sábado, 7 de abril de 2012

Fe y sacrificio fue el sello en una Copacabana colapsada

Apoyado en una caña sucia y vieja de más de un metro y medio de largo y con las pocas fuerzas que aún le quedaban, Marcelo Calle, de 58 años, se inclinó e hizo la señal de la cruz a los pies de la Basílica de la Virgen de la Candelaria de Copacabana.

El devoto llegó a Copacabana luego de caminar los 130 kilómetros que la separan de la ciudad de La Paz junto a sus dos hijos de 19 y 24 años. Partieron el miércoles de noche y arribaron ayer al promediar las 9:00.

Miles de personas que también se trasladaron a ese municipio de 6.000 habitantes colapsaron los servicios de alojamiento y alimentación.

Muchos peregrinos instalaron sus carpas en la playa del lago Titicaca que quedó pequeña ante la muchedumbre. La carretera La Paz - Copacabana colapsó y para evitar la trancadera algunos choferes optaron por rutas alternas contiguas a la ruta asfaltada y se formó otra hilera de autos que transitaron entre pajas y piedras en las faldas de los cerros de la zona. El viaje en vehículo, normalmente de tres horas, se extendió hasta cinco.

A pie o en bicicletas, los caminantes llegaron exhaustos e ingresaron a la capilla de las velas y a la iglesia de Copacabana.

“Se sufre, pero así tiene que ser para sacrificarse por la Virgen ¿no ve?”, afirmó Calle con voz agitada por el cansancio.

Temprano en la mañana, las personas inclinadas frente al santuario de la Virgen, repleto de flores, rezaron sus plegarias silenciosas con las manos juntas y ojos cerrados.

La misma escena se vio en la capilla de las velas, donde ya no entraba otra persona ni otro cirio, por eso algunos fueron encendidos en el suelo. En las paredes se leían “Familia”, “Trabajo” o “Estudio” y varias casas dibujadas con cera derretida.

En el atrio de la iglesia, jóvenes peregrinos alardearon de su hazaña de llegar al destino luego de dos días de caminata. “Es la primera vez que hago esta experiencia. Fue entretenida, claro que cansadora. Lo hice por la Virgencita”, dijo Cristóbal Ticona, de 25 años, estudiante de último año de ingeniería de telecomunicaciones de la Universidad Mayor de San Andrés.

Él, junto a seis compañeros, partió desde la tranca de San Roque de La Paz el miércoles a las 22:00 y llegó ayer a las 9:30.

“Es un sacrificio. Y eso que no trajimos carpas, sólo colchas delgadas para evitar el peso. Claro que nos ‘morimos’ de frío”, añadió entre risas compartidas con Carlos Vásquez, el guía del grupo, quien realiza este recorrido por más de 14 años.

“Yo lo hago por la Virgencita que nunca me ha fallado. Recuerdo que cuando estaba en secundaria estuve a punto de aplazarme, ese año caminé con devoción y logré pasar de curso. Sonará tonto, pero fue una bendición”.

Los jóvenes coincidieron que la familia es lo que más les interesa. “Yo le pedí a la Virgencita salud para mi familia”, dijo Lucas Collanque, de 26 años. “Unidad más que nada para mi familia”, pidió Henry Gutiérrez, de 24.

Realmente un “calvario”

Después de visitar a la Virgen de Copacabana, peregrinos y visitantes se dirigieron al calvario de la ciudad. Pese a la amenaza de lluvia, cuando el reloj marcaba las 10:30, los devotos continuaron su camino. El sudor mojaba las mejillas de los caminantes.

Para José Pablo Mollinedo, se trató de renovar y mejorar su fe. No se apoyó en una caña, sino en una muleta. Tuvo un accidente al caer al filo de una acera hace siete años y se fracturó la cadera y fémur. “Antes del accidente venía a pie o en bicicleta sin falta hace 50 años a rezarle a la Virgencita y subo el calvario. No siento dolor porque todo lo hago con fe”, dice Mollinedo, quien ahora llega en automóvil hasta Copacabana.

El recorrido del calvario comienza con un empedrado empinado para luego llegar a escalinatas formadas en rocas grandes y resbaladizas. El reto es llegar hasta la cima y cumplir las 14 estaciones del Vía Crucis.

Ayuda y detenido
Carpas Dos carpas del grupo SAR atendieron gratuitamente a los peregrinos en Copacabana. En una de ellas, se atendió a seis personas por fatiga muscular, ampollas en los pies y dolencias estomacales.


Cruz Roja En la carpa de la Cruz Roja, ubicada en la plaza de Tiquina, se atendió cerca de 288 casos desde el jueves en la mañana. Ninguno de gravedad, la mayoría por fatiga muscular, según Sofía Dips, vicepresidenta de la Cruz Roja Boliviana.


Detención Según el suboficial a cargo del contingente de 20 policías que resguardó el calvario, quien se identificó como Cáceres, se detuvo a una persona que estaba ebria, en la cima del lugar, cerca de las 9:00.

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