miércoles, 6 de agosto de 2014

Sajama, un destino de altura

Partimos muy temprano desde La Paz, la carretera nos llevaría primero a Patacamaya, Tambo Quemado, luego una parada en Curahuara de Carangas y finalmente al Sajama, el nevado más alto e imponente de Bolivia; un destino ubicado a más de 6 mil metros sobre el nivel del mar y con temperaturas que alcanzan los 15 grados bajo cero, ideal para quienes buscan aventura, naturaleza y compartir con la comunidad.

El paisaje atrapa poco a poco, caminos áridos, inmensas extensiones de tholares y paja brava dominan esta región orureña. Tonos grises, cielo despejado y sensación de libertad.

El Parque Nacional Sajama, ubicado en plena Cordillera Occidental en la provincia Sajama al noroeste del departamento de Oruro, es el primer área protegida del país. Fue creado el 2 de agosto de 1939 con el objetivo de preservar los bosques de queñua que estuvieron a punto desaparecer por la tala indiscriminada. Crecen hasta 5.200 metros y cubren las faldas del Sajama y sus alrededores, constituyendo una importante variedad de flora de gran valor natural y uno de los más altos del mundo.

Pero sin duda, algo que caracteriza a la zona es la fauna; llamas y alpacas, que son la base de la economía, y otras especies que están en peligro de extinción como el suri andino, el quirquincho y la vicuña. También son propios de la zona del Sajama: los huallatas, patos, ajoyas, leke, gaviotas, flamencos y el cóndor.

Actualmente existen 22 áreas protegidas de interés nacional, las cuales cubren el 16 por ciento del territorio. Bolivia se encuentra dentro de los 15 países del mundo con mayor riqueza en biodiversidad.

La vida alrededor de los camélidos

“Chelo” es el nombre de una llama que no pasa desapercibida en la población de Curahuara de Carangas, pues su perfecto contraste de blanco y negro y su altura hacen que capte la atención de los visitantes en la plaza principal del pueblo.

Marco Ramírez es su dueño y vive del turismo gracias a él, ya que tiene una carreta que utiliza para transportar a los turistas en breves paseos y exhibir sus productos como llaveros, mantas, abarcas y otros elaborados en base a camélidos, aunque la mayor sensación para los extranjeros es sin duda, Chelo que ya se ha convertido en un experto modelo de selfies.

Así, en Sajama, donde hay unas 80 familias aproximadamente, los ingresos económicos giran en torno a la ganadería, específicamente a la crianza de camélidos y al turismo comunitario, una alternativa que permite a los comunarios, compartir su estilo de vida, costumbres y cultura con los visitantes.

“Hay extranjeros que les gusta caminar y ver la vivencia, la esquilada, el areteado, pastorear e ir a ver los animales silvestres, también las queñuas. Antes (a los pobladores) no les gustaba conversar con el turista, ahora les atienden porque saben que es promoción y genera economía”, cuenta Rosy Alcócer, subalcaldesa del municipio de Curahuara de Carangas.

De las llamas y alpacas se utiliza la fibra, la carne y el cuero. Exquisitos y variados platos hacen el deleite de los visitantes. La industria textil también es sólida gracias a la lana de estos camélidos de la cual se elaboran prendas de vestir de gran estilo y adecuadas para las bajas temperaturas.

En la región, se estima que existen unos 7.000 camélidos entre llamas y alpacas y las vicuñas estarían por unas 2.000, éstas son silvestres y están protegidas por el Estado, pero se puede hacer el manejo a nivel comunal.

La vicuña tiene la fibra natural más fina del mundo y ha sido una de las especies más amenazadas, por eso las comunidades del Sajama están impulsando continuamente, un proceso de aprovechamiento comunitario con el apoyo del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) y la Cooperación Alemana.

Cuentan los comunarios que antiguamente la población de vicuña era bastante y de ella se aprovechaba su carne para charque, especialmente, y hasta se bebía su sangre porque se creía que tenía poderes medicinales para la tos o el mal del pulmón; pero también estaba la creencia de que era un animal del demonio y por eso no se debía matar, pues caería una maldición, es “ganado del inca”, decían.

Los rituales con alcohol, coca y otros elementos andinos, están muy presentes para pedir permiso a la Pachamama y al tata Sajama.

Según datos de la Organización Mundial de Turismo, sólo en Europa hay unos 6,4 millones de viajeros al año interesados en el turismo comunitario. Visitantes de diversas partes del mundo llegan al Sajama con la idea de experimentar de forma más auténtica las culturas locales.

Llegar hasta el lugar no es complicado, pues está ubicado a unos 307 kilómetros de la ciudad de Oruro, unas ocho horas. Se toma la carretera hacia Tambo Quemado, población situada en la zona fronteriza con Chile y luego se dobla, en el cruce de Lagunas, para ingresar finalmente a la población de Sajama.

“Quiero invitarlos a recorrer Bolivia y llegar al Parque Nacional Sajama, donde podemos pensar en el disfrute pero de una manera sostenible y sustentable (…), conocer y vivir una experiencia inolvidable en este mágico destino boliviano”, dijo el viceministro de Turismo, Marko Machicao a tiempo de destacar la mítica especial del lugar.

Poderes del “Doctor Sajama”

Desde la llegada, el cariño y recibimiento de los habitantes hace la diferencia. Curahuara de Carangas (aquí se encuentra la famosa Capilla Sixtina), Caripe, Lagunas, fueron algunas de las comunidades visitadas y en cada una la música y el mate para el “mal de altura” no faltaron.

Tonadas andinas que parecen no tener fin, alegran a los comunarios que a pesar del frío no dudan ni un minuto en recorrer las pampas áridas bailando con los visitantes. Muchos llegan a la región porque saben de sus dones para la salud.

El “Doctor Sajama” como le llaman todos, representa un ente con poderes curativos, las hierbas que crecen alrededor son utilizadas para diferentes malestares en infusiones medicinales, también porque en las faldas de este mítico volcán se realizan rituales de sanación. Y claro, están las famosas aguas termales de Manasaya y géiseres (volcanes apagados) de Juchusuma Sajama, vertientes en ebullición que ofrecen aguas calientes del subsuelo y las aguas termales a campo abierto que son producto de la actividad volcánica.

“Especialmente es para el reumatismo y la artritis y también para el rejuvenecimiento con el lodo. La persona se pone en la cara, se expone al sol durante unos 15 minutos y se lava con las aguas”, asegura Basilio Laura, uno de los encargados de la administración.

A pesar del intenso frío, la sensación en el agua, es increíble y relajante por el testimonio de los visitantes. Aunque para fines terapéuticos se recomienda un tratamiento con varias sesiones. “Luego de una semana a 10 días hacen su tratamiento y se van sanos”, añade Laura con plena certeza en los poderes del “Doctor Sajama”.

Albergues turísticos comunitarios

Caripe es el nombre de la comunidad que vive a los pies del Sajama, viven 33 familias. Su cercanía a la frontera con Chile posibilitó inicialmente, que incursionen en el comercio y recibiendo a montañistas y escaladores, pero a luego se abrieron las posibilidades para consolidar un verdadero emprendimiento: Tomarapi, un albergue turístico comunitario.

Como un experimento, los pobladores de Caripe visitaron otros hospedajes del país y se capacitaron en diferentes servicios, poco a poco su sueño se fue haciendo realidad. En mayo de 2003 comenzó a funcionar el albergue que pertenece a toda la comunidad.

El albergue cuenta con todas las comodidades para los turistas, habitaciones con baño privado, calefacción y agua caliente, gastronomía en base a carne de llama y requerimientos extras; además es un espacio que también se aprovecha para vender tejidos artesanales elaborados con fibra de camélidos.

Los pobladores reconocen que al principio sólo llegaban turistas extranjeros, pero luego se despertó también el interés en visitantes nacionales.

El viceministro de Turismo, destacó el empuje y motivación de Caripe y puso a Tomarapi como un emprendimiento modelo para todo el país. “Es un ejemplo de cómo se pueden lograr buenos resultados trabajando de forma conjunta y planificada”, dijo la autoridad a tiempo de anunciar importantes obras desde el Gobierno central para impulsar el turismo comunitario.

De la misma manera, en toda la provincia Sajama, los pobladores prestan servicios de hospedaje cada vez más completos y a precios accesibles porque están convencidos que es el mejor ingreso que pueden tener para sus familias.

Nosotros los tratamos bien a los turistas, les damos todas las comodidades porque sabemos que si se sienten volverán o invitarán a otros para que conozcan, relató Isabel Villca quien junto a su esposo atienden un hospedaje.



La aventura de escalar

Uno de las razones para conocer el Parque Nacional Sajama, es la aventura de escalar, pues es famoso no sólo por el volcán principal sino también por otros dos nevados un poco más pequeños, los “Payachatas”: Pomerape (6.222 metros) y Parinacota (6.132 metros), Quimsa Chatas (6.032 metros), Candelaria (5.995 metros), Tunupa (5.388 metros) y Tata Sabaya (5.385 metros).

Los andinistas a nivel mundial saben de estos majestuosos cerros, pero no muchos conocen las palestras naturales de Calachúa, inmensas formaciones rocosas naturales idóneas para practicar escalada y descenso de rapel, ubicadas a sólo tres kilómetros de Curahuara de Carangas.

“Los que nos visitan se sienten maravillados con las palestras naturales, nosotros les brindamos toda la ayuda porque a lo largo del año también capacitamos a todas las unidades de Bolivia y nos sentimos orgullosos de que los primeros guías de turismo de nuestro país hayan sido formados en esta escuela”, aseguró el Mayor, Sandro Gutiérrez, segundo comandante de la Escuela de Satinadores Andinos de Tocopilla.

Este espacio es idóneo para escaladas y descensos de rapel, lo más alto está a 50 metros y lo más bajo a 15 metros.

Un cielo azul en perfecto contraste con las gigantes rocas naranjas es el escenario para la aventura. “El miedo es de cobardes, los normales lo sienten; nosotros los satinadores andinos lo provocamos”, fue el grito que realizó un sargento- instructor antes de su descenso en cable aéreo que recorrió de extremo a extremo los peñascos haciendo flamear la tricolor boliviana, un espectáculo asombroso.

Actualmente son 85 instructores de los cuales 40 tienen especialidad de satinador andino. El regimiento tiene 114 años de fundación y hace 20 se registran las promociones de alumnos andinistas.

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