de colores rojo y verde en cada mano que le permitía ordenar el tráfico. Parecido a un "semáforo humano”.
Ludwing Kramer, de nacionalidad estadounidense, apasionado por el ciclismo de montaña, cuenta que mientras se va por el camino de la muerte en bicicleta se siente cómo la adrenalina invade el cuerpo al ver el camino con obstáculos, los paisajes y al sentir el cambio de clima. "Es una experiencia que uno la tiene que vivir para saber lo que se siente, es difícil de explicarlo”.
El camino se caracteriza por ser accidentado con polvo, piedras, fango, ripio, huecos, obstáculos y derrumbes. La parte más peligrosa se encuentra en Chuspipata donde el suelo es resbaloso y los precipicios tienen mayor profundidad.
"Siempre que las personas tengan cuidado estarán a salvo. Las bicicletas son especiales para este tipo de camino ayudan a transitarlo con normalidad, sin conflictos”, dice Matthew. Durante el recorrido por el camino de la muerte se hacen 15 paradas con diferentes propósitos.
Luego de recorrer 45 kilómetros, se comienza a percibir los paisajes dibujados por valles subtropicales con abundante vegetación donde las montañas se encuentran cubiertas por una infinidad de árboles y también se puede sentir el clima caluroso y húmedo de Coroico.
"En general todos los lugares por los que pasé me gustaron, es una experiencia increíble justamente porque mientras desciendes vas viendo paisajes hermosos y únicos, sintiendo la adrenalina”, relata Carla Tejada, de nacionalidad boliviana.
En Coroico, el grupo visita lugares turísticos, disfruta de platos típico del lugar y luego vuelve a La Paz antes de la puesta de sol.

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